El Espectador

¿Quién dio la orden?

- ANA CRISTINA RESTREPO JIMÉNEZ

EL TIPO FORNIDO, MIOPE Y CON deficienci­as auditivas que inspiró a escritores de suspenso como John le Carré tiene en vilo a un país cuyo débil Estado finge ser ciego y sordo.

El fantasma de Rafi Eitan, el legendario cazador de Adolf Eichmann, estremeció el portal periodísti­co Los Danieles: Alberto Donadio, pionero del periodismo investigat­ivo en Colombia, desveló posibles vínculos del espía con el presidente Virgilio Barco y el exterminio de los miembros de la Unión Patriótica (UP).

¿Existió una victimizac­ión sistemátic­a orquestada por el Estado, el “genocidio por razones políticas” que reclaman tantas víctimas?

No se conoce una constancia escrita de las órdenes del presidente. Es improbable referirse a una “prueba reina”, no solo por la complejida­d que entraña comprobar si las omisiones de un mandatario fueron voluntaria­s, sino porque es prácticame­nte imposible que un Estado planee y documente una victimizac­ión sistemátic­a. O no se dejan evidencias, o se eliminan.

En marzo de 2019, la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) abrió el caso 006: “Victimizac­ión de miembros de la Unión Patriótica por parte de agentes del Estado”. Desde entonces se han recibido tres informes (Fiscalía, Centro Nacional de Memoria Histórica y Corporació­n Reiniciar) para la consolidac­ión de una base con el total de víctimas, que está en su fase final: “Los estimativo­s de crímenes contra la UP son superiores a lo que normalment­e se menciona”, asegura una fuente del tribunal.

La JEP ha tomado 80 horas de testimonio­s y ha citado a versión voluntaria a 13 servidores públicos, dos generales, un coronel y tres altos funcionari­os del antiguo DAS, entre otros. Ha realizado más de 150 inspeccion­es judiciales. De más de 400 posibles responsabl­es, próximamen­te llamará a versión a 10 exmiembros del DAS y cuatro oficiales del Ejército.

Hoy, cruza y analiza las pruebas documental­es en conjunto con miles de testimonio­s e indagatori­as de expediente­s recolectad­os durante 30 años (cobra sentido la dedicación de jueces, fiscales e investigad­ores anónimos que han cumplido con su labor). Aunque la JEP no ha recogido hasta ahora ningún testimonio que mencione a Eitan, ni en Colombia ni entre exiliados en distintas partes del mundo, bastaría citar el expediente de Yair Klein para evidenciar que sí ha habido relaciones de mercenario­s con institucio­nes como el DAS y el Mindefensa.

Los vínculos del poder político y estatal con la violencia contra militantes de la UP no son nuevos. Prueba de ello son las condenas a políticos como César Pérez García por la masacre de Segovia, o los miembros del DAS vinculados al asesinato de Diana Stella Cardona, alcaldesa de Apartadó de la UP…

No es una historia de ficción, ni estamos cerca de “pasar la página”.

Donadio ha sido citado por la JEP. Le seguirán militares en retiro de alto rango. La debilidad institucio­nal ha llevado a que sean el periodismo de investigac­ión (¡el testigo protegido es un recurso legítimo!) y un modelo de justicia transicion­al los que abran los ojos de los colombiano­s y griten al oído del poder. Después de 35 años, revive la pregunta de la UP, la misma que ahora se formula el Partido FARC tras el asesinato de 250 reintegrad­os: ¿quién dio la orden?

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