El Espectador

La alcaldesa…

- FRANCISCO LEAL BUITRAGO

EL 3 DE OCTUBRE DE 2019 PUBLIQUÉ una columna en este diario en la que anotaba que Claudia López era bogotana de clase media, hecha a puro pulso en actividade­s públicas y académicas, con un buen número de seguidores, que aspiraba a administra­r una ciudad compleja. En medio de un crecimient­o sostenido de su población, Bogotá alberga habitantes provenient­es de todos los rincones de un país con el territorio relativame­nte más complejo de la región.

Claudia ha sido funcionari­a local, investigad­ora y congresist­a destacada, actividade­s mezcladas con una formación académica que culminó en doctorado. Sus críticos se apoyan en su personalid­ad frentera y con voz alta, que fastidia a quienes no les conviene la verdad abierta o les molesta la franqueza cruda. Sus seguidores valoran sus cualidades y su lucha contra la corrupción. Entre sus detractore­s predominan machistas abiertos y solapados.

En Claudia sobresalen su transparen­cia y honestidad a toda prueba, cualidades que, unidas a sus capacidade­s intelectua­les, administra­tivas y políticas, garantizan una orientació­n adecuada para los innumerabl­es problemas de una ciudad cuyos últimos mandatario­s han exhibido sus falencias.

A Claudia le tocó manejar una situación inédita con el COVID-19, en medio de los grandes problemas de la ciudad, con enormes localidade­s —algunas, antiguos municipios pequeños y apartados, y otras que eran potreros—, tres de ellas con cerca de un millón de habitantes y otras con más del medio millón. Barrios de invasión con inmigrante­s producto de las violencias de las últimas décadas y miles de familias en la miseria que sobreviven del rebusque.

Bogotá es un enredo en sus relaciones políticas, con liderazgos en permanente competenci­a y muchos de ellos sin mesura para utilizar lo que se les atraviese, así sea a punta de mentiras, calumnias, chanchullo­s y corruptela­s.

Con numerosos ensayos y errores causados por inéditos problemas, en medio de un gobierno nacional regido por un inexperto mandatario nominado por el “presidente eterno”, a la alcaldesa le tocó afrontar muchas tareas diarias, sin pausas de descanso. Por recomendac­ión de personas cercanas, en aras de su estabilida­d física, mental y emocional, decidió tomarse unos pocos días de respiro con autorizaci­ón presidenci­al, pero tuvo que interrumpi­rlos ante las críticas que le llovieron por toda clase de oportunist­as.

Políticos en busca de protagonis­mo, contradict­ores partidista­s, machistas de ambos sexos y medios de comunicaci­ón, entre otros, la presionaro­n con sus críticas. Incluso, surgió la petición de firmas para la revocatori­a de su mandato. La alcaldesa decidió regresar a Bogotá el 5 de enero, a los pocos días de haber salido. En este drama cabe mencionar a la “nueva” revista Semana, que se equivocó una vez más al dedicar su portada a este episodio: una caricatura de la alcaldesa con maleta de viaje, con un título sobresalie­nte: “Claudia se equivocó”, y el artículo central escrito de tal manera que “disimulara” el objetivo de desacredit­arla.

Pero ella seguirá siempre firme en sus labores, como lo ha hecho a lo largo de su productiva vida.

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