La Procuraduría está en nuevas manos
EL MINISTERIO PÚBLICO ES UNA entidad poderosa que depende en exceso de la voluntad de quienes la han dirigido. Así, una y otra vez hemos tenido que volver a la misma pregunta: ¿la Procuraduría para qué? ¿Para iniciar procesos con tintes políticos? ¿Para utilizarla como pantalla con fines electorales? ¿Para dar anuncios mediáticos que terminan en investigaciones estancadas? ¿Para servir de vigilancia autónoma y comprometida con el Estado de derecho? La última, por supuesto, es la razón de ser que le otorga la Constitución. Pero los mecanismos que llevan a la elección del procurador general de la Nación, ahora procuradora por primera vez en la historia, hacen que las dudas recaigan sobre la persona encargada. ¿Será, por fin, distinto?
Esto nos trae a Margarita Cabello. Una juiciosa y experimentada jurista que pasó por la Procuraduría de Alejandro Ordóñez (un mal antecedente, pues el ahora embajador ante la OEA terminó destituido por el uso de favores en los nombramientos), luego estuvo en la Corte Suprema y se desempeñó un tiempo como ministra de Justicia del presidente Iván Duque. Su elección fue contundente. La impulsó una coalición de Colombia Justa Libres, el Partido Liberal, Cambio Radical, el Partido Conservador, el Centro Democrático y la U, los primeros que le expresaron su apoyo. En total, recibió 83 votos. Un mandato contundente, sin duda, pero ¿para qué? Va siendo hora de pensar cómo pretendemos que la Procuraduría juzgue a los partidos políticos que eligen a la cabeza de la entidad. Otra de esas reformas pendientes en el país.
Durante la posesión de Cabello, el presidente Duque dijo que ella “aprovechará el cargo no para emplearlo como trampolín político” y que buscará “estar en el corazón de los colombianos”. Así debería ser. Precisamente el primer desmarque que debe hacer la nueva procuradora es con el presidente. La administración
Duque ha sido capaz de ubicar en puestos claves, como la Fiscalía, la Defensoría y la Procuraduría, a personas muy cercanas al mandatario. Como lo hemos discutido en el pasado, eso genera un manto de duda sobre la legitimidad de las decisiones que toman esas entidades.
Entonces, a Cabello, además de desearle mucho éxito en una labor compleja, le pedimos que tenga en cuenta la importancia de la transparencia. Sus capacidades jurídicas no están en tela de juicio y son suficientes, si se emplean de manera correcta, para despejar dudas. Pero hacerlo implica un esfuerzo doble, no solo en crear mecanismos de comunicación claros con los colombianos, sino en tomar decisiones que no puedan leerse en el marco del partidismo. Sus alianzas previas a la Procuraduría son bien conocidas. Ahora debe demostrar que su única lealtad es con la Constitución, la ley y el fortalecimiento de un Ministerio Público autónomo.
La Procuraduría no puede verse como un escalón más en una larga carrera, sino como una entrega al servicio del bien común. El primer paso es recordar que no hay deudas políticas ni favores por hacer desde el Ministerio Público.
‘‘Las capacidades de Margarita Cabello no están en tela de juicio y son suficientes, si se emplean de manera correcta, para despejar las dudas sobre su independencia”.