Una frágil recuperación económica en 2021
Un profesor de Economía en la Escuela de Negocios Stern, de la Universidad de Nueva York, analiza las “cicatrices duraderas” de la pandemia en la economía mundial.
En la serie Pensadores, Nouriel Roubini, profesor de economía de la Escuela de Negocios Stern, en la U. de Nueva York, analiza las “cicatrices duraderas” de la pandemia en la economía global.
Hacia fines de 2020, los mercados financieros —principalmente en Estados Unidos— alcanzaron nuevos máximos gracias a la esperanza de que una inminente vacuna contra el COVID-19 genere las condiciones para una rápida recuperación en forma de V. Junto con las tasas de interés oficiales extremadamente bajas que mantienen los principales bancos centrales en las economías avanzadas, además de las políticas monetarias y crediticias heterodoxas, las acciones y los bonos recibieron un impulso adicional.
Pero esas tendencias ampliaron la brecha entre los mercados financieros y los reales, y reflejan una recuperación en forma de K en la economía real. A quienes tienen empleos administrativos estables, pueden trabajar desde casa y utilizar sus reservas financieras existentes les está yendo bien; mientras que a quienes están desempleados o subempleados en puestos precarios con bajos salarios les va mal. La pandemia está sembrando así más malestar social para 2021.
En los años previos a la crisis del COVID-19, el 84 % de la riqueza en los mercados de valores estaba en manos del 10 % de los accionistas (y el 51 % era propiedad del 1 %), mientras que el 50 % con menos ingresos prácticamente no poseía acciones en absoluto. Los 50.000 millonarios estadounidenses eran más ricos que el 50 % más pobre de la población junta (una cohorte de aproximadamente 165 millones de personas). El COVID-19 aceleró esta concentración de la riqueza, porque lo que es malo para los mercados reales es bueno para los mercados financieros. Al sacarse de encima los empleos con buenos salarios y luego recontratar a los trabajadores como independientes, a tiempo parcial o por hora, las empresas pueden aumentar sus beneficios y el precio de sus acciones. Estas tendencias se acelerarán con la aplicación más amplia de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático (IA y AA), y otras tecnologías intensivas en capital que reemplazan la mano de obra y requieren trabajadores calificados.
En cuanto a los mercados emergentes y países en vías de desarrollo, el COVID-19 no disparó una simple recesión, sino lo que el Banco Mundial llama una “depresión pandémica”, que dejó a más de cien millones de personas nuevamente al borde de la pobreza extrema (menos de US$2 al día).
Después de su caída libre en el primer semestre de 2020, la economía mundial inició una recuperación con forma de V en el tercer trimestre, pero solo porque muchas economías reabrieron con excesiva premura. Para el cuarto trimestre, gran parte de Europa y el Reino Unido se encaminaban hacia una recaída en la recesión, en forma de W, después de que se volvieron a instaurar confinamientos draconianos. E incluso en EE. UU., donde hay un menor apetito político por las nuevas restricciones debidas a la pandemia, al crecimiento del 7,4 % en el tercer trimestre probablemente le siga uno del 0,5 %, en el mejor de los casos, en el último trimestre de 2020 y el primero de 2021: una recuperación mediocre con forma de U.
La renovada aversión al riesgo en los hogares estadounidenses se tradujo en un menor gasto y, por lo tanto, menos empleo, producción y gastos de capital. Y la elevada deuda en el sector corporativo y en muchos hogares implica más desapalancamiento —que reducirá el gasto— y más incumplimientos —que producirán restricciones crediticias cuando una ola de préstamos impagos inunde los balances de los bancos—.
En el mundo, la deuda pública y privada aumentó del 320 % del PBI en 2019 a la friolera del 365 % del PBI a fines de 2020. Hasta ahora, las políticas monetarias de alta liquidez evitaron una oleada de incumplimientos por parte de las empresas, los hogares, las instituciones financieras, los gobiernos y países enteros, pero estas medidas eventualmente producirán una mayor inflación por el envejecimiento de la población y los impactos negativos sobre la demanda derivados de la desconexión chinoamericana.
Ya sea que las principales economías experimenten una recuperación en forma de W o de U, habrá cicatrices duraderas.
Las vacunas contra el COVID-19 no aliviarán estos tipos de penurias, incluso si se las administra rápida y equitativamente a los 7.700 millones de personas del mundo.
Finalmente, tenemos el gran evento político de 2020: la elección de Joe Biden como presidente de EE. UU. Infortunadamente, esto no tendrá un gran impacto sobre la economía debido a que la obstrucción por parte de los republicanos en el Congreso impedirá que EE. UU. implemente los estímulos a gran escala que requiere la situación. Biden tampoco podrá gastar mucho en infraestructura verde, aumentar los impuestos a las corporaciones y los ricos ni participar en nuevos acuerdos comerciales, como el sucesor del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Incluso si EE. UU. se reincorpora al Acuerdo de París por el cambio climático y repara sus alianzas, habrá límites a lo que el nuevo gobierno podrá lograr.
La nueva guerra fría entre EE. UU. y China seguirá en aumento y podría llevar a un enfrentamiento militar por Taiwán o el control del Mar de la China Meridional. Más allá de quién esté a cargo del gobierno en Pekín o Washington D. C., la “trampa de Tucídides” está montada y deja el terreno preparado para un enfrentamiento entre el poder hegemónico establecido, pero debilitado, y la nueva potencia en ascenso.
Entre la balcanización de la economía mundial, la sostenida amenaza del autoritarismo populista en un entorno cada vez más desigual, la amenaza del desempleo tecnológico impulsado por la IA, los crecientes conflictos geopolíticos y desastres cada vez más frecuentes y graves creados por el hombre e impulsados por el cambio climático mundial y las pandemias zoonóticas (que en parte se deben a la destrucción de los ecosistemas animales), la próxima década será un período de fragilidad, inestabilidad y posible caos prolongado. El año 2020 fue solo el inicio.
››La nueva guerra fría entre EE. UU. y China seguirá en aumento y podría llevar a un enfrentamiento militar por Taiwán.
*Director ejecutivo de Roubini Macro Associates y conductor del programa NourielToday.com. Traducción al español por AntTranslation. Copyright: Project Syndicate, 2020. www.projectsyndicate.org.