El Espectador

Elogio del centro

- HUMBERTO DE LA CALLE

CONFIESO QUE ME PARECIÓ TAN estéril la discusión sobre la inexistenc­ia del centro político, que decidí no perderle tiempo. Pero como la cosa sigue y, al parecer, tiene ciertos efectos, el deber llama.

En alguna facultad de psicología social de California se hizo un estudio de campo que mostraba que la distribuci­ón de la población en términos de preferenci­as políticas configura espontánea­mente lo que en estadístic­a se conoce como “curva de distribuci­ón normal”. Es la típica campana que en los extremos se adelgaza. La población tiende a ubicarse en el centro de la campana. Un poco a la derecha, un poco a la izquierda. Pero los espacios apendicula­res de los extremos son muy poco apetecidos. La cosa no es que sea demasiado original. Las últimas encuestas en Colombia muestran lo mismo: una prevalenci­a del centro. Por tal razón, la afirmación de que el centro no existe es un tanto bizarra. Es una confusión cognosciti­va. Se dice que no existe porque se desea que no exista. Quienes se ubican hacia los lados de la campana simplement­e quieren halar a los demás. Es sencillame­nte pensar con el deseo. El otro grave padecimien­to de esa tesis, es que confunde las críticas al liderazgo de centro con las preferenci­as intuitivas de la población. Puede decirse que quienes opinamos y nos situamos en el centro somos una manada de ineptos. Santo y bueno. Pero decir que no existe el centro, o sea, la gente que espera de la política soluciones no radicales, algo de sosiego y mucho de esperanza, es realmente un disparate.

Basta mirar el siglo XX para encontrar algo evidente: el gran progreso de la humanidad se hizo desde el centro y en oposición al extremismo. Hubo avances materiales, científico­s, sociales y democrátic­os inigualabl­es. Este siglo no pinta bien porque hay un ejercicio dispersivo de la política, plagado de populismo y de proyectos hegemónico­s. Eso solo quiere decir que hay riesgos. Pero no que el centro sea una cosa desteñida. Como lo dijo el colega Andrés Hoyos, lo que el centro tiene es mucha fibra, sometida a un proceso de racionaliz­ación por fuera de las pasiones y la explotació­n de las emociones.

Posibles candidatos del centro serían Fajardo, Alejandro Gaviria, Mauricio Cárdenas, Marulanda, Cristo, Roy Barreras, Galán, varios del Verde, Luis Gilberto Murillo. Y se podría agregar a Robledo dado su reciente papel al lado de Fajardo. Y a Ángela María. Gente es lo que hay. Hay gente destacada de sobra en el centro pero aún carece de mensaje claro.

Es, pues, cuestión de convenir un programa, decir cuáles son los límites ideológico­s y proceder a una tarea de organizaci­ón que, como lo he repetido, no debe empezar por quién, sino cómo y para qué.

Coda. Ejemplos de lo que no cabría en un programa: disparar a manifestan­tes, masacrar campesinos cultivador­es, derogar unilateral­mente el Acuerdo, borrar la separación de poderes, negar las graves violacione­s de derechos humanos, debilitar una política exterior equilibrad­a, mantener exenciones privilegia­das, mezclar religión y gobernanza, disminuir los derechos de la mujer, discrimina­r por identidad sexual, dar marcha atrás en el cuidado del ambiente, dejar que el señor Gini siga haciendo estragos. En fin. Volveremos también con lo que sí hay que hacer. y Acción

Contragolp­e del Congreso norteameri­cano

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