Contratación secreta o tramposa
DUQUE PIDE NO HACER POLITIQUEría con el proceso de vacunación contra el COVID-19. Le faltó decir que el único autorizado es él. Eso es lo que está haciendo diariamente en el ladrilludo programa Prevención
y lo que ha hecho en San Andrés, donde fanfarronea paseando por las islas en cuatrimoto mientras los lugareños con desconfianza lo ven desfilar junto a su séquito por entre las ruinas que dejó el huracán.
Politiquería no es que los ciudadanos ejerzamos el derecho a conocer los contratos que el Gobierno supuestamente ya firmó con varias farmacéuticas internacionales. Esa información no está sujeta a reserva y tampoco podrían imponerla las empresas contratistas. Tienen razón quienes han elevado su protesta porque tales contratos no estén en el sistema virtual donde se hacen públicos.
El Gobierno ha dicho que no los revela porque existen cláusulas de confidencialidad impuestas por las empresas productoras de las vacunas, pero esa no es una excusa sino una trampa. En efecto, a menos que la ley lo haya dispuesto, ningún documento público está a salvo de ser pedido y conocido por los ciudadanos. Ninguna empresa puede imponerle al Estado que no divulgue los contratos oficiales, porque ello reñiría con la Constitución y la ley.
La tal confidencialidad que exigen las empresas puede tener efecto respecto de la fórmula o componentes de las vacunas, o del procedimiento para su fabricación y datos similares, porque eso hace parte de los secretos industriales que, por supuesto, están amparados con reserva legal. Pero esa reserva no puede extenderse al abuso de que se vuelva secreto todo el contrato celebrado, como lo está entendiendo el ministro de Salud, cada vez más enredado en sus confusas y contradictorias explicaciones.
Los colombianos tenemos derecho a saber cuánto hemos de pagar por las vacunas contra el COVID-19, cuándo se firmaron tales contratos, cuándo llegarán las mismas al país y si en esos convenios se ha relevado de toda responsabilidad a los fabricantes y distribuidores. Además de que somos con