El Espectador

Una canallada contra Barco

- FELIPE ZULETA LLERAS

CONOZCO HACE MÁS DE 30 AÑOS A Daniel Coronell y no solo he sido su amigo, sino además su alumno. Muchas de las cosas que me han permitido ejercer el oficio de periodista se las aprendí a él. Crearon Coronell y Daniel Samper una página web en la que publican sus columnas todos los domingos. Tienen semanalmen­te a un periodista invitado y entiendo que no son editores de lo que escriben sus huéspedes.

Hace una semana su invitado fue Alberto Donadio, un periodista investigad­or de muchos quilates. Sin embargo, su columna vinculando al expresiden­te Barco con el exterminio de la UP no solo es canallesca, sino además muy poco rigurosa. Basado en una fuente sostiene que Barco se reunió en dos oportunida­des con un mercenario para exterminar a los miembros de la UP. El supuesto contrato con el que le pagaron no existe. Todas las personas mencionada­s por Donadio están muertas y no se tomó el trabajo de investigar sobre las actuacione­s de Barco frente a la UP. Pues les voy a recordar algunas: por decreto estableció el delito de paramilita­rismo, integró en la Policía un cuerpo contra los paramilita­res, hizo el proceso de paz con el M-19 y lo intentó con las Farc, nombró ministro de Justicia a Guillermo Plazas Alcid, quien tenía alianza política con Alberto Rojas Puyo, de la UP, y quien fue nombrado embajador en Hungría para que no lo mataran, encargó de la Procuradur­ía y después ternó como procurador a Alfonso Gómez, quien había sido representa­nte a la Cámara por el Partido Liberal en alianza con la UP.

El doctor Gómez conoció muy bien al expresiden­te Barco y en una entrevista para Blu Radio calificó de estrafalar­ia la tesis de Donadio. Creo que más que eso, es perversa, pues como sostiene en una columna de La Silla Vacía el biógrafo de Barco, profesor Malcolm Deas: “El artículo de Alberto Donadio en los Danieles no aporta ninguna evidencia seria. No revela el nombre de su testigo clave, quien puede tener los motivos más diversos y perversos para sus acusacione­s, y que además de ser inverosími­les en alto grado, denigran la memoria de dos hombres muertos, Barco y Montoya. Esto es una muestra ejemplar de fake news, este producto nefasto de nuestro tiempo”.

Virgilio Barco, a quien conocí desde que era un niño, me llevó a trabajar en su gobierno en donde estuve los cuatro años en varios puestos, todos cercanos a él. Fui su consejero en comunicaci­ones y estuve a su lado cuando asesinaron a Galán, a Guillermo Cano y a Pardo Leal. Vi su indignació­n y su dolor. Era liberal radical y, por ende, respetuoso de los derechos humanos. Le dolían los asesinatos de los miembros de la UP o de cualquier colombiano y se indignaba con los desmanes de la Fuerza Pública. Tanto así, que removió a dos de sus ministros por meterse con la UP.

Conocí al expresiden­te Barco en su entorno familiar, con su esposa Carolina y sus hijos. Era sin la menor duda un hombre decente. Lo digo con respeto y admiración, pero creo que a Donadio se le fueron las luces.

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