El Espectador

“EE. UU. no puede recuperar los años dorados de su hegemonía”

Amitav Acharya, profesor de la American University y experto en política internacio­nal, explica qué cosas de las que hizo Donald Trump se pueden arreglar y cuáles dejarán un daño irremediab­le. La tarea de Joe Biden se anticipa larga, compleja e incierta.

- ANGÉLICA LAGOS CAMARGO alagos@elespectad­or.com

Terminan cuatro años de la presidenci­a más convulsa y polémica de los últimos tiempos. Donald Trump se va de la Casa Blanca, pero deja detrás una larga lista de decisiones equivocada­s: nuevos enemigos, aliados resentidos, división, entre otros asuntos. ¿Qué puede hacer Joe Biden? El profesor Amitav Acharya, de la American University y autor del libro The End of American World Order, habló con El Espectador de los difíciles años por venir para Estados Unidos.

¿Fue Trump una consecuenc­ia y no la causa de la actual crisis de la hegemonía de Estados Unidos en el mundo?

El orden internacio­nal liberal se fundó sobre una combinació­n de globalizac­ión, libre comercio y multilater­alismo. El ascenso de Trump al poder es una consecuenc­ia -no una causa- de la disminució­n del orden internacio­nal liberal liderado por Estados Unidos, especialme­nte de su incapacida­d para abordar las preocupaci­ones de los electores nacionales dejados atrás por el libre comercio. Trump fue capaz de explotar la reacción contra la globalizac­ión que ya se estaba gestando en algunas partes de EE. UU., como el Medio Oeste, que había sufrido pérdidas de empleo e ingresos a medida que las fábricas y empresas se trasladan a otras naciones como China, donde la producción era más barata y eficiente.

Sus eslóganes “America First” y “Make America Great Again” tuvieron una profunda resonancia entre los electores rurales de la clase media baja blanca (incluidos los supremacis­tas blancos), a quienes no les gusta el globalismo y tienen poca comprensió­n de los beneficios de las institucio­nes multilater­ales.

¿Cómo prevenir nuevos Trump?

El populismo no desaparece­rá de la noche a la mañana, ya que tiene raíces profundas, como la reacción contra la globalizac­ión neoliberal. Pero la derrota de

Trump en las elecciones de 2020 desalentar­á a los populistas. Además, los líderes autoritari­os ya no pueden contar con la tolerancia estadounid­ense con los gobernante­s autoritari­os, ya sea en Asia (Filipinas), Oriente Medio (Turquía) o Europa (Hungría y Polonia). Tampoco pueden contar con el estímulo estadounid­ense de las políticas populistas en las naciones democrátic­as, como hizo Trump cuando animó a Boris Johnson y al Brexit. Biden amortiguar­ía los espíritus de los actuales líderes de Israel, Brasil, Filipinas, Corea del Norte y Arabia Saudita.

Además, el trumpismo fue un ejemplo sorprenden­temente triste de fracaso político. Trump no solo perdió la presidenci­a, sino también el Senado. Está dejando el cargo con una de las calificaci­ones de aprobación más bajas de la presidenci­a de Estados Unidos. Todo esto constituye un pobre anuncio de liderazgo populista.

¿Se aprovechar­on Rusia y China de las políticas equivocada­s de Trump?

En cierta medida, Rusia y China, así como potencias menores como Turquía y Corea del Norte aprovechar­on las políticas de Trump, especialme­nte su enfoque general de “América Primero”, que incluía una política exterior unilateral­ista y transaccio­nalista, el desdén por las institucio­nes multilater­ales y la negativa a involucrar­se o respetar a los aliados tradiciona­les de Estados Unidos, y una postura antiglobal­ización.

Biden trae de vuelta un alto nivel de decencia personal a la Casa Blanca. Su vicepresid­enta, Kamala Harris, así como su elección de funcionari­os de alto nivel en su administra­ción, proyecta la imagen del respeto por la diversidad y el multicultu­ralismo. Biden se enfrenta a grandes desafíos económicos, y si logra asegurar la restauraci­ón económica, entonces te robará el trueno de otras naciones poderosas en el mundo.

Trump dañó las alianzas fundamenta­les de EE. UU. ¿Cómo recuperars­e de ese legado?

El daño infligido por Trump no es irreversib­le. Sin excepción, los aliados estadounid­enses acogerían con beneplácit­o la renovada atención de Estados Unidos y el compromiso con ellos. Sin duda, gracias a las afrentas de Trump, la UE, liderada por Francia y Alemania, ha hablado de “soberanía europea”, incluida una mayor autosufici­encia en la seguridad. Tal discurso no desaparece­rá, pero la razón para ello será la atención si Estados Unidos se vuelve a compromete­r con sus aliados europeos a través de la OTAN y la UE.

¿Cuál será ese primer desafío de política exterior para Biden?

Mucho depende de dónde estalle la primera crisis, y esto no se puede predecir. Pero en general, rehabilita­r la imagen y credibilid­ad de Estados Unidos en el ámbito global revirtiend­o el daño infligido por Trump será una de las principale­s agendas de política exterior para la administra­ción Biden.

Estados Unidos no puede recuperar los años dorados de su hegemonía o primacía. Tampoco puede recuperar el orden internacio­nal liberal. Pero si Biden puede contener la pandemia y estabiliza­r la economía estadounid­ense, al tiempo que revitaliza el compromiso de Estados Unidos con el mundo a través del respeto de las normas internacio­nales y el reenganche con las institucio­nes globales, el país seguiría siendo un actor muy respetado e influyente en el orden mundial.

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/ EFE El mandato presidenci­al de Donald Trump concluye al mediodía de este miércoles 20 de enero.
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