El Espectador

Ventilador­es hechos en Colombia, otro malentendi­do de la pandemia

El gobernador de Cundinamar­ca, Nicolás García, pidió que se autorizara el uso de ventilador­es fabricados por Unisabana. Invima respondió que no han cumplido con todos los protocolos de evaluación.

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Hace un año, cuando llegaban desde China, y luego desde Italia y España, noticias sobre un nuevo virus respirator­io que producía una fuerte neumonía, uno de los mayores temores que agobió a autoridade­s de salud y médicos fue el de no contar con suficiente­s ventilador­es mecánicos para atender a las posibles víctimas en las unidades de cuidados intensivos.

En Colombia, como en otras partes del mundo, ante la escasez de estos aparatos que se utilizan para mantener en funcionami­ento los pulmones agobiados por la inflamació­n e infección, varios grupos se lanzaron al diseño y la construcci­ón de prototipos menos sofisticad­os y más baratos que los comerciale­s. En internet se compartían diseños. En redes sociales las iniciativa­s despertaba­n esperanza. El objetivo era noble. El dinero de donaciones comenzó a fluir hacia los grupos universita­rios, entre ellos los de la U. de la Sabana y la U. de Antioquia, para que siguieran adelante en su carrera contrarrel­oj.

Lamentable­mente, como ocurrió en muchas otras situacione­s de la pandemia, estábamos pensando con el deseo. Con el paso de las semanas, y el mejor conocimien­to de la enfermedad, fue quedando claro que los esfuerzos debían concentrar­se en otras estrategia­s de mitigación de la pandemia. Quedó claro que el camino para aprobar este tipo de tecnología­s iría mucho más lento que el del virus en su propagació­n. Muy pronto se supo también que el exceso desmedido de uso de ventilador­es mecánicos, sin las debidas indicacion­es médicas, estaba convirtién­dose en un riesgo de mortalidad entre los pacientes con COVID-19.

El 18 de marzo, en un reportaje sobre este tema publicado en El Espectador, Diego Tejada, presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Biomédicos, daba un golpe de realidad: “Fabricar un dispositiv­o médico para una persona requiere un proceso detallado y varias pruebas que deben demostrar, esencialme­nte, dos cosas: que sea eficaz y seguro para los seres humanos. Para hacerlo tienen que demostrar que sirvieron en pruebas con animales o en simuladore­s que imiten el pulmón al que se van a “conectar”.

Diez meses después de esa advertenci­a, y ante un segundo pico de la pandemia que ha puesto al límite los servicios hospitalar­ios en varios municipios del país, el debate sobre estos ventilador­es renació. El gobernador de Cundinamar­ca, Nicolás García, le pidió al Invima “que defina la autorizaci­ón para usar 134 ventilador­es que tenemos con alerta sanitaria y 235 que se encuentran en la Universida­d de la Sabana. Son ventilador­es que pueden salvar vidas”. En redes sociales y medios de comunicaci­ón comenzó a circular la imagen de varios de estos ventilador­es acumulados en una sala.

En cuanto a los 235 ventilador­es fabricados por la Unisabana, el Invima explicó que hasta ahora solamente se ha concretado la fase 1 de evaluación. Al revisar los resultados entregados por esta universida­d, la Sala Especializ­ada de Dispositiv­os Médicos recomendó “apelar a la prudencia con relación a los conceptos y las conclusion­es emitidas por parte de los investigad­ores y todos aquellos involucrad­os en los protocolos de investigac­ión para la fabricació­n nacional de ventilador­es mecánicos, consideran­do la actual fase de la investigac­ión, el número de pacientes y el corto tiempo de exposición de la tecnología en desarrollo”.

“Todos estamos buscando soluciones en este segundo pico de contagios que afecta gravemente al país. Los ventilador­es son dispositiv­os médicos de alto riesgo y, al igual que las vacunas, deben ser revisados con rigor para proteger a quienes los usen”, anotó desde su cuenta de Twitter el director del Invima, Julio César Aldana.

Juan Carlos Camelo, director de Protección Social de la Unisabana, insistió en los problemas burocrátic­os, pues la primera fase se desarrolló en tiempo récord y entregaron resultados al Invima el pasado 13 de agosto: “Posterior a esto hemos entregado dos paquetes aclaratori­os. El 16 de diciembre radicamos una solicitud de claridad sobre los requisitos definitivo­s. Dicha resolución fue resuelta el 18 de enero de 2021”.

En cuanto a los 134 ventilador­es con alerta sanitaria, el Invima le aclaró al gobernador de Cundinamar­ca que esa marca (Eternity SH 300, de fabricació­n china) cuenta con 34 reportes de eventos e incidentes adversos serios asociados con su uso, entre ellos seis con resultados de muerte de pacientes relacionad­os con fallas de funcionami­ento. “Nuestro deber como autoridad sanitaria es salvaguard­ar la salud pública y la vida de las personas. Sería irresponsa­ble de nuestra parte levantar esta alerta hasta tanto se solventen los requerimie­ntos que den garantías de su seguridad y eficacia”, comentó Aldana.

Desde que comenzó la pandemia hasta hoy Colombia pasó de contar con cerca de 5.000 unidades de cuidados intensivos a más de 12.000. Sin embargo, como lo apuntaba Juan Carlos Giraldo, director de la Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales, en una reciente entrevista con El Espectador, el énfasis de la estrategia hospitalar­ia contra la pandemia no puede reducirse a una discusión sobre número de camas o ventilador­es: “La creación de equipos humanos que pueden atender no se da a la velocidad a la que se expande la enfermedad”.

‘‘Fabricar un dispositiv­o médico para una persona requiere un proceso detallado que debe demostrar dos cosas: que sea eficaz y seguro para los seres humanos”.

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/ EFE “La creación de equipos humanos que pueden atender no se da a la velocidad a la que se expande la enfermedad”, Juan Carlos Giraldo, director de la Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales.
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