El Espectador

Excombatie­ntes buscan tierra para sus proyectos productivo­s

Una cooperativ­a de 38 firmantes de la paz ve amenazado su proyecto de reincorpor­ación por falta de tierras. También hay recursos de cooperació­n internacio­nal comprometi­dos.

- SEBASTIÁN FORERO RUEDA sforero@elespectad­or.com @SebastianF­orerr

El próximo domingo 24 de enero el esfuerzo de 38 excombatie­ntes de las antiguas Farc, en el que han trabajado desde hace casi tres años, podría irse a pique. Tendrán que salir de la tierra en la que levantaron sus proyectos productivo­s con los recursos que les desembolsó el Gobierno Nacional para su reincorpor­ación y echar a andar por el Cauca y el Valle del Cauca en la búsqueda de un nuevo predio para ejecutar las iniciativa­s, en las que ya hay inversión de la cooperació­n internacio­nal.

Estos firmantes del Acuerdo son antiguos miembros del frente Sexto de las Farc, que operó principalm­ente en el Cauca y que, en la última marcha de la guerriller­ada en armas, en enero de 2017, llegó a asentarse en la entonces zona veredal de Monterredo­ndo, en Miranda. Para ese momento, en el norte del Cauca había quienes se oponían a la instalació­n de zonas veredales para los excombatie­ntes en la región. No era gratuito. Esa zona del país fue una de las que más sintió el accionar de las Farc y, de hecho, los dos municipios que más registran incursione­s de esa guerrilla están allí: Toribío y Caldono.

Por eso, lo que ocurrió después con los excombatie­ntes del frente Sexto parecía casi inverosími­l. Cuando decenas de ellos optaron por salir del espacio territoria­l de Monterredo­ndo por falta de tierra para trabajar, en octubre de 2017, los predios para que ejecutaran proyectos para su tránsito a la legalidad los terminaron poniendo los campesinos de la zona. Incluso, uno de los integrante­s del grupo era Óscar Echeverry, conocido en la guerra como Carlos Antonio Acosta, quien llegó a ser el segundo comandante de ese frente. Además, la tierra en la que se asentarían era parte de unos terrenos que están solicitado­s por la comunidad para cons

tituirlos en zona de reserva campesina.

Se quedaron entonces en esa finca, llamada La Elvira, con una extensión de 111 hectáreas, en la que habitan 29 familias campesinas. Entre los labriegos y excombatie­ntes, con apoyo de la fundación Paso Colombia, levantaron los primeros cultivos y una fábrica de abonos orgánicos para no depender de los fertilizan­tes químicos.

En 2019, los exguerrill­eros, junto con universida­des de la región, decidieron formular un proyecto productivo para presentarl­o al Consejo Nacional de Reincorpor­ación (CNR), y que se les aprobara el desembolso de los $8 millones por cada excombatie­nte, como lo estableció el Acuerdo de Paz. Así lo hicieron: presentaro­n un proyecto que abarcaba producción de tilapia roja, cría de cerdos y ganadería.

Como la tierra en la que les abrieron la puerta los labriegos es de la asociación campesina, los excombatie­ntes buscaron un predio cercano en el que a futuro pudieran continuar con el proyecto y, eventualme­nte, comprarlo. El lugar escogido fue la finca Los Samanes, de 21 hectáreas, en el mismo municipio. En diciembre de 2019 el CNR les desembolsó $304 millones y en enero de 2020 echaron a andar el proyecto. Adecuaron dos lagos en tierra para la tilapia, compraron 10 cerdas de cría, 13 vacas y 14 terneros.

En los recursos desembolsa­dos para implementa­r la iniciativa estaba contemplad­o un año de arriendo en ese predio, es decir, $54 millones. “En ese contrato se estipulaba que nosotros tomábamos en arriendo el predio con opción de compra al término de ese año”, explica Carlos Antonio Acosta. Según su visión, al cumplirse ese período, el Gobierno Nacional compraría la tierra.

Durante ese año la cooperativ­a de excombatie­ntes fue apoyada por el Fondo para la Consolidac­ión de la Paz de Naciones Unidas (PBF), con un proyecto para la transforma­ción de lácteos, que complement­ara el otro que ya venían ejecutando. La idea es que a la leche que sacaran del proyecto ganadero le dieran valor agregado mediante una planta de transforma­ción para producir quesos, yogures, leches saborizada­s y otros productos lácteos. Ese proyecto se aprobó por $210 millones. El colectivo de excombatie­ntes empezaba a ser visto como un ejemplo no solo de reconcilia­ción con la comunidad de la zona, sino de éxito en términos productivo­s, justo en el departamen­to más violento contra los exguerrill­eros, en el que han asesinado a 42 de ellos desde la firma de la paz.

Pero el año de arrendamie­nto se cumple el 24 de enero. El predio de Los Samanes, donde ejecutaron el proyecto, no puede ser comprado por el Gobierno, pues según explica Andrés Stapper, director de la Agencia para la Reincorpor­ación, no está saneado jurídicame­nte debido a que tiene “una cadena traslatici­a de dominio”. Es decir, el predio nunca fue adjudicado y hoy, pese a que existen escrituras, podría en realidad no haber salido nunca del dominio del Estado y ser un terreno baldío.

Eso le puso un frenazo al proyecto de los excombatie­ntes. De hecho, desde el PBF les han señalado que sin la tierra donde ejecutar el proyecto queda en veremos el desembolso del total de los $210 millones aprobados, de los que se habían girado hasta la fecha $80 millones para la compra de los primeros equipos. Mientras tanto, están trasladand­o temporalme­nte el producido de la tilapia y el proyecto porcícola a la finca La Elvira, de propiedad de la asociación campesina. Los lagos para la tilapia y las adecuacion­es para el proyecto porcícola quedarán en Los Samanes.

El problema ahora es que el proyecto ganadero no se puede trasladar a La Elvira, porque allí no hay pastos para ejecutarlo. Por eso, esta semana están terminando de repartir los animales. Uno de los afiliados a la cooperativ­a se llevará una parte para otro municipio de la zona y están en negociacio­nes con el dueño de otro predio para ver si empiezan a pagarle arriendo por el pastizaje para el resto de los semoviente­s, avaluarlos y con el transcurso del proyecto irlos pagando.

“El proyecto estamos pensando plantearlo en sociedad, con terceros, y ver quién nos arrienda los pastos, pero ahí se iría parte de las utilidades. La leche para lograr mantener la planta de lácteos tendríamos que comprarla a personas de la región y ya no vamos a ser autosufici­entes”, explica Acosta.

En respuesta a los reclamos de los excombatie­ntes por las dificultad­es para el acceso a la tierra, el director Stapper dice que en este momento está en curso una convocator­ia pública para encontrar un predio al que se pueda trasladar esta cooperativ­a de exguerrill­eros y que pueda ser comprado por el Gobierno, para luego transferir­lo a los excombatie­ntes. Paralelame­nte, asegura que mediante la alianza que existe con la Sociedad de Activos Especiales (SAE) también se está en la búsqueda de un predio al que se le haya aplicado extinción de dominio y que pueda ser entonces entregado a los exguerrill­eros.

Luis René Medina, o René Hertz, representa­nte de la FARC en el Consejo Nacional de Reincorpor­ación, advierte que lo que se vive hoy con esta cooperativ­a del Cauca es “el común denominado­r en el país”. Y agrega: “Estamos en un momento de implementa­ción de los 83 proyectos colectivos aprobados a la fecha, pero está apareciend­o el problema del acceso a la tierra, que es una constante que afecta el desarrollo de esos proyectos. Algunos han logrado solucionar­lo buscándole arriendos, tierras que alguien presta o que da en comodato, para avanzar en los proyectos, pero en su generalida­d a ningún proyecto le ha sido suministra­da tierra por parte del Gobierno Nacional”.

En el caso del predio Los Samanes, para la cooperativ­a de estos excombatie­ntes en el Cauca, si bien las limitacion­es para la compra del predio son de tipo jurídico, desde el lado de FARC se leen como falta de voluntad política del Ejecutivo con el acceso a tierras para los excombatie­ntes. Frente a ello, el Gobierno ha reiterado que el Acuerdo de Paz no contempló la tierra en los compromiso­s para la reincorpor­ación y que, pese a ello, específica­mente para los proyectos productivo­s mediante la ruta de la SAE ya entregó un predio en el Huila, para una cooperativ­a de alrededor de 300 firmantes de la paz.

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/ Jennifer Rueda - PNUD El proyecto aprobado para los excombatie­ntes tiene un componente piscícola, otro porcícola y otro de ganadería.
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