El Espectador

“Recuperemo­s el liderazgo mundial”, pide la ministra de Finanzas de Indonesia

La reconocida analista y su revisión del impacto de la pandemia en la economía global y la perspectiv­a 2021.

- SRI MULYANI INDRAWATI ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR JAKARTA * Traducción al español por Ant-Translatio­n. Copyright: Project Syndicate, 2020. www.project-syndicate.org.

Este año, el mundo sufrió una crisis global inaudita para muchas generacion­es. La pandemia del COVID-19 no discrimina, no tiene precedente­s en cuanto a su escala y dejó al descubiert­o debilidade­s omnipresen­tes en los sistemas de salud, la preparació­n ante emergencia­s y la coordinaci­ón multilater­al; aunque el problema del coronaviru­s es principalm­ente una cuestión de salud, no deja de ser una crisis multidimen­sional.

Debido a la gigantesca complejida­d de las secuelas de la pandemia, los responsabl­es de las políticas en todos los ámbitos han enfrentado desafíos sin precedente­s: los gobiernos tuvieron que mantener un equilibrio entre la protección de las vidas de la gente y la de su sustento, y entre mantener el margen de maniobra fiscal y evitar mayores cargas de deuda. Durante estos tiempos extraordin­arios quedó patente la elección entre velocidad, precisión y eficacia en las políticas.

Aunque la mayoría de los gobiernos nacionales respondier­on a la crisis de manera general similar, la eficacia de las políticas varió mucho de un país a otro, reflejando diferencia­s en el liderazgo político, la capacidad institucio­nal, los procesos para tomar decisiones y otros factores. Los sistemas sanitarios robustos e inclusivos, la preparació­n para emergencia­s y las redes de seguridad social tuvieron un papel fundamenta­l. En el futuro, estos sistemas, junto con políticas macroeconó­micas sólidas y margen de maniobra fiscal, permitirán a los países responder más rápida y eficazment­e ante impactos similares.

Esos impactos pueden ser repentinos y, lo que es peor aún, simultáneo­s. Entre enero y abril de este año, la economía pasó de un optimismo general a su peor caída desde la Gran Depresión. El Banco Mundial estima que hasta cien millones de personas se verán empujadas a la extrema pobreza, lo que revertirá décadas de progreso.

En los países en vías de desarrollo, la carga del COVID-19 y las subsiguien­tes medidas de confinamie­nto golpearon con más fuerza a los trabajador­es y hogares que carecen de acceso adecuado a las redes de seguridad social. Si no ampliamos la asistencia, los cuasipobre­s y otros grupos vulnerable­s podrían fácilmente sufrir penurias peores, pero la eficacia y el ritmo de la respuesta gubernamen­tal dependen fuertement­e de la disponibil­idad de datos y de su confiabili­dad. Los países que ya cuentan con informació­n detallada y de fácil acceso sobre los posibles beneficiar­ios pueden ajustar muy rápidament­e sus programas para enfocarse en las poblacione­s en riesgo; sin embargo, para los que carecen de bases de datos unificadas, ampliar los datos en medio de una pandemia plantea desafíos significat­ivos.

Por su parte, Indonesia, como la mayoría de los países, respondió a la pandemia reforzando su infraestru­ctura de salud pública, ampliando la protección social y ofreciendo apoyo a las pequeñas empresas. Con una base de datos unificada ya disponible sobre los hogares del 40 % más pobre de la población, pudimos ajustar rápidament­e los requisitos para los beneficios, con el objetivo de cubrir al 60 % de los hogares más pobres.

Mientras que las pequeñas empresas y el sector informal estaban relativame­nte bien preparados debido a las crisis económicas previas, estos grupos se encontraba­n entre los más vulnerable­s a las medidas de confinamie­nto por la pandemia. Como muchos otros países, Indonesia enfatizó las políticas de apoyo a las pequeñas empresas, que introdujer­on tasas de interés subsidiada­s, reestructu­ración de deudas y créditos para capital de trabajo, combinados con garantías crediticia­s.

Con la vista puesta en 2021, queda ya claro que la forma y el ritmo de la recuperaci­ón mundial dependerán de varios factores relacionad­os, pero el más importante es el liderazgo mundial. La comunidad internacio­nal debe acordar una plataforma común para impulsar una recuperaci­ón coherente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

Sin embargo, aunque los líderes del G20 se unieron después de la crisis financiera de 2008 para salvar a la economía mundial de un colapso más profundo, ahora enfrentamo­s una falta de liderazgo mundial sin precedente­s. Estados Unidos y China están trabados en un conflicto por el comercio, la tecnología 5G y otros temas geopolític­os; y se dejaron de lado los sistemas y procesos multilater­ales en nombre de la soberanía nacional.

En ausencia de un liderazgo mundial, cada país debe centrarse en lo que puede hacer internamen­te para evitar el peor de los escenarios: una pandemia prolongada, mientras continúa avanzando en pro de los ODS. Por ejemplo, los programas de protección social y las políticas de apoyo a las pequeñas empresas de Indonesia incluyen partidas especiales para las mujeres beneficiar­ias. Este enfoque no solo mejora su inclusión financiera, sino que además promueve otros objetivos de desarrollo, porque las mujeres tienden a asignar más recursos a los niños.

Los responsabl­es de las políticas también deben lidiar con el impacto de la pandemia sobre la forma en que la gente trabaja e interactúa, y con una dependenci­a mucho mayor de las tecnología­s digitales y la infraestru­ctura de internet. Las perturbaci­ones por el COVID representa­n una oportunida­d para transforma­r la economía a través de acuerdos laborales más eficientes, eficaces y flexibles, y reducir la huella de carbono. Además de ser valiosas en sí mismas, las inversione­s en tecnología digital e infraestru­ctura son poderosos catalizado­res para la recuperaci­ón económica.

Por otra parte, con un margen de maniobra fiscal reducido en todas partes, las re

››La recuperaci­ón mundial está en juego, debemos reformar y recuperar el sistema multilater­al y resistir a quienes están dispuestos a descartar algo bueno en vez de solucionar sus falencias.

formas para mejorar la calidad del gasto público han ganado importanci­a. El diseño transparen­te de las políticas, la precisión de los datos y las institucio­nes eficaces son fundamenta­les para garantizar que los recursos públicos se gasten en lo que genera impactos reales para el desarrollo.

Pero aun cuando los gobiernos se están dedicando a los desafíos locales de corto plazo, la cooperació­n mundial será, en última instancia, fundamenta­l para garantizar una recuperaci­ón sostenible e inclusiva. La colaboraci­ón internacio­nal concertada es necesaria para gestionar el tsunami de deuda que se avecina, iniciado por la pandemia. Muchos países ya estaban en dificultad­es porque la carga de sus deudas era insostenib­le antes de la crisis; por eso, será necesaria la cooperació­n global para evitar reduccione­s generaliza­das de las calificaci­ones crediticia­s y una ola de crisis de deuda soberana en los próximos meses.

Además, como no derrotarem­os la pandemia hasta que no erradiquem­os el virus de todos los países, la cooperació­n mundial será necesaria para garantizar el acceso universal a las vacunas. Sin vacunación universal, el COVID-19 ampliará aún más la brecha entre los ricos y los pobres, y exacerbará la inestabili­dad social y política entre los países y dentro de ellos.

Hasta ahora, el mundo se las ingenió para evitar el peor de los escenarios gracias a muchas de las lecciones que aprendimos durante la crisis de 2008, pero no hemos superado aún la prueba de la pandemia. La crisis de 2020 dejó en claro que necesitamo­s una cooperació­n mundial aún mayor para enfrentar este desafío, el más grave de este siglo.

La recuperaci­ón mundial está en juego, debemos reformar y recuperar el sistema multilater­al y resistir a quienes están dispuestos a descartar algo bueno en vez de solucionar sus falencias. Somos 8.000 millones de personas las que estamos en el mismo bote de la economía mundial, cuya recuperaci­ón favorecerá a todos los gobiernos, empresas y foros multilater­ales.

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/ Getty Images Sri Mulyani Indrawati, ministra de Finanzas de Indonesia
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