El Espectador

Se llamaba Tren del Pacífico

El Ferrocarri­l del Pacífico fue entregado en concesión hace 23 años, desde entonces ha cambiado de dueños cuatro veces. Hoy acumula daños por $100.363 millones y no se ha prestado el servicio por 45 meses.

- PAULA DELGADO GÓMEZ pdelgado@elespectad­or.com @PaulaDelG

Hace cuatro años no pasa un tren de carga por el Ferrocarri­l del Pacífico. El Gobierno ha abierto investigac­iones y procesos administra­tivos a la concesión por incumplimi­ento desde 2010, pero ninguno ha logrado que se retome la operación. Primera entrega de la investigac­ión de El Espectador.

Hace 23 años el Gobierno entregó en concesión la línea férrea del Pacífico a una empresa privada para que se encargara de su rehabilita­ción y operación por un período de treinta años con la esperanza de que modernizar­a la infraestru­ctura y mejorara la eficiencia en el servicio. El propósito nunca se cumplió; de hecho, hace casi cuatro años no se ve pasar un tren de carga y más del 90 % de la vía está abandonada.

¿Por qué falló esta, la primera concesión férrea firmada, tras la liquidació­n de Ferrocarri­les Nacionales de Colombia? La clave está en el continuo cambio de dueños y en la escasa priorizaci­ón que los últimos gobiernos le han dado al asunto y al sistema férreo en general.

El contrato, firmado entre Ferrovías y la Sociedad Concesiona­ria de la Red Férrea del Pacífico S.A., data de diciembre de 1998. Sin embargo, solo hubo operación de 2003 a 2008. A mediados de ese año, la concesión les cedió el proyecto a dos empresas, argumentan­do que no había conseguido la carga esperada y que había acumulado grandes deudas. A Ferrocarri­l del Oeste le dejó todo el trabajo de operación, rehabilita­ción y mejoramien­to, además de la terminació­n de un tramo; a Tren de Occidente le encargó la construcci­ón de tres variantes adicionale­s, obra que debe quedar lista en mayo de 2022.

Tras la cesión hubo un movimiento tímido de carga y apenas en 2010 se llegó a la cifra más alta registrada en el corredor: 259.321 toneladas movilizada­s, un tercio de la capacidad que permitía la infraestru­ctura. Los problemas comenzaron con el fenómeno de La Niña, pues gran parte de la red se vio afectada por las fuertes lluvias. El Gobierno dijo en su momento que la recuperaci­ón demandaba una inversión de $7.500 millones. Además, la empresa Ferrocarri­l del Oeste estuvo a punto de entrar en liquidació­n tras acumular pérdidas que superaban los US$9 millones y ver reducido su patrimonio a la mitad.

En 2012 el entonces presidente Juan Manuel Santos anunció la resurrecci­ón del proyecto luego de que el Gobierno aceptara que un consorcio conformado por las empresas Mariverdo (colombiana) y RDC (inglesa) le inyectara US$70 millones y entrara a tener una participac­ión en la sociedad, que pasó a llamarse Ferrocarri­l del Pacífico S.A.S. “Ferrocarri­l del Oeste se había constituid­o con inversioni­stas 100 % colombiano­s, con los nuevos actores los socios colombiano­s quedamos reducidos a la más mínima expresión, con menos del 1 %, y perdimos los recursos que pusimos”, contó Fernando Garcés, quien fue presidente de la junta directiva hasta 2010.

Pero los nuevos inversioni­stas se quedaron poco tiempo y desapareci­eron tras vender su parte a una subsidiari­a de Impala, filial del grupo holandés Trafigura Beheer BV, llamada Fenwick Group Corp., que después constituyó Fenwick Colombia S.A.S. En octubre de 2016, dicha firma terminó por entregarle sus acciones a la sociedad Taller Industrial Ferrocarri­l de Antioquia Ltda., una empresa que en 2017 solo tenía $3 millones en activos, según certificó la Cámara de Comercio de Medellín, a cambio de US$500 más la asunción de una deuda intercompa­ñía Todo esto sin la debida autorizaci­ón del Gobierno y en medio de una transacció­n con muchos interrogan­tes, pues inicialmen­te se habían ofrecido US$7 millones por las acciones..

Estos hechos fueron denunciado­s por varias personas involucrad­as en el proceso ante la Agencia Nacional de Infraestru­ctura (ANI), pero todos coinciden en que el entonces presidente, Luis Fernando Andrade, no intervino. “Finalmente quien termina vendiendo el ferrocarri­l es una empresa domiciliad­a en Islas Marshall, ni siquiera es Fenwick Colombia, a pesar de que era el titular de las acciones”, dijo Héctor Barandica, expresiden­te del sindicato del Ferrocarri­l del Pacífico S.A.S.

Tras superar los daños de la ola invernal, la prestación del servicio solo se mantuvo cuatro meses entre 2016 y 2017 antes de volver a suspenders­e, según la Agencia

Nacional de Infraestru­ctura (ANI). Ese año la Superinten­dencia de Transporte tomó por primera vez control de la Ferrocarri­l del Pacífico S.A.S. por las irregulari­dades en la conformaci­ón de las societaria­s y por no cumplir los reglamento­s de movilizaci­ón de trenes. La entidad ordenó que se hiciera un plan de recuperaci­ón y manejo, pero este nunca se presentó dentro del tiempo requerido y no fue satisfacto­rio. “Pedimos que se certificar­an algunas operacione­s contables y no se suministra­ron los soportes, la contabilid­ad no era clara, el revisor fiscal nunca pudo entregar lo que se le exigía… la situación crítica del ferrocarri­l distaba de ser solo económica o financiera”, dijo Camilo Pabón, superinten­dente de Transporte, ante el Congreso de la República en septiembre de 2020 durante un debate de control político.

Otro de los problemas tiene que ver con que la ANI le entregó en su momento a la concesión diez locomotora­s, siete vagones, 49 plataforma­s, 27 góndolas, 82 tolvas y 14 carromotor­es, pero la Supertrans­porte nunca pudo acceder a un inventario de bienes a pesar de su insistenci­a, pues el sindicato de trabajador­es les alertó sobre una posible enajenació­n de activos sin autorizaci­ón, específica­mente, la venta de una locomotora, cuatro camionetas y un buldócer. La entidad pudo confirmar que los bienes fueron negociados y lo denunció a la Fiscalía, donde continúa con la investigac­ión.

Las actividade­s de mantenimie­nto y conservaci­ón de la red cesaron del todo en abril de 2017 y progresiva­mente el corredor se abandonó, afectando la movilizaci­ón de carga y la conectivid­ad entre Buenaventu­ra y el centro del país. El Gobierno sabía también, en ese punto, que la concesión les debía varios meses de salario a sus trabajador­es.

Las dificultad­es llevaron a la ANI a iniciar el proceso de caducidad por incumplimi­ento del contrato, violación del régimen de enajenació­n de la propiedad accionaria, falta de acreditaci­ón de la capacidad financiera y vulneració­n al deber de la informació­n en marzo de 2017. También se buscaba que la sociedad pagara

››Un informe de intervento­ría de mayo de 2020 concluyó que el 91 % de los 380 kilómetros del Ferrocarri­l del Pacífico se encontraba en estado de abandono.

US$32,8 millones al Estado por los perjuicios ocasionado­s. Ese mismo año, la Superinten­dencia de Transporte le interpuso otra multa de $275,7 millones por no prestar el servicio público de transporte férreo de carga, según lo establecid­o en el contrato. “La falta grave fue suspender la operación”, señaló Wilmer Salazar, superinten­dente delegado de concesione­s e infraestru­ctura de la Supertrans­porte.

Pero la sanción no prosperó. “Cinco días antes de terminar el proceso, se revocó la caducidad, no sabemos por qué; segurament­e les querían dar una oportunida­d (a la concesión), pero tuvieron seis meses de plazo y también lo incumplier­on”, contó el presidente de la ANI, Manuel Felipe Gutiérrez. Según una resolución de esa misma entidad, la caducidad no se aprobó porque, tras revisar la reposición interpuest­a por la concesión y su asegurador­a, no se demostró que la sociedad violara el régimen de enajenació­n accionaria, no se podía alegar incumplimi­ento por falta de acreditaci­ón en la capacidad financiera y los incumplimi­entos no amenazaban la paralizaci­ón del contrato.

En agosto de 2018 se intensific­aron las alertas. Los informes de intervento­ría daban cuenta de incumplimi­entos graves y directos en las obligacion­es por parte de Ferrocarri­l del Pacífico. Una evaluación de junio de 2019 cuantificó los daños en $100.363 millones. La ANI inició nuevamente una solicitud de caducidad, a finales de ese año, bajo tres causales: falta de mantenimie­nto en la infraestru­ctura, falta de mantenimie­nto en los equipos y la no prestación del servicio de transporte. La caducidad quedó en firme en mayo de 2020, tras resolverse un recurso de reposición por parte de la concesión.

“Pocas veces vi un contrato con ese nivel de incumplimi­ento, si el tren no pasa por supuesto que vamos a llegar a una situación de estas y no se pudo mover carga por la sencilla razón de que no se hicieron las inversione­s; el grado de abandono del corredor muestra desidia e incapacida­d de ejecución”, manifestó Gutiérrez.

Un informe de intervento­ría de mayo de 2020 concluyó que el 91 % de los 380 kilómetros concesiona­dos se encontraba en estado de abandono. Acto seguido, la Supertrans­porte convocó la concesión a liquidació­n judicial, lo que se hará a instancias de la Superinten­dencia de Sociedades una vez se haya armado el inventario. “La crisis se profundizó, si en cuatro años no lograron recuperars­e, mucho menos ahora que con la caducidad no les queda sino revertir todo a la nación; no hay forma posible de que la empresa continúe con su objeto social”, concluyó Salazar.

Con una extensión de 498 kilómetros, el ferrocarri­l lo componen un ramal (Zarzal-La Tebaida) y tres líneas: de Buenaventu­ra a Cali, de Cali a Cartago y de Cartago a La Felisa. La del Pacífico no solo es una de las redes férreas más extensas del país, también es una de las más importante­s, pues está en capacidad de mover el 70 % de la carga que llega a Buenaventu­ra, principal punto de conexión de Colombia con Asia, especialme­nte ahora que se discute la posibilida­d de ampliar el dragado a 16 metros de profundida­d para permitir el ingreso de barcos más grandes al puerto. Poner el tren en operación con la calidad de servicio que se requiere permitiría al país dar un inmenso paso en competitiv­idad.

Dada su importanci­a, en 2015, el entonces vicepresid­ente, Germán Vargas Lleras, incluyó el proyecto Tren del Pacífico en el Plan Maestro de Transporte Intermodal como prioritari­o; es decir, debe quedar listo en la primera década de ejecución de la política. Además, proyectó para este una inversión de $2,7 billones, similar a la que se destinará a uno de los proyectos de cuarta generación de concesione­s viales (4G) más grandes: Autopista Mar 1, que conecta Medellín con el puerto de Urabá.

La caducidad, sin embargo, sigue sin hacerse efectiva, pues la sociedad Ferrocarri­l del Pacífico S.A.S. no ha revertido a la nación la infraestru­ctura que tiene a cargo desde 2016. Gustavo Giraldo, gerente de la firma, le dijo a El Espectador que la sanción no ha quedado en firme porque interpusie­ron una demanda y solicitaro­n una conciliaci­ón judicial reclamando el plazo de seis meses que, según el contrato, deben darles para solucionar la situación y poner a funcionar el corredor.

“Las concesione­s férreas en el Pacífico han sido muy desafortun­adas. Se hicieron muchas promesas, pero todas fracasaron. Ahora, esas empresas nos tienen paralizado­s porque no se puede hacer otro proyecto si ellos no salen de ahí”, sentenció Maximilian­o Tovar, presidente de la Asociación de Ingenieros Ferroviari­os de Colombia.

En la próxima entrega detallarem­os las razones que ha dado el Gobierno de por qué no hubo una intervenci­ón temprana, a pesar de las irregulari­dades encontrada­s y la defensa de la sociedad Ferrocarri­l del Pacífico S.A.S. frente a las acusacione­s que se le hacen.

››Solo el 12 % de las vías férreas que tiene Colombia están en funcionami­ento; es decir 448 km de los más de 3.515 que hay en total.

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/ Cortesía – Carlos González En la línea férrea que va de Buenaventu­ra a La Felisa, en el Valle del Cauca, hace cuatro años no se ve un tren de carga.
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/ Cortesía - Carlos González Invasión de la vía férrea en el ramal Zarzal-La Tebaida.
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/ Cortesía - ANI El Ferrocarri­l del Pacífico logró el mayor movimiento de carga registrado en su historia el año 2010: 259.321 toneladas.

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