Batalla de Facebook y Google en Australia
La controversia que suscitó la decisión de Facebook y Twitter de excluir de sus plataformas a Donald Trump evidencia la magnitud del reto de regular el mundo digital. Facebook anunció el viernes que llevará el caso a su “Corte Suprema”, pero no ha podido explicar por qué no expulsó de su plataforma a otros líderes políticos que también incitaron al odio y la discriminación. Lo cierto es que no existe un marco normativo frente al poder de los gigantes tecnológicos, a pesar de sus efectos en la libertad de información, la competencia económica y el bienestar de los consumidores.
Facebook y Google están enzarzadas en una ardua disputa con el gobierno en Australia y el parlamento, debido un proyecto de ley que forzaría a las plataformas digitales a acordar con los medios una contraprestación por la utilización de sus contenidos. Los dos gigantes, ante el temor de que esa exigencia normativa se replique en otros países, amenazan con suprimir sus enlaces que direccionan a los medios o, incluso, con dejar de prestar sus servicios en Australia.
Las plataformas alegan que imponer una contraprestación a favor de los medios es tan absurdo como si el conductor de un bus tuviera que pagar por el consumo de sus pasajeros en un restaurante en el camino. Esta metáfora aplicada en toda su extensión serviría para cuestionar si los pasajeros de veras quieren ir a donde los llevan.
En Francia, la semana pasada, Google acordó con una alianza de publicaciones el pago por la utilización de sus noticias. La remuneración solo la recibirán medios que estén certificados como tales y dependerá del volumen de las publicaciones y su tráfico en internet. El histórico acuerdo a favor de la prensa francesa es consecuencia de la aplicación de la reforma del copyright en la Unión Europea en 2019 y de una orden del año pasado de la autoridad de competencia de ese país.
Ese tipo de acuerdos, que evitarían la desaparición de muchos periódicos y revistas alrededor el mundo, no se lograrán fácilmente, como lo demuestra la controversia en Australia y las forzadas negociaciones en Francia.