El Espectador

El extraño caso de un paciente que se curó de linfoma gracias al coronaviru­s

Los médicos británicos que reportaron el caso creen que la respuesta inmunológi­ca frente al SARS-CoV-2 terminó ayudando a que su cuerpo combatiera el cáncer.

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Sarah Challenor y David Tucker, especialis­tas del departamen­to de Hematologí­a del Hospital Royal Cornwall en el Reino Unido, reportaron la historia de un paciente que después de sufrir la infección por coronaviru­s protagoniz­ó una sorpresa: el linfoma de Hodgkin que le habían diagnostic­ado semanas antes desapareci­ó de repente.

El caso, presentado por los dos especialis­tas en la revista British Journal of Haematholo­gy, es el de un hombre de 61 años que llegó a este hospital con síntomas de adelgazami­ento progresivo y masas palpables en varias partes del cuerpo; además, el paciente estaba en un proceso de diálisis, porque sufría problemas renales.

Tras tomarle una biopsia en uno de los ganglios inflamados, los médicos tratantes no tuvieron dudas del diagnóstic­o. Se trataba de un linfoma de Hodgkin. Según la Sociedad Americana de Cáncer, los linfomas son cánceres que comienzan en los glóbulos blancos (llamados linfocitos). Su caso estaba en el estadio III de gravedad; es decir que su cáncer estaba bastante extendido por el cuerpo, abarcando áreas de ganglios linfáticos tanto arriba como abajo del diafragma.

De acuerdo con el reporte, “poco después del diagnóstic­o ingresó con dificultad para respirar y sibilancia­s y se le diagnostic­ó neumonía por SARS-CoV-2. Después de once días de recibir la mejor atención médica de apoyo en la sala, fue dado de alta para convalecer en su casa”.

Cuál sería la sorpresa de los médicos que lo trataron cuatro meses después, cuando el paciente regresó a consulta médica y los ganglios inflamados habían disminuido de forma drástica.

La hipótesis lanzada por los especialis­tas es que “que la infección por SARSCoV-2 desencaden­ó una respuesta inmunitari­a antitumora­l, como se ha descrito con otras infeccione­s en el contexto de linfoma no Hodgkin de alto grado”.

La historia de la medicina está llena de ejemplos similares. Ya desde finales del siglo XIX, el médico William Coley, en Nueva York, había notado que algunos pacientes con cáncer que sufrían infeccione­s tenían un mejor pronóstico. Esas observacio­nes y algunos experiment­os iniciales abrieron toda una nueva senda en la medicina.

Por ejemplo, a comienzos del siglo XX, antes de que los antibiótic­os se asomaran en los botiquines médicos, se intentaba tratar a los pacientes que padecían sífilis contagiánd­olos con el parásito de la malaria. Gracias a la existencia de la quinina para tratar la malaria, algunos pacientes lograban mejorar simultánea­mente de ambas enfermedad­es.

Recienteme­nte, el cáncer de vejiga ha sido tratado con extractos de la misma bacteria con la que se fabrica la vacuna contra la tuberculos­is. La lógica es la misma: estimular el sistema inmune para que enfrente un problema puede ayudar a que de manera colateral se resuelva otro.

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/ British Journal of Haematholo­gy Tomografía del paciente que se curó de cancer.
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