El Espectador

Desafíos en 2021

- SANTIAGO MONTENEGRO

LA PANDEMIA SEGUIRÁ SIENDO el gran desafío a corto plazo de Colombia en el 2021. Muy pronto comenzará el programa de vacunación, pero, como ha sucedido en varios países europeos y en los Estados Unidos, aun con la oferta adecuada tendremos que ser pacientes, pues los problemas operativos y de logística de la inmunizaci­ón son muy complejos. De esa forma, deberemos perseverar en los logros alcanzados, como mantener el cuarto nivel más alto de UCI por millón de habitantes entre los países de la OCDE, además de continuar el distanciam­iento social, el uso de tapabocas y la limpieza de las manos. El otro desafío es el déficit fiscal del Gobierno nacional, que ascendió a un 8 % del PIB en 2020, pero tanto los mercados financiero­s como las calificado­ras de riesgo nos están dando un margen de tiempo para hacer los ajustes. Por ejemplo, hace pocos días, Colombia emitió un nuevo bono global por US$1.300 millones, el título de mayor plazo en dólares y con la tasa cupón más baja de la historia en la parte larga de la curva, 3,875 %. Esta y otras operacione­s de crédito son una muestra de la confianza que los mercados financiero­s están depositand­o en el manejo de la economía. Y solo por recordar otra buena noticia, a pesar de la pandemia, 2020 fue el mejor año de la historia en ventas de vivienda, cuando se colocaron 176.000 unidades, lo que ayudó decididame­nte a la recuperaci­ón del empleo con un récord de asignación de subsidios.

Pero estas buenas noticias no nos pueden hacer olvidar otros desafíos más estructura­les, como la violencia de grupos armados ilegales, la intromisió­n de la dictadura de Maduro en nuestros asuntos internos y el mayor choque migratorio de la historia de América Latina, problemas todos relacionad­os en una u otra forma con el resurgimie­nto del narcotráfi­co desde la pasada década. En un documento CEDE, estimamos que el PIB del narcotráfi­co alcanzó casi un 2 % del total hacia 2018, más del doble que el PIB del café y tres veces el valor de comienzos de la década. Así, el narcotráfi­co está alimentand­o a cuatro grupos armados ilegales contra el Estado: Eln, Epl, Agc y disidencia­s Farc-Ep, además de un enfrentami­ento entre el Eln y el Epl, conflictos situados en zonas de producción de coca y en sus corredores comerciale­s. Pese a que el año pasado el Gobierno logró erradicar más de 130.000 hectáreas de cultivos ilícitos y se alcanzó también la mayor incautació­n de coca de la historia, hay resiembras estimulada­s por los alzados en armas, quienes están asesinando a los líderes sociales que apoyan la sustitució­n de cultivos. Conociendo el costo histórico que ha pagado el país, el Gobierno hace bien no solo en combatir el narcotráfi­co, sino en lograr que el Estado adquiera el monopolio de la fuerza legítima en todo el territorio, uno de los grandes pasivos de nuestra historia. Estas amenazas —como el apoyo de Maduro al narcotráfi­co y a los grupos armados ilegales— pero también nuestra historia de cooperació­n y amistad harán que mantengamo­s una excelente relación con los Estados Unidos. Pese a los comentario­s maledicent­es de muchos, a la administra­ción del presidente Joe Biden le interesa tener las mejores relaciones con Colombia, uno de los mejores si no el mejor socio de los Estados Unidos en el continente en el último siglo.

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