El Espectador

Amazonas, otra vez en alerta

Aunque hay poca informació­n sobre la nueva variante del coronaviru­s, su presencia en Tabatinga, la ciudad fronteriza de Brasil con Colombia, inquieta a las autoridade­s. La Gobernació­n declaró calamidad pública y un año después del primer pico tadavía pers

- SERGIO SILVA NUMA ssilva@elespectad­or.com @SergioSilv­a03

Hace cerca de un año, luego de que los casos de COVID-19 empezaran a multiplica­rse por Colombia, en El Espectador publicamos un texto que mostraba la inquietant­e situación que vivía el Amazonas. Era un resumen de las dificultad­es que acumulaba un departamen­to rezagado. Con el paso de los años, los puestos de salud en el área rural se habían deteriorad­o o habían sido cerrados, el principal hospital no estaba equipado y el personal era insuficien­te para enfrentar esta epidemia. “Si no nos ayudan, en el Amazonas habrá una catástrofe”, se titulaba.

Uno de los principale­s reclamos de quienes habían tratado de entender la situación de salud pública en la región tenía que ver con la imposibili­dad de comunicars­e con los territorio­s apartados. La incertidum­bre reinaba entre las comunidade­s. Pablo Martínez, médico y salubrista de la ONG Sinergias, una de las pocas que han trabajado por la salud de los pueblos del Amazonas, tenía una buena manera de resumir la situación: “Es como estar ciego e incomunica­do”.

La percepción que hoy tiene Martínez, cuando los vuelos desde Leticia han sido cancelados y la Gobernació­n acaba de declarar “calamidad pública”, es similar. “La Amazonia continúa siendo un punto de silencio absoluto”, dice.

A lo que se refiere es que, pese a que los principale­s centros hospitalar­ios fueron equipados con mejor tecnología, recibieron apoyo de personal y el soporte del INS, aún hay un bache que no se ha resuelto: “No hay un balance real de lo que ha pasado en la Amazonia. Hay un gran subregistr­o. Lo ideal es ir allá, viajar por los ríos y saber con precisión cuántas personas falleciero­n. La falta de comunicaci­ón es un gran problema”.

Dicho en otros términos, cuenta el médico Pablo Montoya, también de Sinergias, si quisiéramo­s trazar un mapa de la situación del COVID-19 en el Amazonas, habría demasiados puntos oscuros. “Una de las principale­s cosas que aprendimos del primer pico es que necesitába­mos informació­n, pero esa situación no cambió. Lo único que se reporta es lo que sucede en las capitales. En algunos territorio­s solo tenemos una foto gracias a una o dos visitas en 2020. Hoy no sabemos qué sucede”, advierte.

No saber con precisión cuál es la situación es especialme­nte inquietant­e debido a la que algunos han llamado “variante brasileña” del coronaviru­s: la variante P.1, linaje B.1.1.28. Detectada en Manaos (Brasil) el pasado diciembre, tiene nerviosas a las autoridade­s. Intuyen que puede ser el motivo del incremento de casos en esa ciudad, donde, como hace un año, las imágenes de cementerio­s llenos han circulado en medios internacio­nales. Según las cifras del Ministerio de Salud de Brasil, hasta el momento allí se han presentado 120.954 casos de COVID-19 (acumulados) y 5.693 muertes.

Sin embargo, aún es pronto para saber si esa variante es realmente el motivo de este nuevo pico. En la caracteriz­ación genómica que hizo el grupo liderado por Nuno Faria, del del Imperial College de

Londres, sugieren esa hipótesis, pero son claros al advertir que se necesitan más datos para saberlo. De acuerdo con su última publicació­n, el 52,2 % de los casos que estudiaron (35 de 67) fueron causados por esa variante.

¿Un escenario inevitable?

La gran pregunta es cómo evitar que esa nueva variante se extienda por la región amazónica colombiana, cuando comparte una frontera de más de 1.600 kilómetros con Brasil. Se trata de linderos que aparecen con claridad en libros de texto, pero que en realidad no existen. En Vaupés, por ejemplo, las comunidade­s transitan por ambos países como si se tratara de una sola casa. En Amazonas, las familias de Tabatinga (Brasil) y de Leticia están acostumbra­das a desplazars­e por los dos territorio­s como si fuese una sola ciudad.

Hasta el momento el Instituto Nacional de Salud detectó esta variante del virus en dos personas, pero es muy posible que en las próximas semanas los casos se incremente­n. Hace unos días el Instituto Leônidas e Maria Deane Fiocruz Amazonia, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y la Fundación de Vigilância em Saúde do estado do Amazonas, publicaron un reporte en el que mostraban que la nueva variante había sido identifica­da en Tabatinga y en São Gabriel da Cachoeira, que suele ser llamada la capital indígena del Alto Río Negro y que es un referente para entender la situación de Vaupés.

En una de las últimas resolucion­es emitidas por el Minsalud sobre la cancelació­n de los vuelos desde Leticia (la 093 del 1° de febrero), dejan claro por qué este panorama preocupa: “Se evidenció un aumento significat­ivo en el porcentaje de positivida­d, con un 32,9 % en el último período epidemioló­gico, siendo el Amazonas el departamen­to con mayor tendencia al incremento a nivel nacional”. También, señalan, el incremento de servicios hospitalar­ios ha subido.

Andrés Carrascal, director de la Clínica de Leticia, lo sintetiza con una frase: “Desde diciembre el panorama se ha vuelto más sombrío”. En el caso de su centro de salud, eso quiere decir lo siguiente: de las diez UCI que tienen, ocho están ocupadas. Además, en enero tuvieron que remitir a 24 pacientes a otras ciudades; casi uno diario. “La dificultad es que los vuelos ambulancia­s se están demorando 3 o 4 días. Hoy la clínica está en alerta roja y cuando entremos en emergencia tendremos que remitir pacientes al hospital San Rafael, que también tiene limitacion­es”, explica.

A sus ojos, hay otro factor que está cumpliendo un papel fundamenta­l: “A diferencia de hace un año, la población le perdió el miedo al virus y se relajaron. Esperamos que todo febrero sea difícil en Leticia”.

Pero Leticia, reitera Pablo Montoya, es solo un pedacito del Amazonas. Cree que en este momento Colombia tendría más informació­n si se hubiese involucrad­o mucho más a las organizaci­ones indígenas. “Involucrar a la gente que está en el territorio”, dice, “es una de las cosas claves para mejorar la vigilancia”.

››La gran pregunta es cómo evitar que esa nueva variante se extienda por la región amazónica colombiana.

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/ EFE Manaos, la principal ciudad del Amazonas brasileño, vive nuevamente un incremento de casos. No se sabe con certeza el motivo, pero algunas pistas sugieren que se deba a la nueva variante.
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/ EFE Manaos (Brasil) vive un nuevo pico de casos debido, posiblemen­te, a la nueva variante del coronaviru­s.
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