Beneficiarios de comedores comunitarios dicen que los alimentos son insuficientes
La secretaria de Integración Social explica que las raciones que se brindan mediante los “paquetes de contingencia” contienen el mismo valor nutricional que la comida caliente que habitualmente ofrecen.
En Ciudad Bolívar, los habitantes del barrio La Estrella hacen fila para recibir las raciones de alimento que les brinda el comedor comunitario. No pueden ingresar y comer, pues las medidas de bioseguridad adoptadas por la pandemia se los impiden; tampoco pueden recibir la comida caliente en recipientes para el almuerzo, pues este lugar está a la espera de que el Distrito contrate un operador que cocine y distribuya.
En su lugar tienen que formarse y aguardar su turno para que les entreguen el alimento correspondiente a doce días hábiles. Algunos esperan con bolsas de tela o pequeños carros de mercado. Todos deben llevar la documentación (cédula, tarjeta de identidad o carné de colegio) para acreditar la cantidad de raciones a recibir. Van acompañados, pues a una sola persona le queda complicado transportar toda la comida.
Aunque el Distrito asegura que estos sitios velan por el respeto de las medidas para evitar la propagación del virus, no se ve a nadie supervisando el distanciamiento ni suministrando gel antibacterial. Un papel en la entrada del local informa lo que le corresponde a cada beneficiario: 5,5 libras de arroz; una libra de pasta, una libra de avena en hojuelas, quince huevos AA, cuatro latas de atún, una libra de fríjol, una libra de arveja, una libra de lenteja, dos bolsas de leche en polvo y un cuarto de litro de aceite. Todo esto para aproximadamente quince días calendario.
“¿Dónde están la carne, el pollo, las verduras y la fruta?”, es lo que muchos se preguntan, pues antes de que iniciara esta modalidad (llamada “paquetes de contingencia” por el Distrito) acostumbraban ir con contenedores de comida y recibir todos estos alimentos. Muchos creen que el valor nutricional que están recibiendo es inferior y que la cantidad de comida es insuficiente.
Así lo asegura Deisy Rojas, una de las personas que madrugó el pasado miércoles para recibir esta ayuda. “En mi familia somos seis, pero aquí solo me dan las raciones para tres niños. Deberían incluir a los adultos, pues muchos estamos desempleados. ¿Cómo hace sumercé para alimentar un hogar durante quince días con cinco libras de arroz? Nos dicen que es solo para el beneficiario, pero ¿cómo les voy a cocinar solo a unos y que los otros los miren?”.
Edith Fuentes también se muestra inconforme. “Cuando ellos nos hacen la comida es muy bueno, porque es balanceado. Ahora no nos dan frutas ni verduras. Haciendo rendir el arroz por mucho nos alcanza para cuatro días. Si no fuera por la ayuda que nos dan nuestros hijos no tendríamos qué comer, ya que no tenemos trabajo y en la casa estamos debiendo tres meses de arriendo”.
Los comentarios no son del todo negativos, pues hay quienes dicen que, “sea mucho o sea poco, se está recibiendo una ayuda; peor es nada”. Así piensa Gloria María, quien extraña el antiguo sistema en el cual les servían la comida caliente. Aunque agradecida, cuestiona la calidad de los productos, pues, asegura, “hay veces que el atún sabe maluco: uno lo mastica y salen como flecos de lana”.
A esto la comunidad le suma otras quejas, como que nos les dan condimentos (Integración Social dice que no se les permite entregarlos en la canasta nutricional, pues son más elementos culinarios que nutritivos) o que la vez pasada en las cubetas de quince huevos camuflaron la parte exterior para que no se notara que, en el centro, faltaban tres.
A estas y otras personas que entrevistamos se les preguntó si recibían otras ayudas gubernamentales, como Bogotá Solidaria en Casa. A pesar de reconocer que cuentan con un bajo puntaje en el Sisbén (en todos los casos inferior a 25), la respuesta fue no.
¿Qué dice el Distrito?
Hablamos con Xinia Navarro, secretaria de Integración Social, quien explicó que la ciudad tiene 124 comedores comunitarios, de los cuales 39 están funcionando con paquete de contingencia, como pasa en La Estrella. Esto ocurre porque se terminan los contratos con los operadores y no se puede iniciar otro de inmediato, sino que se tienen que publicar unos pliegos y adelantar un proceso de selección. La funcionaria asegura que esto siempre sucede por la anualidad presupuestal. “Esta semana subiremos los pliegos para que participen las organizaciones sociales en un proceso de más o menos 23 días. En marzo se iniciará la operación a nivel distrital”.
Mientras tanto, 85 comedores en la ciudad continúan sirviendo diariamente la comida caliente en los envases que llevan los beneficiarios. Contrario a lo que algunos aseguran, Navarro dice que no se están cerrando ni se cerrarán los comedores, solo que la pandemia ha exigido implementar modificaciones.
Frente a las inconformidades relacionadas con la fruta, la verdura y las carnes, la funcionaria asegura que estos alimentos no se pueden distribuir en los paquetes de contingencia, ya que no hay cómo garantizar su inocuidad, pues aunque los tomates, por ejemplo, se compren en buen estado, pueden que lleguen dañados a su destino final, lo cual es otra reivindicación histórica que hacen los ciudadanos. “En suma estaríamos teniendo un detrimento patrimonial”, explica.
Otra de las razones por las cuales se distribuyen solo alimentos no perecederos es porque no hay garantía de que la gente tenga nevera en su casa, por lo que los cárnicos se podrían echar a perder. Navarro reitera que esto es transitorio y que se está trabajando para mejorar el servicio en los comedores. De hecho, anunció que espera aumentar la cantidad de cupos en este cuatrienio, pasando de los 38.000 beneficiarios actuales a más de 45.000.
Lo cierto es que, en medio de la pandemia, las ayudas a la población pobre y vulnerable de Bogotá se han hecho latentes. Aunque el Distrito ha brindado auxilios a quienes aparecen con esta condición en sus bases de datos, los trapos rojos abundan en localidades como Ciudad Bolívar y más de un ciudadano le dice a la prensa que “las ayudas son insuficientes”.
››Los comedores comunitarios no se cerrarán, sino que se transformarán por la pandemia. Se espera que en el cuatrienio su capacidad aumente un 20 %.