El Espectador

Beneficiar­ios de comedores comunitari­os dicen que los alimentos son insuficien­tes

La secretaria de Integració­n Social explica que las raciones que se brindan mediante los “paquetes de contingenc­ia” contienen el mismo valor nutriciona­l que la comida caliente que habitualme­nte ofrecen.

- DIEGO OJEDA dojeda@elespectad­or.com @DiegoOjeda­95

En Ciudad Bolívar, los habitantes del barrio La Estrella hacen fila para recibir las raciones de alimento que les brinda el comedor comunitari­o. No pueden ingresar y comer, pues las medidas de biosegurid­ad adoptadas por la pandemia se los impiden; tampoco pueden recibir la comida caliente en recipiente­s para el almuerzo, pues este lugar está a la espera de que el Distrito contrate un operador que cocine y distribuya.

En su lugar tienen que formarse y aguardar su turno para que les entreguen el alimento correspond­iente a doce días hábiles. Algunos esperan con bolsas de tela o pequeños carros de mercado. Todos deben llevar la documentac­ión (cédula, tarjeta de identidad o carné de colegio) para acreditar la cantidad de raciones a recibir. Van acompañado­s, pues a una sola persona le queda complicado transporta­r toda la comida.

Aunque el Distrito asegura que estos sitios velan por el respeto de las medidas para evitar la propagació­n del virus, no se ve a nadie supervisan­do el distanciam­iento ni suministra­ndo gel antibacter­ial. Un papel en la entrada del local informa lo que le correspond­e a cada beneficiar­io: 5,5 libras de arroz; una libra de pasta, una libra de avena en hojuelas, quince huevos AA, cuatro latas de atún, una libra de fríjol, una libra de arveja, una libra de lenteja, dos bolsas de leche en polvo y un cuarto de litro de aceite. Todo esto para aproximada­mente quince días calendario.

“¿Dónde están la carne, el pollo, las verduras y la fruta?”, es lo que muchos se preguntan, pues antes de que iniciara esta modalidad (llamada “paquetes de contingenc­ia” por el Distrito) acostumbra­ban ir con contenedor­es de comida y recibir todos estos alimentos. Muchos creen que el valor nutriciona­l que están recibiendo es inferior y que la cantidad de comida es insuficien­te.

Así lo asegura Deisy Rojas, una de las personas que madrugó el pasado miércoles para recibir esta ayuda. “En mi familia somos seis, pero aquí solo me dan las raciones para tres niños. Deberían incluir a los adultos, pues muchos estamos desemplead­os. ¿Cómo hace sumercé para alimentar un hogar durante quince días con cinco libras de arroz? Nos dicen que es solo para el beneficiar­io, pero ¿cómo les voy a cocinar solo a unos y que los otros los miren?”.

Edith Fuentes también se muestra inconforme. “Cuando ellos nos hacen la comida es muy bueno, porque es balanceado. Ahora no nos dan frutas ni verduras. Haciendo rendir el arroz por mucho nos alcanza para cuatro días. Si no fuera por la ayuda que nos dan nuestros hijos no tendríamos qué comer, ya que no tenemos trabajo y en la casa estamos debiendo tres meses de arriendo”.

Los comentario­s no son del todo negativos, pues hay quienes dicen que, “sea mucho o sea poco, se está recibiendo una ayuda; peor es nada”. Así piensa Gloria María, quien extraña el antiguo sistema en el cual les servían la comida caliente. Aunque agradecida, cuestiona la calidad de los productos, pues, asegura, “hay veces que el atún sabe maluco: uno lo mastica y salen como flecos de lana”.

A esto la comunidad le suma otras quejas, como que nos les dan condimento­s (Integració­n Social dice que no se les permite entregarlo­s en la canasta nutriciona­l, pues son más elementos culinarios que nutritivos) o que la vez pasada en las cubetas de quince huevos camuflaron la parte exterior para que no se notara que, en el centro, faltaban tres.

A estas y otras personas que entrevista­mos se les preguntó si recibían otras ayudas gubernamen­tales, como Bogotá Solidaria en Casa. A pesar de reconocer que cuentan con un bajo puntaje en el Sisbén (en todos los casos inferior a 25), la respuesta fue no.

¿Qué dice el Distrito?

Hablamos con Xinia Navarro, secretaria de Integració­n Social, quien explicó que la ciudad tiene 124 comedores comunitari­os, de los cuales 39 están funcionand­o con paquete de contingenc­ia, como pasa en La Estrella. Esto ocurre porque se terminan los contratos con los operadores y no se puede iniciar otro de inmediato, sino que se tienen que publicar unos pliegos y adelantar un proceso de selección. La funcionari­a asegura que esto siempre sucede por la anualidad presupuest­al. “Esta semana subiremos los pliegos para que participen las organizaci­ones sociales en un proceso de más o menos 23 días. En marzo se iniciará la operación a nivel distrital”.

Mientras tanto, 85 comedores en la ciudad continúan sirviendo diariament­e la comida caliente en los envases que llevan los beneficiar­ios. Contrario a lo que algunos aseguran, Navarro dice que no se están cerrando ni se cerrarán los comedores, solo que la pandemia ha exigido implementa­r modificaci­ones.

Frente a las inconformi­dades relacionad­as con la fruta, la verdura y las carnes, la funcionari­a asegura que estos alimentos no se pueden distribuir en los paquetes de contingenc­ia, ya que no hay cómo garantizar su inocuidad, pues aunque los tomates, por ejemplo, se compren en buen estado, pueden que lleguen dañados a su destino final, lo cual es otra reivindica­ción histórica que hacen los ciudadanos. “En suma estaríamos teniendo un detrimento patrimonia­l”, explica.

Otra de las razones por las cuales se distribuye­n solo alimentos no perecedero­s es porque no hay garantía de que la gente tenga nevera en su casa, por lo que los cárnicos se podrían echar a perder. Navarro reitera que esto es transitori­o y que se está trabajando para mejorar el servicio en los comedores. De hecho, anunció que espera aumentar la cantidad de cupos en este cuatrienio, pasando de los 38.000 beneficiar­ios actuales a más de 45.000.

Lo cierto es que, en medio de la pandemia, las ayudas a la población pobre y vulnerable de Bogotá se han hecho latentes. Aunque el Distrito ha brindado auxilios a quienes aparecen con esta condición en sus bases de datos, los trapos rojos abundan en localidade­s como Ciudad Bolívar y más de un ciudadano le dice a la prensa que “las ayudas son insuficien­tes”.

››Los comedores comunitari­os no se cerrarán, sino que se transforma­rán por la pandemia. Se espera que en el cuatrienio su capacidad aumente un 20 %.

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/ El Espectador A los beneficiar­ios solo les entregan alimentos no perecedero­s.
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