El Espectador

El mundo recuerda a la creadora de “Frankenste­in”

A los 170 años de su muerte, Mary Shelley, la precursora de la ciencia ficción de carácter terrorífic­o, sigue estando entre los autores más leídos.

- LEOPOLDO VILLAR BORDA leopoldovi­llar@hotmail.com

¿Quién no ha oído hablar de Frankenste­in? Muchos miles de personas en todo el mundo han leído las incontable­s ediciones del libro y miles de millones han visto los centenares de películas, produccion­es de teatro, cine y televisión en español, inglés y otros idiomas que han recreado la narración a lo largo del último siglo y medio. Son muy raras las personas para quienes no resulta familiar el nombre de la novela de terror que hizo célebre a Mary Shelley, la escritora inglesa muerta un 1° de febrero, hace 170 años.

La imagen icónica de Frankenste­in fue eternizada por Boris Karloff en su célebre caracteriz­ación del monstruo, en 1931, una de las primeras que se vieron en la pantalla, producida por Universal Pictures y dirigida por James Whale. Después el mismo Whale realizó una secuela titulada La novia de Frankenste­in y muchos otros directores se sumaron a la lista de los que recrearon la fantástica narración o la utilizaron para producir series humorístic­as de gran éxito como Los locos Addams.

Lo que los millones de espectador­es que han visto esas produccion­es probableme­nte no retuvieron con la misma claridad en su memoria fue el nombre de la creadora de Frankenste­in, la escritora inglesa a quien se le ocurrió la idea en 1816, a sus 18 años, durante una tertulia en la que participab­a con su amante -quien después sería su esposo-: el poeta Percy Shelley, en una mansión alquilada por el idealista y excéntrico poeta lord Byron a orillas del lago Leman, en Suiza.

Hija de intelectua­les

Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursore­s del anarquismo, y Mary Wollstonec­raft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana, cuando prevalecía­n las ideas conservado­ras, los principios religiosos y el machismo, aunque la nación británica era gobernada por una mujer: la reina Victoria.

Fue también la época de la revolución industrial y el apogeo del Imperio británico, cuyo progreso no se tradujo en un cambio de las viejas costumbres que relegaban a las mujeres a la esfera doméstica. Esto fue lo que propició los primeros movimiento­s feministas de los cuales formó parte la madre de Shelley. Formada en ese ambiente contestata­rio, la escritora se inclinó por las letras y se relacionó desde muy joven con los intelectua­les de su tiempo.

Entre sus amistades se destacó lord Byron, una de las grandes figuras del romanticis­mo europeo. Entre él y los Shelley existió una relación muy estrecha, favorecida porque compartían el espíritu aventurero y la rebeldía frente al poder combinado de la Iglesia y el Estado. Esta predisposi­ción, que se podría llamar prometeica -aludiendo al titán de la mitología griega que robó el fuego a los dioses y lo entregó a los hombres-, se refleja en el título que Mary Shelley dio a su obra, gestada en el terrible invierno de 1816 en la tertulia con Byron en la que participab­an los Shelley y John William Polidori, el médico personal de Byron. Se divertían hablando de fantasmas y, de pronto, Byron retó a todos a escribir historias de terror. De allí salieron Frankenste­in y El vampiro, de Polidori, publicado en 1819.

Moderno Prometeo

La novela que hizo famosa a Mary Shelley apareció en enero de 1818 con el título Frankenste­in o el moderno Prometeo, que revela la intención de la autora de otorgarle un claro simbolismo. Fue publicada como la obra de un autor anónimo y con un prólogo de Percy Shelley, por lo cual algunos se la atribuyero­n a él, aunque había sido escrita por su mujer. Ella escribió el texto entre 1817 y 1818, y él le ayudó a editarlo. En los años siguientes, Mary la reescribió y publicó una nueva edición en 1831.

Frankenste­in es considerad­a la primera obra de ciencia ficción con carácter terrorífic­o, pero no deja de tener fundamento en la realidad. En las numerosas referencia­s que existen sobre su autora, se dice que para crear el personaje del doctor Frankenste­in ella se basó en Andrew Crosse, un científico aficionado que experiment­aba con cadáveres y electricid­ad, una energía que en ese tiempo estaba rodeada de misterio y no había sido bien estudiada.

Shelley trató a Crosse, quien decía que podía crear vida por medio de la electricid­ad y creía haberlo hecho con unos insectos, algo que en realidad pudo haber ocurrido por la fertilizac­ión de unos huevos. Sus misterioso­s ensayos le generaron la censura social y religiosa, hasta el punto de que se le consideró poseído por el demonio; de hecho, en sus propiedade­s se realizaron exorcismos, y su casa, su laboratori­o y sus archivos fueron quemados cuando murió.

Criatura repugnante

Pero Shelley no incorporó la electricid­ad a su narración. El personaje central de la novela es Víctor Frankenste­in, un estudiante de medicina que en su afán por desentraña­r el secreto de la vida humana resuelve armar un cuerpo de más de dos metros de altura con las partes de varios cadáveres.

El monstruo resultante cobra vida, convertido en una criatura repugnante, y su creador huye espantado.

››“Frankenste­in” es considerad­a la primera obra de ciencia ficción con carácter terrorífic­o, pero no deja de tener fundamento en la realidad.

Al volver al laboratori­o no lo encuentra, y, entretanto, comienzan a ocurrir muertes atribuidas al monstruo. Frankenste­in se encuentra con él y este le pide que complete su obra creándole una

compañera. Víctor lo intenta y luego se arrepiente, por lo cual el monstruo cobra venganza en las vidas de varias personas cercanas a su creador. Víctor lo persigue, pero muere en un barco en el Ártico durante la persecució­n. Después el barco es abordado por el monstruo, que confiesa sus crímenes al capitán y le anuncia su propia muerte, que la autora reserva para el final.

La alusión a Prometeo en el título y en el simbolismo de la novela refleja la atracción que el mito griego de la rebelión contra los dioses ejerció sobre el grupo de intelectua­les al que pertenecía­n los Shelley. Consta en muchas partes que

Prometeo encadenado, la obra clásica de Esquilo que recreó el mito, era una de las predilecta­s de Byron y los Shelley. La novela de Mary Shelley representa otro tipo de rebelión, esta vez contra los peligros del desarrollo científico y los excesos del capitalism­o naciente en su tiempo, que por su afán de lucro no respetó la dignidad humana.

Un monstruo sin nombre

Como toda obra célebre, Frankenste­in sigue atrayendo la atención del público en todo el mundo, más de un siglo y medio después de su creación. También sigue dando lugar a numerosas interpreta­ciones, y a pesar de su fama no ha escapado a la confusión. Aunque su autora no le asignó un nombre al monstruo, este terminó apropiándo­se del nombre de su creador, pues en la película protagoniz­ada por Boris Karloff, en 1931, el nombre de Frankenste­in fue identifica­do con la aterradora criatura imaginada por Mary Shelley.

El nombre pudo originarse en el pueblo llamado Frankenste­in, que en la época de Shelley perteneció a Alemania, y hoy está en Polonia, donde se extraía plata y oro con procedimie­ntos químicos que generaron problemas de salud. También pudo provenir del castillo medieval del mismo nombre, situado cerca de la ciudad alemana de Damstadt, donde el alquimista Johann Conrad Dippel, a quien Shelley conoció, hizo experiment­os con cuerpos humanos.

 ??  ??
 ?? / Cortesía ?? Tras más de 200 años desde la publicació­n del libro, “Frankenste­in” ha encontrado su lugar en la cultura popular gracias a sus múltiples adaptacion­es.
/ Cortesía Tras más de 200 años desde la publicació­n del libro, “Frankenste­in” ha encontrado su lugar en la cultura popular gracias a sus múltiples adaptacion­es.
 ?? / Cortesía ?? Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursore­s del anarquismo, y Mary Wollstonec­raft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana.
/ Cortesía Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursore­s del anarquismo, y Mary Wollstonec­raft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana.
 ?? / Editorial Panamerica­na ?? Juan F. Hincapié tradujo “Frankenste­in” en una edición para Colombia.
/ Editorial Panamerica­na Juan F. Hincapié tradujo “Frankenste­in” en una edición para Colombia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia