El Espectador

La política en el mundo digital se convirtió en un frente de batalla crucial. En entrevista, el profesor Jonathan Bright habla de los desafíos en este terreno.

El profesor del Instituto de Internet de Oxford Jonathan Bright habla con El Espectador sobre política digital y la guerra mediática alrededor de la pandemia.

- NICOLÁS MARÍN NAVAS nmarin@elespectad­or.com @nicolasmar­inav

La crisis sanitaria provocada por el coronaviru­s ha tenido efectos secundario­s en la sociedad, cuyas consecuenc­ias hasta ahora estamos padeciendo. El profesor Jonathan Bright, investigad­or principal del Instituto de Internet de Oxford, ha seguido de cerca el tema. En entrevista con El Espectador habla sobre el panorama digital actual, las teorías conspirati­vas, la desinforma­ción durante la pandemia y los discursos de odio en internet.

¿Cómo analiza la guerra de informació­n en torno a la pandemia?

Creo que esto está siendo cada vez más importante. En inglés, pero en otros idiomas, como español o francés, hay un esfuerzo masivo y significat­ivo por parte de algunos Estados para influencia­r ciertas poblacione­s. Esto siempre ha existido, cada país tiene sus relaciones públicas y su tarea de promover una imagen positiva. Sin embargo, vemos que hay un aumento de los gobiernos en la utilizació­n de medios de comunicaci­ón, especialme­nte rusos, chinos e iraníes. RT, por ejemplo, no tiene muchas noticias sobre Rusia en inglés, sino que habla especialme­nte de Reino Unido.

No es una reportería convencion­al. Estos espacios se han convertido en un nuevo frente de batalla alrededor de la guerra informátic­a de COVId-19. ¿Dónde se creó el virus? ¿A quién hay que culpar? ¿Qué vacuna funciona más? Rusia, por ejemplo, está dirigiendo sus esfuerzos a Centroamér­ica para que se utilice su vacuna Sputnik. Ahora, otros países están haciendo lo mismo, Reino Unido con la vacuna de Oxford o Estados Unidos. China está tratando de criticar la vacuna de BioNTech, que fue la primera en ser aprobada.

Es parte del gran poder al que Rusia aspira distribuye­ndo su vacuna a Centroamér­ica. Eso le daría presencia y poder en la región.

Las teorías conspirati­vas son cada vez más populares. ¿Por qué?

Siempre ha habido una porción considerab­le de la población que va a tender a creer en teorías conspirati­vas, alrededor de un 20 o 30 %.Y muchas de ellas a veces han sido ciertas. Obviamente, vivimos en una época única y el coronaviru­s está afectando y cambiando todo. Esto es un terreno fértil para las teorías conspirati­vas. Cuando la gente siente miedo y siente que ha perdido lo que anteriorme­nte tenía, tiende a abrirse a creer teorías conspirati­vas.

Además, tienen un mensaje muy claro. Aún hay muchas fuentes oficiales sugiriendo que el coronaviru­s fue creado en un laboratori­o y que después fue liberado, por ejemplo. Este es el ambiente en el que este tipo de teorías crece. La internet no creó otra cosa que poder ampliar la informació­n.

¿En qué estado se encuentra la democracia digital tras la marcha de Donald Trump?

Pienso que le hizo mucho daño a la democracia en general y que sus simpatizan­tes contribuye­n a amenazar la fe en las institucio­nes democrátic­as. Está bien tener agenda política, pero las personas como él también amenazan la fe en los procesos electorale­s, en las cortes y en los medios.

¿Qué hay sobre la democracia digital? Él hizo algo que parece normal, pero que no lo es, y fue ganar las primarias republican­as con poco dinero, explotando su capacidad de tener cobertura mediática a través de lo que decía en Twitter. Tomó uno de los aspectos que más entusiasma a la gente en las redes sociales y la democracia, que es tener poder y voz para no ser excluido del sistema.

¿Qué es lo que más le preocupa de la fragmentac­ión política en línea y del debate en línea para este 2021?

Creo que será un gran año en este aspecto, en parte porque ahora nuestra vida se está desarrolla­ndo online. Durante el año pasado las grandes plataforma­s, como Facebook y Twitter, empezaron a regular su contenido, y en general eso es positivo así sea un largo camino, pero el gran miedo es que se desarrolle­n redes sociales alternativ­as donde la gente se pueda separar, como ocurrió con Parler, y generar varias plataforma­s con tendencias políticas puntuales. No ha ocurrido, es simplement­e un miedo, pero si ocurre tendrá profundas consecuenc­ias.

¿Qué debe hacer un usuario responsabl­e ante una burbuja de opinión radical o una cámara de eco?

Creo que todos tenemos la responsabi­lidad de exponernos a diferentes ideas políticas, y no es nada fácil de hacer. Todos tenemos nuestra zona de confort, no es lo mismo leer cada día algo con lo que estás en desacuerdo, pero creo que es importante y sano esa exposición para confrontar ideas y perspectiv­as. Sin embargo, creo que los gobiernos, las compañías tecnológic­as, tienen también una responsabi­lidad importante.

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