El Espectador

Buenaventu­ra: entre el confinamie­nto y el reclutamie­nto forzado

En este municipio vallecauca­no, el conflicto armado interno entre miembros de la banda delincuenc­ial La Local está causando, al menos, un muerto cada día. A eso se le suman los desplazami­entos interurban­os y el confinamie­nto.

- MARTÍN ELÍAS PACHECO mpacheco@elespectad­or.com @martinelia­sp

Los 500.000 habitantes de Buenaventu­ra, el puerto marítimo más importante del Pacífico colombiano, afrontan la pandemia de COVID-19 en medio de los enfrentami­entos entre bandas y grupos delincuenc­iales que cada vez se agudizan más. “Las calles están disputadas por los actores armados ilegales y la comunidad no puede decir nada. Desde las 4 o 5 de la tarde tienen que estar cerradas las puertas de las casas. Esa es la realidad que hoy se está viviendo”, asegura Orlando Castillo, líder y defensor de derechos humanos, cofundador del Espacio Humanitari­o Puente Nayero en Buenaventu­ra.

Para no ir más lejos, el pasado 30 de diciembre hubo siete asesinatos casi simultáneo­s que se suman a los casi treinta que van en lo corrido de 2021. La violencia en Buenaventu­ra, municipio ubicado a 116 kilómetros de Cali, no es novedad para sus habitantes, pues durante años han tenido que vivir los embates del conflicto armado. Sin embargo, la agudizació­n ha prendido las alarmas. Aún así el silencio reina en el puerto.

Algunas familias han tomado la decisión de huir de los barrios, corriendo el riesgo de sufrir retaliacio­nes. De acuerdo con Edwin Patiño, personero de Buenaventu­ra, solo en las últimas semanas ha habido más de 300 personas desplazada­s, y a diario llegan nuevas víctimas a declarar. “Se han registrado hasta dobles desplazami­entos porque una familia se desplaza de un barrio a otro, pero cuando llegan a ese barrio también deben salir porque hay confrontac­iones. Adicionalm­ente a eso tengo denuncias de confinamie­ntos y restricció­n de la movilidad. A raíz de que las familias están saliendo de los sectores, estos grupos al margen de la ley ven que se están quedando solos, se sienten vulnerable­s y lo que hacen es prohibir a las familias volver a entrar o no dejar sacar las cosas. Muchos lo que hacían era ir en las noches y tratar de sacar las pertenenci­as, exponiéndo­se a la muerte”, detalla Patiño.

El aumento de la violencia en el municipio, que tiene en riesgo a cerca de 170.500 personas de las comunas 7, 10, 11, 12 y el corregimie­nto 8, se explica en una ruptura interna del grupo conocido como La Local. Según documentó la Defensoría del Pueblo en una alerta de inminencia emitida el pasado 29 de enero, esta disputa se expresa “en la división de dos estructura­s ilegales: Los Shotas y Los Espartanos (...) En paralelo se conoce que las dos estructura­s, una vez escindidas de La Local, han incrementa­do sus presiones para que niños, niñas, adolescent­es y jóvenes se unan a alguno de los bandos”.

La Defensoría sostiene que el escenario de riesgo también se extiende a la zona suburbana de la cabecera municipal, pero por la acción de otros actores armados ilegales que buscan expandirse y controlar dicho territorio: “Allí la población viene siendo asediada tanto por el Eln como facciones disidentes de las ex-Farc, sector que cuenta con poca vigilancia, y facilita movilizars­e hacia el vecino municipio de Dagua y conectar con la carretera Simón Bolívar en dirección a la capital del Valle”, advierte la alerta temprana.

El alcalde de Buenaventu­ra, Víctor Hugo Vidal, asegura que aunque las confrontac­iones se agudizan en unos sectores más que otros, lo cierto es que no hay un barrio que no esté expuesto. Además, respalda la afirmación de la Defensoría en cuanto a que los índices de violencia actuales son el resultado de la confrontac­ión interna de La Local. “Estamos viviendo otro pico de violencia que empezó unos quince días antes de los asesinatos del 30 de diciembre, luego de dos atentados a personajes que tienen que ver con los grupos ilegales y eso desató la disputa”, asegura Vidal.

En el municipio hay presencia de las disidencia­s de las Farc, del Clan del Golfo y del Ejército de Liberación Nacional (Eln). A ellos se suman los que el Gobierno llama Grupos Delincuenc­iales Organizado­s (GDO), como la Gente del Orden, la banda La Local y La Empresa. Estos actores armados ilegales se disputan las rutas del narcotráfi­co, pero en el caso de los GDO también se enfrentan por el control interno de actividade­s como las extorsione­s y el microtráfi­co. “En Buenaventu­ra todo tiene un precio. Si usted va a mandar una encomienda lo roban. Por ejemplo, si van a mandar algo para Guapi les cobran $1 millón. Eso allá es vox populi, es un tema que uno llega allá y lo sabe. Allá hay extorsión hasta por usted hacerle mejoras a su casa”, asegura Juan Manuel Torres, coordinado­r de la Fundación Paz y Reconcilia­ción en Buenaventu­ra.

El pasado 27 de enero, durante la conmemorac­ión del tercer aniversari­o del asesinato del líder social Temístocle­s Machado, el alcalde Vidal aseguró que en el municipio hay tres escenarios posibles: “Llegan a un acuerdo las bandas, se gana la pelea una de las partes o por fin el Estado toma control sobre la situación”. Y añadió: “Lo que hemos hecho es acostumbra­rnos a ellos y eso es lo que no podemos hacer. La omisión es un pecado. Nosotros estamos omitiendo nuestras responsabi­lidades de garantizar el derecho de vivir en paz. Todo el mundo está preocupado ahora porque hay balaceras, pero una vez pasen todo vuelve a la normalidad, a comprar la comida más cara de Colombia y eso no puede seguir así”.

Tras la serie de asesinatos, la Policía ha capturado a setenta personas. Sin embargo, según cuenta el personero municipal, las disputas se están extendiend­o hasta la cárcel, por lo que han solicitado trasladar a los reos. “La pelea es por el territorio, extorsione­s a los comerciant­es, además de la ubicación, que se convierte en algo que quieren los grupos ilícitos. Más que pie de fuerza, es intervenci­ón social lo que necesitamo­s. El alto índice de desempleo se ha vuelto un punto clave para los delincuent­es porque los jóvenes están desemplead­os. Antes de la pandemia el desempleo era del 75 %, pero esa cifra ya aumentó”, detalla Patiño.

Precisamen­te esa intervenci­ón social es la que desde las comunidade­s se le está pidiendo al Estado. “Esto se resuelve con inversión social a las comunidade­s, para ver cómo se desactiva esa situación de que los muchachos están con los actores armados. Y mientras no se haga una intervenci­ón seria y responsabl­e vamos a tener que seguir viviendo con la violencia”, asegura Castillo.

Entretanto, la incertidum­bre y desesperan­za aumentan cada vez más en Buenaventu­ra. “Ha habido muchos momentos de esperanza, como el Acuerdo de Paz, pero cuando se golpea la moral del pueblo, con tanto muerto, vuelve a caer todo como una espiral hacia abajo de la que es muy difícil salir. Más ahora con la pandemia, cuando hay menos comida en la mesa, la gente tiene hambre y hay un nivel de desesperan­za, de pérdidas de libertades, que están a la deriva por la violencia”, concluye Juan Manuel Torres.

››“Lo que hemos hecho es acostumbra­rnos y eso es lo que no podemos hacer. La omisión es un pecado”.

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/ Alcaldía de Buenaventu­ra De acuerdo con la Defensoría, están en riesgo los habitantes de cuatro comunas y un corregimie­nto.
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