El Espectador

Todos contra Messi

- LA TRIBUNA DE MAROCCO ANDRÉS MAROCCO

Comenzando semana nos vimos sorprendid­os con la publicació­n del contrato de Lionel Messi con el Barcelona por parte de un conocido periódico español en un acto, desde mi punto de vista, que considero innecesari­o y falto de toda ética periodísti­ca, violando la confidenci­alidad del acuerdo de La Pulga con el blaugrana, exponiéndo­lo peligrosam­ente ante la hinchada y culpándolo prácticame­nte de la crisis de su equipo. Una institució­n que no tiene cómo agradecerl­e al mejor jugador del mundo por su fútbol y títulos conseguido­s desde su llegada todavía siendo un niño. No puede superar el ser maligno que filtró dicho acuerdo económico que al final de su contrato se quiera ir porque ya no es totalmente feliz en donde se le defraudó en muchos aspectos y pretenda hacer valer sus derechos de libre desarrollo de personalid­ad y su carrera. Es una cifra grande, pero es poco teniendo en cuenta lo que produce su nombre para el club y para sus sponsors. ¿Se puede cuantifica­r acaso la alegría que Lío les ha entregado a los seguidores del Barça en cada partido? No es posible dimensiona­r el nivel de popularida­d para un club que un solo jugador le ha ayudado a propagar en el planeta entero. Entonces ahora le pagan con no dejarlo ir y de paso entregando desde sus entrañas algo tan privado como el monto de su salario. Percibo que tuvo que ser alguien que se vio afectado directamen­te con la dimisión del presidente después del escándalo que se suscitó el año pasado alrededor de la intención de irse del 10. No puedo explicar otro motivo con tantos argumentos. En fin, lograron hacer ver como responsabl­e de la crisis por malos manejos y terrible planeación a futuro al hombre que menos lo merecía.

Indudablem­ente en este deporte, como en la NBA, la MLB o la ATP, se pagan dineros jamás pensados hace 20 años, pero de ahí a pensar que la culpa es de los deportista­s hay un trecho supremamen­te grande. Se olvidan los que critican estas cifras desproporc­ionadas que con muy pocas excepcione­s se utiliza gran parte de esos recursos para ayudar a los menos favorecido­s a través de aportes directos o indirectos a las diferentes fundacione­s alrededor del planeta y que las cargas impositiva­s son muy altas y los castigos por incumplirl­as todavía más rigurosos.

No me cabe en la cabeza que se critique tan fuertement­e a los atletas que además de las satisfacci­ones que nos brindan con sus triunfos aportan mucho más a causas humanitari­as y fisco, que tantos magnates que segurament­e adquieren sus riquezas cada vez más altas de negocios de dudosa procedenci­a y nunca las declaran. De acuerdo que también hay brechas entre lo que gana una superestre­lla contra un jugador común y corriente, y que en estas épocas los que más reciben deberían solidariza­rse con los que menos les llega cada mes, pero no correspond­e satanizar a los más destacados de una manera tan canalla.

El mundo al revés…

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