Todos contra Messi
Comenzando semana nos vimos sorprendidos con la publicación del contrato de Lionel Messi con el Barcelona por parte de un conocido periódico español en un acto, desde mi punto de vista, que considero innecesario y falto de toda ética periodística, violando la confidencialidad del acuerdo de La Pulga con el blaugrana, exponiéndolo peligrosamente ante la hinchada y culpándolo prácticamente de la crisis de su equipo. Una institución que no tiene cómo agradecerle al mejor jugador del mundo por su fútbol y títulos conseguidos desde su llegada todavía siendo un niño. No puede superar el ser maligno que filtró dicho acuerdo económico que al final de su contrato se quiera ir porque ya no es totalmente feliz en donde se le defraudó en muchos aspectos y pretenda hacer valer sus derechos de libre desarrollo de personalidad y su carrera. Es una cifra grande, pero es poco teniendo en cuenta lo que produce su nombre para el club y para sus sponsors. ¿Se puede cuantificar acaso la alegría que Lío les ha entregado a los seguidores del Barça en cada partido? No es posible dimensionar el nivel de popularidad para un club que un solo jugador le ha ayudado a propagar en el planeta entero. Entonces ahora le pagan con no dejarlo ir y de paso entregando desde sus entrañas algo tan privado como el monto de su salario. Percibo que tuvo que ser alguien que se vio afectado directamente con la dimisión del presidente después del escándalo que se suscitó el año pasado alrededor de la intención de irse del 10. No puedo explicar otro motivo con tantos argumentos. En fin, lograron hacer ver como responsable de la crisis por malos manejos y terrible planeación a futuro al hombre que menos lo merecía.
Indudablemente en este deporte, como en la NBA, la MLB o la ATP, se pagan dineros jamás pensados hace 20 años, pero de ahí a pensar que la culpa es de los deportistas hay un trecho supremamente grande. Se olvidan los que critican estas cifras desproporcionadas que con muy pocas excepciones se utiliza gran parte de esos recursos para ayudar a los menos favorecidos a través de aportes directos o indirectos a las diferentes fundaciones alrededor del planeta y que las cargas impositivas son muy altas y los castigos por incumplirlas todavía más rigurosos.
No me cabe en la cabeza que se critique tan fuertemente a los atletas que además de las satisfacciones que nos brindan con sus triunfos aportan mucho más a causas humanitarias y fisco, que tantos magnates que seguramente adquieren sus riquezas cada vez más altas de negocios de dudosa procedencia y nunca las declaran. De acuerdo que también hay brechas entre lo que gana una superestrella contra un jugador común y corriente, y que en estas épocas los que más reciben deberían solidarizarse con los que menos les llega cada mes, pero no corresponde satanizar a los más destacados de una manera tan canalla.
El mundo al revés…