Paola Benrey pinta el panorama Color de Esperanza
Desde hace cuatro años empezó a crear esta marca de diseño que se encarga de elaborar prendedores para apoyar los procesos de vida de mujeres cabeza de hogar.
¿Qué es Color de Esperanza?
Color de Esperanza es una marca que nace con el propósito de dar a mujeres en condiciones de vulnerabilidad una oportunidad productiva, que les permita estar cerca de sus hijos y sentirse dignas de soñar y crecer. Fui mamá muy joven y debido a esto tuve que salir a trabajar y no pude estar con mi hijo el tiempo que hubiera querido. Hace cuatro años, mientras trabajaba en una fundación con niños, descubrí que mi propósito era ayudar a que las mujeres pudieran estar en la vida de sus hijos y no por esto dejar de recibir un ingreso que les permita tener libertad económica. De ahí nació la idea de crear Color de Esperanza.
¿Por qué hacer una marca con propósito?
Pienso que el mundo necesita cada vez más ayuda. Como ciudadanos, tenemos que tomar acción sobre las cosas que nos preocupan. Tener una marca con propósito llena el corazón, porque definitivamente al dar recibes más de lo que crees que estás dando. Debemos preocuparnos más por disminuir las brechas económicas y de educación. Considero que solo así podremos vivir seguros y en paz.
¿Dónde conoció a estas mujeres? ¿Qué conexión tiene con ellas?
Algunas las conocí hace muchos años cuando hice una entrega de kits escolares en una escuela. Aproximadamente cinco años después, nos reencontramos, para crear con ellas y otras mujeres de la comunidad este proyecto. Cuando empezamos no manejaban conocimientos para desarrollar nuestros productos, así que las capacitamos por más de un año una vez a la semana. Hoy todavía tenemos sesiones en donde aprenden nuevas técnicas y uso de materiales.
Una lección que haya aprendido de las mujeres a las que apoya.
Su generosidad. Cuando empezamos, hace un año y medio, se creó una familia entre nosotras. Todas abrían la puerta de su casa para que sus compañeras fueran a las capacitaciones, incluso iban con sus hijos. Son unas anfitrionas increíbles, siempre tienen algo que ofrecer.
Además de brindarles un ingreso estable, ¿cómo cree que impacta la vida de estas mujeres?
Color de Esperanza va mucho más allá de ser solo una oportunidad productiva. El impacto que quiere tener en la vida de estas mujeres es integral. Capacitarlas en temas como el ahorro, los hijos, finanzas personales y alimentación, entre otros. Además, sueño con tener un espacio en donde los niños tienen también la oportunidad de aprender diferentes cosas. Pronto comenzaremos con seis niños, hijos de nuestras tejedoras, un proyecto de huertas en casa.
¿Cómo sabe si una colección es exitosa?
Mi lado romántico dice que es exitosa siempre, porque nace del amor, la dedicación y el esfuerzo que por meses ponemos en sacarla adelante. Mi lado racional la evalúa de acuerdo con las ventas. Tenemos un proyecto que debe generar ingresos para mantenerse.
¿Cómo planea cada colección?
La planeación de las colecciones se hace desde principio de año. Empezamos a trabajar en cada colección por lo menos tres a cuatro meses antes. Es un proceso que pasa por la investigación, el dibujo, uso de materiales y técnicas. Después de esto llevamos los dibujos a la realidad, tejiéndolos. Unas veces salen bien y otras hay que volver a intentar. Solo quedan listos cuando los vemos y sentimos amor a primera vista.
¿Cómo ha sido el trabajo durante la pandemia con las mujeres?
La filosofía de Color de Esperanza es que ellas trabajen desde su casa; eso ha favorecido mucho nuestro funcionamiento durante la pandemia. Hemos tenido que fortalecer nuestra comunicación en WhatsApp y cambiar la forma como nos reuníamos semanalmente. Sin embargo y gracias a lo preparadas que ya estaban, hemos podido seguir trabajando sin parar ninguna semana.
¿Cómo se llama y en qué ha sido inspirada la nueva colección?
La más reciente colección se llama Hope y fue inspirada en todos los aprendizajes que nos dejó el año 2020. Lanzamos once diseños que representan valores como empatía, resiliencia, agradecimiento, altruismo y adaptabilidad, entre otras, todas ellas tomadas de palabras enviadas por nuestros usuarios de Instagram cuando les preguntamos qué buenas enseñanzas les había dejado el año que terminó. Es también una invitación a vivir el momento presente, porque al final es de lo único que tenemos certeza.
Usted cambió la vida de ejecutiva por el de emprendedora, ¿valió la pena?
Mucho. Tengo que admitir que salir de mi zona de confort me costó trabajo. Durante mis primeros meses, tuve mis encuentros con el ego, que me decía en voz baja: cómo vas a perder la oportunidad de ese cargo o de ese salario. Pero oigo bastante a mi corazón y un día, él me fue llevando a donde estoy ahora. Me levanto todos los días con pasión para sacar Color de Esperanza adelante y siento que estoy haciendo algo que va más allá de generar retorno a una compañía.
¿Cómo es emprender a través de las redes?
Trabajé por muchos años en la industria de los medios digitales y tengo que aceptar que en esa época me equivoqué dimensionando lo que las redes sociales pueden hacer por una marca. Hoy Color de Esperanza tiene más de 32.000 seguidores. Para llegar a este número y mantenerlo, hemos tenido que trabajar mucho en que el contenido refleje la identidad de la marca y que sea agradable para nuestros seguidores. Realmente requiere calidad y constancia. Puedo decir que para emprendimientos como el de Color de Esperanza funciona. Solo hay que tener cuidado de no caer en métricas de vanidad y llevar esos usuarios a que se conviertan en clientes y promotores de la marca.
¿Cómo pinta 2021? ¿Hay Color de Esperanza?
¡Pinta muy bien! Tenemos el lanzamiento de dos productos, varias colecciones de Paolines (que son nuestros prendedores), y lo más importante: nuestro programa de incorporación de madres va a crecer con un proyecto que denominamos Plan Madrina, en el que las mujeres que hoy ya tienen conocimiento y experiencia son las encargadas de enseñarles y acompañar a las nuevas. Creemos muchísimo en este proyecto, en el impacto que tiene sobre la sociedad. Además, cada vez somos más convencidas de que tenemos un producto más lindo y de mejor calidad.