Una fecha entre la historia y el olvido
HACE 30 AÑOS, EL 4 DE FEBRERO DE 1991, se instaló en Bogotá la Asamblea Nacional Constituyente.
En 1984, un guerrillero de nombre Óscar William Calvo, líder del Epl, mencionó la idea de una constituyente para avanzar hacia la paz. Por primera vez un grupo alzado en armas depositaba confianza en una respuesta jurídica. Luego, en 1987, el sector privado del Tolima pidió convocarla.
Seis décadas antes, bajo la inspiración de López como presidente de la República y el liderazgo jurídico de Echandía, un excepcional equipo integrado por paisanos suyos diseñó lo que la Carta del 91 denominaría Estado
social de derecho. Suelo mencionar a ese equipo por su nombre cabal: “Escuela del Tolima”. Con los líderes mencionados estaban Carlos Lozano y Lozano, José Joaquín Caicedo Castilla, Antonio Rocha Alvira, Rafael Parga Cortés, Alberto Camacho Angarita, Gonzalo París Lozano.
Defendieron el derecho de huelga, la función social de la propiedad, la protección al trabajo, a los derechos civiles y las libertades ciudadanas.
El país disfrutó de esas conquistas durante décadas. La reforma de 1968, inspirada por Carlos Lleras, las mantuvo y sobrevivieron hasta los años 80. Pero la señora Thatcher y el señor Reagan desmontaron la concepción de lo social y arremetieron contra el Estado de bienestar. Finalmente, el Consenso de
Washington ordenó extender su acta de defunción.
La Asamblea Constituyente lo revitalizó con creces. Los colombianos percibieron el nacimiento de un nuevo país. ¿Pero qué pasó con él? Todos los gobiernos, desde 1991 hasta hoy, implementaron contrarreformas a la Constitución y desarrollos regresivos de la misma, a través de la ley y con el aval de la jurisprudencia. Muchos han olvidado aquel 4 de febrero y casi nadie recuerda que hace 30 años nació un “nuevo país”, como se repetía con orgullo en las calles y se leía, a menudo, en la prensa. Por desgracia, ese nuevo país colapsó y, con él, el mensaje esperanzador de la Constituyente. No hay derecho: a ese nuevo país lo dejaron morir, antes de que acabara de nacer.