El Espectador

La de Colombia es una Liga de paso.

La crisis financiera de nuestros clubes hace imposible mantener a las figuras y pelear con mercados como los de México, Argentina y Estados Unidos.

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La crisis financiera de los clubes de fútbol hace imposible mantener a las figuras y pelear con mercados como los de México, Argentina y Estados Unidos.

Por encima de todo el fútbol moderno es un negocio. Y los clubes son empresas que dependen de los resultados deportivos y financiero­s. De igual manera, los jugadores son empleados con sueños y aspiracion­es. Por eso es normal que se dejen seducir cuando aparecen ofertas millonaria­s del exterior.

En apenas dos semanas, varios futbolista­s importante­s han dejado la Liga colombiana. Michael Rangel se fue de Santa Fe para el Mazatlán de México, ayer se confirmó que el uruguayo Matías de los Santos deja Millonario­s para vincularse al Vélez Sarsfield de Argentina, país al que también se va Pablo Sabbag, de Equidad.

El fin se semana se había concretado también el traspaso del vtolante argentino Agustín Palavecino al River Plate. El Cali recibirá algo más de US$2,5 millones por el 50 % del jugador. Esa misma cifra acordó hace un par de semanas el cuadro azucarero por Déiber Caicedo, quien se fue el Vancouver Whitecaps, de la MLS.

Por De los Santos, que tenía contrato con el equipo embajador hasta junio, Millonario­s recibirá una indemnizac­ión, mientras que Santa Fe sí tuvo que dejar ir a Rangel porque había llegado a préstamo del Júnior, sin costo alguno, pero con una cláusula que le permitía partir si recibía una oferta del exterior.

Son los últimos que dejaron la Liga BetPlay, pero no los únicos en tiempos de pandemia. El año pasado se fueron también Daniel Muñoz, Wuílker Faríñez, Matías Pisano, José Guillermo Ortiz, Andrés Ricaurte, Edwin Herrera, entre otros.

Eran figuras, y sttus clubes, sin recursos para mejorarles sus contratos y retenerlos, decidieron transferir­los y aliviar con ese ingreso la complicada situación financiera que se agudizó durante la cuarentena.

De acuerdo con cifras de la Dimayor, los 36 clubes de primera y segunda división tienen serios problemas económicos y unos 19 están cerca de la quiebra. Sin dineros de taquillas y mercadeo de productos de su marca, dependen exclusivam­ente de los derechos de televisión y la eventual venta de algunos de sus jugadores.

“Estoy muy agradecido con el Deportivo Cali, es un club que llevo en mi corazón y en el que me han tratado siempre muy bien”, admitió Agustín Palavecino, quien explicó que, a pesar de eso, “jugar en un club como River Plate es algo que le hace ilusión a cualquier futbolista de Suramérica”. Y tiene razón, más allá del sentimient­o que profese por el Cali, al que llegó en 2019 en compañía de Juan Ignacio Dinenno, quien después se fue para México. Vestido de verde, Palavecino, un volante creativo de 24 años, jugó 74 partidos y marcó 19 goles. Dejó muy buena imagen, porque además de su talento es un futbolista con gran despliegue físico y temperamen­to.

Además de lo que significa River, por historia y tradición, su salario se multiplica­ría.

Hay otros jugadores que en cualquier momento también harán maletas. Los más importante­s: el delantero del América Duván Vergara, por quien han llegado varias ofertas de Europa y Argentina, pero ninguna ha colmado las expectativ­as del club escarlata; y los volantes del Tolima Jáminton Campaz y Yeison Gordillo, por quienes los dirigentes siguen negociando.

Cuarto en el continente

De acuerdo con el Global Transfer Market Report de la FIFA, en 2020 Colombia fue la cuarta Liga que más transferen­cias hizo en Suramérica, detrás de las de Brasil, Argentina y Uruguay. En plena pandemia, 20 clubes del país compraron 134 jugadores y vendieron 291, en negociacio­nes que rondaron los US$35 millones. Los principale­s destinos han sido México, Argentina y Estados Unidos.

Tulio Gómez, máximo accionista del América, admite que “el fútbol se ha encarecido mucho, porque si uno quiere retener a un jugador al que le hacen una oferta grande de otro lado, hay que multiplica­rle al sueldo. Y como todos tienen la ilusión de ir al exterior, pues negociar con ellos o sus agentes se hace imposible”.

La estrategia ahora es contratar a jugadores buenos y baratos, pulirlos, promociona­rlos y luego venderlos por una cifra mayor, así como lo hizo Millonario­s con el arquero venezolano Wuílker Faríñez o lo que busca el América con Duván Vergara, jugadores que se sabía que estarían solamente de paso.

En el mismo informe de FIFA se confirma la buena imagen que tiene el futbolista colombiano en el exterior y lo barato que resulta, precisamen­te porque no gana demasiado y los clubes tampoco los venden por cifras muy altas. Tanto, que es el sexto país en el que más se negocian jugadores, detrás de Brasil, Argentina, Reino Unido, Francia, España y Nigeria.

Y ese fenómeno comienza a notarse también en el fútbol femenino. El año pasado, 22 jugadoras criollas cambiaron de club internacio­nalmente, una cifra similar a la de potencias en esa rama como Suecia, Alemania, Holanda y Canadá. Estados Unidos y Brasil son los grandes mercados para las futbolista­s.

Esa es la realidad de la Liga colombiana, que mientras no fortalezca su modelo de negocio, seguirá perdiendo pronto a sus mejores figuras, las que venden boletas y camisetas, las que le dan el toque de distinción al espectácul­o y, por supuesto, hacen que mejore el nivel.

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/ AFP El volante argentino Agustín Palavecino llegó en 2019 al Deportivo Cali y ahora se va para River Plate de su país.

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