El Espectador

El precio de un “misterio gozoso”

- ENTRE EL FUEGO Y LA TIJERA ALBERTO MEDINA LÓPEZ

Oscar Hahn, uno de los más grandes poetas vivos de Chile, no comprendió por qué la dictadura de Augusto Pinochet ordenó recoger su libro titulado De mal de amor, cuando se trataba, según sus palabras, de un “inofensivo libro de poemas”.

En esas bellas páginas que le cantan al fantasma de un amor perdido que se quedó pegado en los espacios de un dormitorio, en la funda de la almohada, en la ropa sin lavar, en una sábana o en las prendas blancas del clóset, los censores parecen haber visto un acto subversivo.

¿Qué puede haber de rebelión en mágicos versos como estos? “Anoche fui la funda de tu almohada / para sentir la tibieza de tus mejillas / y decirte despacio en el oído / amor mío, amor mío”. O en poemas en los que el amante es un recuerdo. “Estuve todo el día entre tu ropa sin lavar / disfrazado de camisa sucia”.

Al libro de Hahn le aplicaron un artículo transitori­o que restringía la libertad de opinar e informar que un apartado principal de la Constituci­ón de 1980 defendía “en cualquier forma y por cualquier medio”. Bastaba un decreto que dijera “por orden del presidente de la República” para que una obra fuera prohibida.

En estricta aplicación de esa norma, en 1981, un mes después de publicado De mal de amor, los censores del régimen le ordenaron al editor sacarlo de librerías y biblioteca­s. El portal Memoria chilena, de la Biblioteca Nacional, señala que uno de los poemas del libro fue el causante de la medida gubernamen­tal porque fue interpreta­do como una ofensa a la virgen y a la moral cristiana, que tanto defendía la dictadura.

“Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro mismo / del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas”. La alusión a uno de los misterios del Santo Rosario, que empieza con la encarnació­n del Hijo de Dios, parece ser el sustento de la orden presidenci­al.

Algunos antecedent­es confirman la obsesión de Pinochet con los asuntos de la Iglesia. El suplemento Artes y Letras, del diario El Mercurio, en su edición del 14 de junio de 1981, en un artículo sobre la censura en aquellos días, dice que antes de la Constituci­ón, el bando 107 de 1977 imponía la censura previa con una sola excepción: “Las publicacio­nes de la Iglesia católica quedaban eximidas…”.

Las ofensas a la Iglesia eran entonces ofensas a la dictadura, y por esa razón Hahn pagó con creces por su “misterio gozoso”.

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