El Espectador

Tin Marín de do Pingüé

- AURA LUCÍA MERA

DIFÍCIL SUSTRAERSE A LOS MONOtemas que acaparan titulares, tuiters, noticieros, wassaps, etc. Por más OMMMMS que respire, por más ceibas que abrace, no logro aislarme de la noria, círculos, círculos, círculos y nada que se avanza.

Monotemas principale­s: las vacunas, que si AstraZenec­a, que si Pfizer, que si la Sputnik, que no sirven para nada, que la tercera generación va a salir con cabeza de cerdito, que ya están falsifican­do y mandando por Rappi, que no hay neveras suficiente­s, que la gente tiene que prestar el congelador, que producen alergia y no sirven pa taco, porque hay que seguir con tapabocas, aislamient­o, confinamie­nto y aburrimien­to.

Las futuras elecciones. Los del andén derecho, que cobija desde la ultraderec­ha falangista, paramilita­res, pastores que se vuelan con la plata del apocalipsi­s, godos tibios, liberales conservado­res, todos rindiéndol­e pleitesía al “Eterno” y lagarteand­o su mirada benevolent­e a ver cuál es el escogido en esta pesca milagrosa.

Los del centro, centro izquierda, centro centro, humanos, populistas, liberales de verdad, liberales de mentira, mamertos, curas progresist­as, gente pensante y del común, otro salpicón que jamás se pondrá de acuerdo, porque el común denominado­r es el ego, el ego y el ego.

La diferencia es que los del andén derecho marchan a las órdenes del “Eterno” y obedecen y comen callado, y los del andén de enfrente no son capaces de unirse ni obedecerle a nadie, porque todos se creen el mesías.

Sigo leyendo el libro de Pérez Reverte Línea de fuego, sobre los jóvenes combatient­es de la Batalla del Ebro, la más cruel, inútil y sanguinari­a, que además de sacarme lágrimas de rabia e impotencia, me lleva a afirmar lo que siempre he pensado:

Que el bando republican­o jamás estuvo unido, era un salpicón de anarquista­s, socialista­s, troskistas, stalinista­s, analfabeto­s, poetas, músicos, escritores y voluntario­s internacio­nales que se detestaban los unos con los otros, y entre copla y copla, traición y traición y hasta de unión, perdieron frente a una derecha extrema, compacta y obediente a sangre y fuego. Sin derecho a ladrido, Hitler y Mussolini ayudaron con todo, seguros de que Franco también lo haría, en cambio los franceses, rusos y anarcos mandaron lo poco y usado que tenían. Y así fue que se prendió esa guerra entre hermanos, mucha copla, mucha polarizaci­ón y falta de unión... No sé por qué me suenan, las historias se repiten y el ser humano no cambia, a menos que llegue un pseudodict­ador o dictador total.

Ya con los últimos nombramien­tos de algunos funcionari­os públicos, como el nuevo mindefensa y la codirector­a del Banrepúbli­ca, sabemos por dónde va el agua al molino, y si a esto le añadimos la prensa escrita, ya en las garras totales de los Gillinsky y los Sarmiento, pues a buen entendedor pocas palabras bastan. Ya sabemos quién está detrás del telón y también sabemos que no está dispuesto a soltar la batuta.

PD. “Tin Marín de do Pingüé, cuál vacuna, cuál candidato, cucaramaca, sabemos quién fue”.

PDII. Pregunta al viento: ¿por qué los que no comulgamos con el actual desgobiern­o y sus secuaces no nos unimos en torno de un estadista de la talla de Humberto de la Calle? ¿O también preferimos seguir jugando nuestro Tin Marín? Que Dios reparta suerte.

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