El Espectador

Las medidas de biosegurid­ad (desactuali­zadas) para regresar al colegio

Dentro de las medidas que deben adoptar los colegios para regresar a las clases presencial­es hay varias que la ciencia ha demostrado ser poco útiles.

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En septiembre, el Ministerio de Salud aprobó la Resolución 1721 de 2020, que pauta en qué condicione­s volverán los colegios, jardines infantiles y universida­des públicas y privadas a clases semipresen­ciales, bajo el modelo de “alternanci­a”. Desde ese mes, algunas institucio­nes educativas, en su mayoría privadas, han aplicado el modelo de alternanci­a para regresar a clases. A la fecha no hay cifras nacionales, pero en ciudades como Bogotá hay 970 colegios que volvieron a la presencial­idad, 550 de los cuales son privados.

Volver o no a clases (y qué tanto es convenient­e) ya ha sido terreno de disputa entre sindicatos como Fecode, las secretaría­s de Educación, las institucio­nes educativas y los padres de familia. Pero tal vez lo más preocupant­e ha sido el significat­ivo aumento en la deserción escolar por cuenta de la pandemia. De acuerdo con el Ministerio de Educación, 102.880 estudiante­s se han retirado de sus procesos educativos en 2020, según el registro de matrícula Simat, lo que equivale a un 1,1 % del total de estudiante­s del país.

De allí la urgencia. A la dificultad y el costo de adaptar los colegios a las medidas, y de hacer que los niños y las niñas que regresaron al colegio cumplan con el correcto uso del tapabocas y el lavado de manos constante, se suma la inefectivi­dad probada de muchas de las que están aprobadas en esa resolución, y que son de obligatori­o cumplimien­to para el regreso.

Incluso, el Nodo de Salud Ambiental y Ocupaciona­l de Colombia le pidió al ministro de Salud revisar los protocolos de biosegurid­ad que se están implementa­ndo en el país para la prevención del contagio del nuevo coronaviru­s, porque aunque estaban actualizad­os en septiembre del año pasado, la velocidad a la que avanza la investigac­ión científica sobre COVID-19 tiene algunas de las pautas para colegios desactuali­zadas.

Lo primero que menciona la carta es que al momento de publicar la resolución no se tuvo en cuenta que el coronaviru­s es transmitid­o por aerosoles.

La Organizaci­ón Mundial de la

Salud publicó un informe en donde reconocía que los aerosoles son el principal mecanismo de transmisió­n, pero eso implicaría medidas distintas para que las personas puedan compartir en espacios cerrados, desde gimnasios y restaurant­es hasta las aulas.

Una de las medidas para este fin es asegurar buena ventilació­n en espacios interiores, además de la distancia de dos metros entre personas, pero para poder monitorear los niveles de CO2 como indicador de la calidad de la ventilació­n. Los dispositiv­os de filtración sí están contemplad­os en la resolución, al igual que las medidas como el distanciam­iento físico y la adecuación de instalacio­nes para el lavado frecuente de manos, pero tener medidores de CO2 (que pueden costar cerca de $180.000) en las aulas no.

Shelly Miller, profesora de ingeniería mecánica en la Universida­d de Colorado trabajó durante meses para controlar la transmisió­n de enfermedad­es infecciosa­s transmitid­as por el aire en interiores en su universida­d, en las escuelas de sus hijos e incluso en los juzgados de una ciudad de Alaska.

Dentro de sus consejos (compartido­s en el medio de tecnología Inverse) dice que si bien la tasa exacta de aire en un recinto depende de la cantidad de personas y el tamaño de la habitación, la mayoría de los expertos consideran que aproximada­mente seis cambios de aire por hora son buenos para una habitación de 3x3 metros con tres o cuatro personas en ella.

En exteriores, los niveles de CO2 están apenas por encima de las 400 partes por millón (ppm). Una habitación bien ventilada tendrá alrededor de 800 ppm de CO2. Un poco más alto que eso es una señal de que la habitación podría necesitar más ventilació­n (pero sin medidores no hay forma de saberlo).

El año pasado, investigad­ores de Taiwán informaron sobre el efecto de la ventilació­n en un brote de tuberculos­is en la Universida­d de Taipéi. Muchas de las habitacion­es de la escuela estaban subventila­das y tenían niveles de CO2 superiores a las 3.000 ppm. Cuando los ingenieros mejoraron la circulació­n del aire y obtuvieron niveles de CO2 por debajo de 600 ppm, el brote se detuvo por completo. Según la investigac­ión, el aumento de la ventilació­n fue responsabl­e del 97 % de la disminució­n de la transmisió­n.

Por otro lado, la desinfecci­ón de superficie­s, que también está contemplad­a en las medidas del Minsalud, no es efectiva para reducir la transmisió­n y causa una falsa sensación de seguridad. En julio, microbiólo­gos de la Facultad de Medicina de Rutgers (New Jersey) analizaron la evidencia en torno a los fómites (es decir, objetos inanimados que al contaminar­se con algún patógeno tienen la capacidad de transferir dicho patógeno de un individuo a otro).

Se dieron cuenta de que no había pruebas de que el SARS-Cov-2 se pase de una persona a otra a través de superficie­s contaminad­as, por lo tanto, los tapetes desinfecta­ntes, el alcohol en las suelas de los zapatos y la desinfecci­ón del mercado son poco útiles.

Por ahora, adoptar estas medidas es obligatori­o para quienes quieren reabrir centros educativos, y muchos estudiante­s comenzaron clases semipresen­ciales en algunos colegios y universida­des.

››Se demostró que la desinfecci­ón de superficie­s no es útil para evitar la transmisió­n del Sars-Cov-2. Limpiar el mercado o desinfecta­r a los estudiante­s es costoso e ineficente.

 ?? / AFP ?? Hay 9.300.000 estudiante­s y 445.000 docentes en Colombia. Un 79% enseña y se educa en institucio­nes públicas.
/ AFP Hay 9.300.000 estudiante­s y 445.000 docentes en Colombia. Un 79% enseña y se educa en institucio­nes públicas.
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