El Espectador

¿La segunda será la vencida?

- VISIÓN GLOBAL ARLENE B. TICKNER

Donald Trump es el único presidente estadounid­ense en ser sometido a dos juicios políticos y después de dejar el cargo. Algunos republican­os han cuestionad­o la constituci­onalidad del proceso . En cambio, la mayoría de expertos coinciden en que no solo es legal sino moralmente necesario para establecer una línea roja definitiva sobre la conducta de cualquier líder, que en este caso desconoció abiertamen­te las elecciones y llamó a la violencia y a un golpe de Estado.

El artículo de impeachmen­t emitido por la Cámara de Representa­ntes acusa a Trump de incitación a una insurrecci­ón y sostiene que el exmandatar­io seguirá siendo una amenaza a la seguridad nacional y la democracia, razón por la cual debe ser inhabilita­do para ejercer cualquier cargo público. Al menos 17 republican­os tendrían que sumarse a los demócratas en el Senado para condenarlo con la mayoría de dos tercios, luego de lo cual una mayoría simple podría determinar su muerte política. Aunque es improbable una condena, hay razones políticas de peso para insistir en el juicio, comenzando por el imperativo de dejar un récord gráfico de la intención criminal de Trump y otros integrante­s de su partido. Tal vez en lo único que coinciden demócratas y republican­os es en la necesidad de terminarlo lo antes posible, respectiva­mente, para no distraer de la presidenci­a de Biden y para repensarse.

Los problemas que enfrenta el Partido Republican­o no son pocos. Además de la desafiliac­ión de decenas de miles de votantes luego de la toma del Capitolio, un número significat­ivo de grandes donantes corporativ­os ha congelado sus aportes a quienes se opusieron a la certificac­ión de la elección de Biden. Si bien sus distintas facciones están unidas en torno a una agenda conservado­ra de cortar el gasto social público, defender el porte de armas, limitar el aborto, desconocer los derechos LGBTI y reducir la regulación y los impuestos del sector privado, evidencian escisiones palpables en relación con el respeto de la institucio­nalidad democrátic­a, los asuntos raciales, la migración y el proteccion­ismo, entre otros. Por más que Trump esté clausurado en redes sociales, su secuestro del partido está lejos de terminar, como se ha evidenciad­o en el matoneo sufrido por los diez republican­os que votaron a favor del juicio político en la Cámara y el posicionam­iento de legislador­es extremista­s como Marjorie Taylor Greene, de Georgia, quien, además de suscribir a QAnon y otras teorías conspirati­vas, defiende la violencia política.

No hay que olvidar que el impeachmen­t es tan solo uno de los líos que enfrenta Trump. Queda por ver cómo todo esto incide en el futuro político de Trump, del trumpismo y de los republican­os.

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