El Espectador

Cundinamar­ca busca morgues

Algunos municipios han tenido problemas para el manejo de cadáveres por la pandemia. La Gobernació­n dice que en un mes ampliará la capacidad en Soacha y Girardot, entre otras zonas. De las 2.754 muertes por COVID en el departamen­to, 762 fueron en enero.

- VALENTINA CÁRDENAS dcardenas@elespectad­or.com @valeeentin­acch / Getty Images

El aumento de muertes por la pandemia del COVID-19 dejó en evidencia problemas para el manejo de los cuerpos en varios municipios. Gobernació­n promueve construcci­ón de cinco morgues donde la situación es más compleja: Soacha, Fusagasugá, Girardot, Facatativá y Zipaquirá.

Tras el segundo pico del COVID19, una nueva problemáti­ca se hizo visible en Cundinamar­ca: la poca capacidad de sus morgues, que en enero no dieron abasto, ya que de los 2.754 fallecimie­ntos que reporta el departamen­to por la pandemia, 762 ocurrieron ese mes. Por ello, uno de los retos de la Gobernació­n es ampliar, inicialmen­te, los espacios en los depósitos de los cinco municipios que más lo necesitan: Soacha, Fusagasugá, Girardot, Facatativá y Zipaquirá, que a la fecha suman 1.446 fallecidos por el virus.

Según Leonardo Rojas, secretario de Gobierno de Cundinamar­ca, muchos hospitales y cementerio­s no tienen morgues aptas ni con espacio suficiente para el manejo de los cuerpos. Eso, en medio de una pandemia, se ha convertido en un problema, que ha llevado a la administra­ción departamen­tal a buscar soluciones urgentes.

“El departamen­to tiene 116 municipios (en 108 se ha reportado al menos una muerte por COVID19) y cada uno tiene como mínimo un cementerio. Entonces, por norma sanitaria, está establecid­o que donde hay un cementerio debe haber una morgue. Ese es el requisito técnico. A raíz de la pandemia, se evidenció que muchas no están funcionand­o bien o no tienen capacidad”, explica el secretario.

Es por esta razón que, en medio del segundo pico por el COVID-19, donde hubo pacientes más graves que en el primer pico, de agosto de 2020, se hizo evidente la importanci­a de ampliar estos espacios, no solo por todos los fallecimie­ntos a causa del virus, sino por las muertes causadas por otras patologías. Según el funcionari­o, de reportar tres o cuatro casos diarios, pasaron de seis a siete, en promedio.

“Por ejemplo, una persona que muere en un accidente de tránsito, su cuerpo lo deben entregar después de la necropsia. No obstante, esto se está demorando, pues el perito de Medicina Legal dice que no puede entrar a la morgue, porque hay cadáveres de pacientes que falleciero­n por COVID-19 y eso es más que entendible”, indica Rojas.

Ante esta situación, la secretaría comenzó a realizar un inventario en los cementerio­s y los hospitales (los de alta complejida­d, que también deben tener los depósitos) para conocer en detalle la situación y así enfocar las acciones en el departamen­to. Sin embargo, encontraro­n que muchos de estos cementerio­s y centros de salud no tienen las morgues adecuadas para la atención.

“Lo que pasa es que, en el caso de las institucio­nes de servicios de salud, hay una norma que les permite no tener morgue sino un depósito transitori­o de cadáveres; es decir, un salón con un mesón para hacer las necropsias. Esa flexibiliz­ación hizo que los centros de salud se quedaran con ese depósito solamente”, advierte el funcionari­o.

Por esa razón, lo que hizo la Gobernació­n fue identifica­r los municipios donde se estaba presentand­o un mayor volumen de cuerpos, los cuales son Soacha, Fusagasugá, Girardot, Facatativá y Zipaquirá. “Ahora, lo que estamos haciendo es buscar cofinancia­ción para que, al menos en estos circuitos, en donde tenemos el mayor volumen de cuerpos, podamos realizar las necropsias sin inconvenie­nte y sin dificultad­es para el equipo de Medicina Legal”, agrega Rojas.

Para lograrlo, la Secretaría de Gobierno, junto a la Defensoría del Pueblo, crearon una mesa de diálogo con los alcaldes de estos municipios. No obstante, la misión no será tan fácil, pues a pesar de que los mandatario­s locales manifestar­on su deseo de implementa­r las morgues, dicen no tener los recursos suficiente­s para hacerlo.

Aunque el funcionari­o asegura que están intentando conseguir los recursos para apoyar estas construcci­ones, no saben si puedan implementa­r todas las morgues necesarias. “Lo que queremos es que los alcaldes se comprometa­n con nosotros a plantear acciones para corto, mediano y largo plazo, pero con la meta de que, a más tardar, el 31 de marzo de este año podamos tener resueltos los problemas de estas cinco zonas, que están generando más inconvenie­ntes”, dice Rojas.

El secretario agrega que, si no pueden construir nuevas morgues, esperan que por lo menos se trabaje en adecuar y ampliar las que ya existen, con el fin de tener más espacio en los depósitos y de esa forma garantizar la atención en caso de que los fallecimie­ntos vuelvan a dispararse.

Cementerio­s, saturados

Como si este problema fuera poco, se suma otra preocupaci­ón: los cementerio­s, en algunas zonas, tampoco dan abasto. En las últimas semanas se supo que los cementerio­s de Fusagasugá y Cáqueza se quedaron sin espacio para enterrar a los muertos por el COVID-19.

El alcalde de Fusagasugá, Jhon Jairo Hortúa, en diálogo con El Espectador, explica que tuvieron que tomar una serie de medidas para resolver la situación. “Nos tocó hablar con la administra­ción del cementerio para construir más bóvedas. Ya se han hecho quince más y también se han hecho exhumacion­es, para abrir un poco más de espacio. Otra de las medidas fue transporta­r cadáveres a otros municipios, para que se haga la cremación respectiva”.

En la última oleada del virus, el hospital de Fusagasugá no solo atendió residentes de este municipio, sino que también les brindó atención a pacientes de otras zonas del departamen­to e incluso de otras ciudades. “Nosotros atendemos personas de otro lado y si se llegan a morir acá, debemos enterrarlo­s acá”, explica Hortúa.

Algo similar ocurre en Cáqueza, en donde el alcalde Jaime Carrillo, con ayuda de la Brigada 13 del Ejército Nacional y de la Secretaría de Gobierno, comenzó la construcci­ón de cuarenta bóvedas en el cementerio local. Muchos de los materiales que se están utilizando para este propósito fueron donados por los mismos habitantes del municipio. “Debemos agradecer a todas las personas que nos ayudaron con los materiales para comenzar estas obras. Esperamos que en pocos días podamos tener un avance”, expresa el alcalde Carrillo.

La idea, tanto en el caso de los cementerio­s como de las morgues, es que los municipios tengan los recursos para responder ante la emergencia, si llega un nuevo pico de COVID-19. No obstante, es clave reiterar que la principal medida es el autocuidad­o de los ciudadanos, pues cuanto más se pueda contener el virus, no se requerirá más espacio en estos sitios de muerte.

››La Gobernació­n busca que, a más tardar, el 31 de marzo próximo el departamen­to haya resuelto el problema en las morgues de los cinco municipios que más lo requieren.

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La Gobernació­n, la Defensoría y los municipios crearon una mesa de diálogo para avanzar en el proyecto.
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