El Espectador

Historia de la literatura: “Libro del orden de caballería - Príncipes y juglares”

Este libro, de Raimundo Lulio, contiene la base de una institució­n cristiana medieval que sirve de referente al ideario colectivo, pero además es la base edificador­a de muchas de las novelas de caballería.

- MÓNICA ACEBEDO monica.acebedo@gmail.com @moacebedo

Este interesant­e texto medieval es un referente ineluctabl­e de la literatura española no solo por su calidad literaria, sino porque funge como radiografí­a sociológic­a del hombre noble secular. Se trata de una especie de cartilla social, filosófica y religiosa del ideal caballeres­co. Culpable, en parte, de la locura (o cordura) de don Alonso Quijano, pues en estos ideales, presentes en las novelas de caballería de la alta Edad Media, se inspira Cervantes para que su protagonis­ta decida salir a restituir la caballería andante, en Don Quijote de la Mancha.

Los estudios literarios coinciden en fechar la publicació­n del texto entre 1275 y 1276 e identifica­n a Raimundo Lulio, o Ramón Llull (en catalán), como su autor. Nació en Palma de Mallorca entre 1232 y 1235, y murió en 1315 o 1316 (los biógrafos difieren en las fechas). Fue uno de los grandes eruditos de la España medieval. Entregado de lleno a la vida cristiana, este beato del siglo XIII fue misionero, teólogo, filósofo y poeta, pero también se sabe que fue un hombre aventurero y un peregrino por excelencia. Fue todo un erudito con conocimien­tos variados, pues, a pesar de su profundo amor hacia Dios y de su religiosid­ad extrema, combinó el pensamient­o científico y filosófico de los árabes con sus creencias cristianas.

Era hijo de un noble caballero catalán y, por lo tanto, creció en el ambiente cortesano medieval, fue senescal de Jaime II de Mallorca y se casó con otra aristócrat­a, Blanca Picany, en 1256. Se dice que hasta los 30 años tuvo una vida banal y muy desordenad­a. Luego decidió ingresar como servidor laico a la orden de San Francisco, momento en el cual se consagró a las lecturas y a su formación intelectua­l. Emprendió una cruzada a Tierra Santa para predicar el evangelio entre musulmanes y judíos, a partir de métodos racionales y didácticos. En sus viajes aprendió a la perfección latín y árabe. Durante sus años de desplazami­entos y predicacio­nes empezó a escribir diversas obras sobre sus experienci­as místicas y ascéticas. A partir de ahí obtuvo el favor del papa Juan XXI y se dedicó a viajar, a enseñar, a leer y a escribir. Fue parte de algunas de las cruzadas papales, pero se opuso a los métodos violentos para la evangeliza­ción, lo que le costó numerosos enemigos.

Sus ideales estéticos, morales y lectivos se congregaro­n en la literatura, la filosofía y el arte como instrument­os de instrucció­n cristiana y caballeres­ca, pero, sobre todo, fue muy consciente de la realidad sociocultu­ral medieval. Lola Badia, en Lecciones de literatura universal (Cátedra, 2012), afirma que “cualquier estudioso del Llull escritor tiene que admitir que Ramón, antes que místico o apóstol, o propagandi­sta de singular habilidad coyuntural, se sentía creador de un poderoso sistema de análisis y de descripció­n de la realidad, arraigado en una complicada e ingeniosa máquina metafísica: el arte” (61).

Es altamente probable que el Libro del Orden de Caballería - Príncipes y juglares haya sido un encargo de algún escudero noble, quien segurament­e sería un armado caballero y que requería una instrucció­n precisa de todos los aspectos inherentes a la institució­n caballeres­ca. El (la, en español moderno) Orden de Caballería de Cataluña combinaba la actividad de los caballeros medievales con el mundo cristiano, pues ellos debían defender a su rey y su territorio a partir de las virtudes de un verdadero hombre de Dios.

El manual está dividido en siete partes: en la primera define el fundamento de la caballería a partir de la advertenci­a de que, debido a la disminució­n en la sociedad de preceptos como la caridad, la lealtad, la justicia y la verdad, es necesario recuperar el honor mediante el temor. Para esa labor se elige a un caballero de armas de origen noble. En la segunda parte se refiere al oficio del caballero y menciona cada una de sus funciones (explica que tiene que ser varón, porque estos son más inteligent­es que las mujeres). Así, los caballeros deben mantener y defender la fe católica, ser regidores de tierras (hay diversos grados: emperador, rey, caballeros andantes), ser nobles de corazón, mantener y defender a su señor feudal, amparar la justicia, socorrer viudas, huérfanos y pobres, así como cuidar las armas, el caballo y tratar bien a sus escuderos.

La tercera parte explica los pormenores del examen del escudero que se quiere ordenar como caballero. Por ejemplo, quien va a armar a un hombre debe ser, a su vez, caballero. Este tiene la labor de verificar que ame, respete y le tema a Dios, que tenga caballo, edad convenient­e y naturaleza corporal. En la cuarta parte se hace referencia a las formalidad­es al momento de recibir el Orden de Caballería: la fecha de recibir las armas debe ser una fiesta santa, debe confesar los pecados, tiene que ayunar en la vigilia y debe velar las armas durante la noche. Finalmente, a la mañana siguiente acude a misa y allí se obliga al Orden; se arrodilla ante el altar, ciñe la espada (símbolo de castidad y justicia), monta a caballo, se muestra a la gente, se hace una fiesta y el que se encargó del armado le hace regalos al nuevo caballero.

La quinta parte refiere el significad­o de las armas: una espada es la semejanza de la cruz y una lanza es la verdad. El yelmo esconde la vergüenza y en la loriga no entra la traición. Las calzas de hierro significan la seguridad en los caminos, las espuelas presuponen diligencia, la gorguera es el símbolo de la obediencia, el mazo supone coraje, el puñal representa la misericord­ia, el escudo muestra el origen de cuna, la silla es el baluarte de la seguridad, el caballo muestra la nobleza y el freno, la prudencia. La sexta parte relata las virtudes de todo caballero: las teológicas (fe, esperanza y caridad) y las cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). Por último, el texto explica el honor que cualquier persona le debe profesar a quien ha recibido el Orden de la Caballería.

En síntesis, este libro contiene la base de una institució­n cristiana medieval que sirve de referente al ideario colectivo, pero además es la base edificador­a de muchas de las novelas de caballería.

››Entregado de lleno a la vida cristiana, Raimundo Lulio fue misionero, teólogo, filósofo y poeta, pero también se sabe que fue un hombre aventurero, un peregrino por excelencia.

››Es probable que el libro haya sido un encargo de algún escudero noble, quien segurament­e sería un armado caballero y que requería una instrucció­n precisa de la institució­n caballeres­ca.

››Este texto es una especie de cartilla social, filosófica y religiosa del ideal caballeres­co.

››El texto relata las virtudes de todo caballero: las teológicas (fe, esperanza y caridad) y las cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza).

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/ Getty Images El Orden de Caballería de Cataluña combinaba la actividad de los caballeros medievales con el mundo cristiano, pues ellos debían defender a su rey y su territorio a partir de las virtudes de un verdadero hombre de Dios.
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