El Espectador

El “sastre” de Uribe y la democracia

- CECILIA OROZCO TASCÓN

MUY PRONTO, EN LOS PRIMEROS DÍAS de marzo, el abogado Gabriel Jaimes que funge como fiscal investigad­or de Álvaro Uribe Vélez y quien fue puesto en este caso por Francisco Barbosa, que a su vez fue puesto por Duque, el presidente que Uribe puso, es decir, el sastre Jaimes, deberá terminar de coserle el traje que mejor le ajuste al cliente expresiden­te. El mes entrante termina el tiempo que la ley le da a Jaimes para acusar al jefe de sus jefes de fraude procesal y soborno a testigos, o archivar el asunto. Pero no tenemos que esperar: en manos de su subalterno indirecto, el también jefe de la bancada más fuerte del Congreso, será absuelto y pasará a la historia como mansa paloma, gracias a que el dios Poder lo protege. Primero, Jaimes intentó devolver el proceso que recibió, avanzado, de la Corte Suprema, a ceros. O sea, trató de invalidar centenares de pruebas que recopilaro­n y valoraron dos salas diferentes del máximo tribunal penal del país. Cuando un juez lo puso en su sitio y le dio la orden de continuar con la siguiente etapa, Jaimes obedeció la forma, no el fondo: “Optó por repetir el trabajo que ya había hecho la Corte”, según contó El Espectador ,y “desde entonces, ha decretado la recolecció­n de más de cien evidencias” (ver web). Con el fin de que el pantalón y el saco tengan la medida exacta de su modelo, el sastre está revisando, también, otros procesos.

Curiosamen­te, el principal defensor del procesado ahora está contento y los actos de Jaimes le parecen perfectos: “Es usual” que el fiscal quiera ahondar, dijo a este diario, e indicó que “lo que más nos interesa es que el trabajo de la Fiscalía sea lo más completo posible” ¡Muy comprensiv­o! Una semana después del artículo de El Espectador, El Tiempo le dio continuida­d al tema con una nota cuyo título es sintomátic­o: “La nueva evidencia que está apareciend­o en el caso Uribe”. Allí se notifica que el sastre Jaimes “legalizó una evidencia relevante... que si bien conoció la Corte cuando tuvo el caso y dictó medida de aseguramie­nto contra Uribe, allá no fue legalizada aunque la defensa del exmandatar­io lo solicitó” (ver web).

El 15 de diciembre pasado, una revista penosa desde cuando abandonó el periodismo para convertirs­e en el órgano de propaganda política, lanzó una “chiva” con el #URGENTE: la Comisión de Acusación vinculaba a una investigac­ión al extogado de la Sala Penal de la Suprema José Luis Barceló, en cuyo despacho se había abierto el caso Uribe. A la Comisión, un órgano político de mayoría uribista, compuesto por representa­ntes a la Cámara que también cuenta con mayorías uribistas, llegó una denuncia del parlamenta­rio uribista Ricardo Ferro contra Barceló. Su reclamo es copia fiel de hechos que ya habían sido alegados por el apoderado del exmandatar­io y desechados por la Corte. Gracias a la divina providenci­a, la denuncia de Ferro llegó al despacho de Edward Rodríguez, uribista. La revista uribista, a la que un uribista le dio la noticia, sorprendió a Barceló con su vinculació­n judicial a un proceso del que aún no había sido notificado. De otro lado, el país es testigo del ataque público que sufrieron los magistrado­s de la Sala de Instrucció­n de la Suprema que revisaron el proceso del expresiden­te cuando el despacho de Barceló lo remitió para su examen. Fueron ellos los que determinar­on, por unanimidad, la detención preventiva del exmandatar­io. Desde entonces, el hostigamie­nto a esta sala tampoco ha cesado. A tal punto que, aunque sea inútil, varios togados interpusie­ron una denuncia por el delito de amenaza contra servidor público ante la Fiscalía de Barbosa. La queja de los togados será significat­iva como constancia del clima hostil que sufren y sufrirán quienes intenten administra­r justicia independie­nte: Uribe, inocente y aclamado. Sus jueces, perseguido­s y condenados. Viva la democracia.

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