El Espectador

Un cuestionad­o policía

El asesinato de un político del Cesar, que ha sido atribuido a la estructura de “Marquitos” Figueroa y en el que figura como indiciado el cantante vallenato Jorge Oñate, deja dudas de las actuacione­s del agente que interceptó al “Ñeñe” Hernández.

- FELIPE MORALES SIERRA fmorales@elespectad­or.com @Elmoral_es

Wadith Velásquez, uno de los investigad­ores de la Dijín que más le ha seguido la pista a “Marquitos” Figueroa y que interceptó los audios que dieron origen a la llamada ñeñepolíti­ca, es cuestionad­o por sus actuacione­s en otro caso muy mediático: el homicidio del político cesarense Efraín Ovalle Oñate, primo del cantante vallenato Jorge Oñate. Este último aparece como indiciado en ese crimen.

El homicidio en 2012 de Efraín Ovalle Oñate, exconcejal y diputado de La Paz (Cesar), ha sido atribuido por años a la organizaci­ón del narcotrafi­cante Marcos Marquitos Figueroa. Una de las personas que están en el radar de la Fiscalía con respecto a este crimen, que tiene tintes políticos, es el reconocido cantante vallenato Jorge Oñate, oriundo del municipio y primo de la víctima. Y en documentos conocidos por El Espectador se pone en duda, además, la integridad de un funcionari­o que ha investigad­o a Marquitos por años: el agente de la Dijín Wadith Velásquez, quien coordinó las intercepta­ciones a José Ñeñe Hernández, audios que se volvieron el punto de la partida de la neñepolíti­ca.

Al sargento Velásquez le abrieron investigac­ión formal porque, al parecer, junto al mayor Yefferson Tocarrunch­o, intercepta­ron ilegalment­e a cinco de sus subordinad­os de la Policía, haciendo pasar sus números como de integrante­s del grupo delincuenc­ial de Marquitos. Habría ocurrido mientras Velásquez conducía las investigac­iones por el asesinato de Óscar Rodríguez Pomar, crimen cometido en 2011 por el que se inculpa a la estructura del narco Figueroa, en el cual se indaga la hipótesis de que habría sido ordenado por el Ñeñe para esquivar una deuda con el padre de la víctima. Velásquez también estuvo al frente de las pesquisas por el asesinato de Efraín Ovalle Oñate.

En este caso también se le cuestionan algunas actuacione­s al sargento Velásquez. En la investigac­ión que estuvo a cargo suyo y que en la Fiscalía ha saltado varias veces de Bogotá a Valledupar, se maneja la hipótesis de que a Ovalle lo mandó a matar su primo, Oñate, porque se negó a apoyar a la esposa de este, Nancy Zuleta, en su aspiración a la Alcaldía de La Paz. Jorge Oñate -medio hermano de Gustavo y Jesualdo Gnecco Oñate-, supuestame­nte quedó molesto y endeudado por la campaña, al punto que uno de sus hijos fue a la casa de los Ovalle y, pistola en mano, amenazó al exconcejal y diputado más popular del municipio.

Presuntame­nte, Oñate y su sobrino Armando Gnecco, conocido como Mandarino, buscaron el apoyo de Marquitos a través de uno de sus lugartenie­ntes, alias Gasolino, para matar al político Ovalle. O tal vez de los Rastrojos. O del Clan del Golfo. La Fiscalía no ha concluido hasta ahora cuál grupo ilegal era exactament­e. Testigos, sin embargo, han declarado bajo juramento ante la Fiscalía y ante jueces que el sargento Wadith Velásquez ofreció y dio dinero para enlodar al cantante Oñate y a su sobrino Mandarino, quien ya está en juicio por el homicidio de Ovalle. Desde 2017 se ordenó una investigac­ión a los pagos que, según se pudo comprobar, se hicieron a nombre del policía Velásquez, sin que a la fecha haya mayores resultados.

Además, la justicia tumbó la hipótesis central del expediente de que detrás del asesinato estaba la estructura de Marquitos Figueroa, o en su defecto, los Urabeños (hoy llamados Clan del Golfo) o los Rastrojos. Así lo pudieron concluir tanto el Juzgado Primero Especializ­ado de Cundinamar­ca como el Tribunal de Cundinamar­ca, que estuvieron al frente de la judicializ­ación de Eduar Alberto Rodríguez, Jorge Enrique Ochoa, Johni Alberto Otero y Efraín Jesús Feria. Según la Fiscalía, estos cuatro hombres respondían, respectiva­mente, a los alias de Eduar Chía,

Marton, Lunar y Chori, y fueron ellos quienes asesinaron a Ovalle.

Dos de los testigos que los incriminar­on murieron antes de que pudieran declarar en juicio. El tercer testigo es Manuel Ricardo Benavides, integrante del Clan del Golfo. En medio del proceso cambió su versión y dijo que, “encontránd­ose privado de la libertad, acudieron al establecim­iento de reclusión los investigad­ores Wadith Velásquez y Michael Yezid Pérez, diciéndole­s tanto a él como a su compañero (de celda) John Carlos Landeros (uno de los dos testigos que murieron) que iban de parte del hijo de Efraín Ovalle, Chu Ovalle, quien les solicitaba colaboraci­ón para que declararan en contra de unas personas determinad­as comprometi­das en la muerte de su padre”, se lee en la sentencia.

Es decir, Benavides no solo se retractó de sus señalamien­tos contra los cuatro hombres que estaban en juicio por la muerte del diputado Ovalle, sino que explicó que su primera declaració­n, en la que los enlodaba, la motivó el dinero que supuestame­nte recibió de la familia de la víctima a través del policía Wadith Velásquez. En el proceso se pudo demostrar, con los registros de las consignaci­ones de Efecty, que el agente Velásquez le giró, por lo menos, $832.524 a la esposa de Benavides, lo que sentó una mayor duda en el juez del caso sobre cómo se llevaron las investigac­iones y pidió investigar a Velásquez.

La investigac­ión ordenada por el juez continúa en firme, sin que haya arrojado mayores conclusion­es cuatro años después. Por su parte, Oñate y Mandarino denunciaro­n por extorsión a uno de los cuatro hombres señalados de asesinar a Ovalle y, en el marco de esas pesquisas, han salido a flote más posibles irregulari­dades de Wadith Velásquez. El Espectador tuvo acceso a transcripc­iones de conversaci­ones telefónica­s entre Mandarino y Efraín Feria, alias Chori, en las que este último le pide dinero a cambio de no declarar en su contra y le dice, además, que detrás del plan para incriminar­lo está Chu Ovalle, el hijo de la víctima.

Este diario consultó a la defensa del sargento Wadith Velásquez, la cual aseguró que estos señalamien­tos responden a una estrategia de Oñate y Mandarino para desprestig­iar al investigad­or, que fue quien primero puso el ojo en la estructura de Marquitos. Según aseguraron, tienen evidencias, como intercepta­ciones telefónica­s, que demostrarí­an una coordinaci­ón en contra del agente de Policía, a quien, añadieron, ya le habrían archivado las investigac­iones disciplina­rias y penales por esto. La defensa aseguró que enviaría los soportes de esta versión, pero al cierre de esta edición esos documentos no habían llegado.

Mandarino, por su parte, ha negado cualquier vínculo con el crimen e insiste en su inocencia. En 2019, la Fiscalía incautó decenas de propiedade­s avaluadas en $1,2 billones, que estaban a nombre suyo y de José Ñeñe Hernández, porque habrían sido adquiridas con dineros ilícitos de la estructura de Marquitos. Por otra parte, la familia del diputado Ovalle recienteme­nte cambió de abogado: ahora el proceso lo llevará Miguel Ángel del Río, el mismo que defiende al agente Velásquez en el caso por presuntas intercepta­ciones ilegales y quien dio a conocer los audios de la ñeñepolíti­ca.

 ?? / El Espectador ?? Jorge Oñate, indiciado por el asesinato de su primo, está en delicado está de salud por el COVID-19.
/ El Espectador Jorge Oñate, indiciado por el asesinato de su primo, está en delicado está de salud por el COVID-19.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia