El Espectador

La estrategia “Farm to Fork”: una transición hacia alimentos más sostenible­s y saludables

En los últimos años hemos sufrido el impacto del cambio climático, con sequías, inundacion­es, incendios forestales y nuevas plagas que amenazan nuestro sistema alimentari­o y nuestra economía.

- * Esta investigac­ión es parte del especial periodísti­co “Historias en clave verde”, realizado bajo el proyecto de formación y producción “CdR/Lab Periodismo en clave verde”, de Consejo de Redacción (CdR), gracias al apoyo de la Deutsche Welle Akademie (DW

de individuos: 5.324 palmas.

Eran finales de la década de los 90 y el municipio vivía sus años más violentos por el conflicto armado. Las Farc les prohibió volver a la zona. Hoy todavía se observan las huellas que dejó la violencia en el bosque de palmas.

Cuando la guerrilla empezó a perder el control del territorio, Chaguaní convirtió una parte de la montaña en reserva forestal. “Fue un logro importante que el municipio hubiera adquirido los predios. Pero el manejo que le dieron no fue el mejor”, señala Rosa.

“En Chaguaní sí se ha conservado la especie. La compra de los predios ha agilizado la conservaci­ón de esta palma que se encuentra en peligro debido al deterioro causado por la deforestac­ión de su hábitat”, sostiene Óscar Nieto, director regional de la Corporació­n Autónoma Regional de Cundinamar­ca.

La principal diferencia entre campesinos y la autoridad ambiental radica en una reforestac­ión realizada en 2004 en la que, por decisión de la CAR, se hizo una plantación de 18.000 árboles, entre ellos pinos, que secaron los nacederos de agua del lugar, según los pobladores.

“Primero estaba el monte nativo, pero una vez llegaron a reforestar y de la reforestac­ión fue poco lo que quedó. Prácticame­nte no quedó sino el 20 %”, cuenta Hernando Castiblanc­o, uno de los campesinos que vive más cerca de la reserva.

Para los expertos, los pinos favorecier­on la cobertura boscosa y permitiero­n que las palmas se recuperara­n gracias a la sombra que generaron. Sin embargo, también dicen que lo ideal sería reforestar con especies de árboles nativos.

Lo que queda por recuperar

Según Rodríguez, en ningún otro lugar de Colombia se encuentra en buen estado de conservaci­ón la especie Ceroxylon alpinum. Sin embargo, su futuro en Chaguaní tampoco está asegurado; sigue estando en peligro de extinción y las amenazas no están erradicada­s.

Manuel Castiblanc­o es un campesino que vive en medio de las montañas desde hace 46 años y le preocupa que los predios de particular­es, donde todavía se encuentra la palma, estén siendo utilizados como potreros para pastoreo de ganado. “Ojalá pusieran más atención para reforestar, seguir adquiriend­o predios y hacer más grande esta reserva”.

Además, las amenazas quedan expuestas cuando se camina con la guía de campesinos como Castiblanc­o y su hermano. En la zona, en uno de los predios de privados, recienteme­nte abrieron una carretera a muy pocos metros de donde se encuentran las palmas de cera.

Pero no solo la carretera es una amenaza actual para las palmas de Chaguaní. Otro factor de riesgo es la utilizació­n de sus hojas como ramo para el domingo de Semana Santa. “En la actualidad no es una amenaza, por lo menos a gran escala. Pero el uso del ramo no es tolerable”, afirma Bernal.

Las palmas de cera de Chaguaní son fuertes y jóvenes, pero al mismo tiempo son una especie frágil. Expertos como Néstor García les sugieren a las autoridade­s invertir para comprar los predios donde aún permanecen algunos individuos aislados.

El área de las dos fincas privadas que hoy circunda la reserva forestal está destinada, en buena medida, al pastoreo de ganado y las gestiones de las autoridade­s para comprar los predios no han tenido éxito. “Claro que se tiene que conservar, pero no hay un proceso de compras. Hace poco el municipio estaba haciendo la gestión para adquirir una finca, pero el propietari­o no quiso vender”, afirma Nieto.

Como en Quindío, los palmares de Chaguaní conforman uno de los paisajes más espectacul­ares del campo colombiano. Por eso, el ecoturismo es otra de las opciones de conservaci­ón.

La petición de los chaguanice­ños por unos senderos que permitan el acceso es una deuda de años y, a pesar de varias promesas del gobierno municipal, sigue siendo una iniciativa que no pasa del papel.

La última esperanza para proteger la palma Ceroxylon alpinum en Colombia está en Chaguaní. “Las palmas son como un patrimonio que hay que cuidar. Es algo que nos pertenece”, dice Antonio Castiblanc­o, un campesino que está convencido de la importanci­a de la conservaci­ón en su municipio.

Los hechos hablan por sí solos. La agricultur­a es causa de cerca de un 20 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o. El uso excesivo de plaguicida­s químicos y de fertilizan­tes en la agricultur­a contribuye a la contaminac­ión del suelo, el agua, el aire y la pérdida de biodiversi­dad. Además, mientras en algunas partes del mundo se desperdici­a una gran parte de los alimentos que producimos, en todo el mundo, casi 690 millones de personas pasan hambre cada noche. Debemos generar un cambio: hay que actuar ahora.

El Pacto Verde es hoy una de las políticas emblemátic­as de la Unión Europea. Su estrategia “De la granja a la mesa” nos ofrece la oportunida­d de avanzar y hacer del sistema alimentari­o de la UE una fuerza motriz para la sostenibil­idad, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Junto con la estrategia de “Biodiversi­dad”, “De la granja a la mesa” contribuir­á a una producción de alimentos más ecológica. Ambas fijan objetivos concretos y mesurables, que incluyen reducir el riesgo y el uso de plaguicida­s y antimicrob­ianos en un 50 %, reducir las pérdidas de nutrientes y aumentar la proporción de la agricultur­a orgánica al 25 %, todo ello para el año 2030.

Esta estrategia también va a producir efectos en otros países, ya que la Unión Europea es uno de los mayores importador­es y exportador­es de productos agroalimen­tarios. Es, por ejemplo, uno de los principale­s destinos de las exportacio­nes colombiana­s de frutas y café, que suponen en la actualidad el 40 % de las exportacio­nes totales a la UE y que han venido aumentando constantem­ente.

Asimismo, la Unión Europea es consciente de que la producción agrícola puede tener efectos ambientale­s y sociales negativos en los países origen de los productos importados. Por lo tanto, los esfuerzos por reforzar los requisitos de sostenibil­idad en el sistema alimentari­o de la UE deben ir acompañado­s de políticas que contribuya­n a elevar las normas a escala mundial, con el fin de evitar la externaliz­ación y exportació­n de prácticas insostenib­les.

Es por ello que la Unión Europea acompaña a países socios, como Colombia, a alcanzar sus compromiso­s ambientale­s y con la meta de carbono neutral para 2050 planteada en la política “producir conservand­o, conservar produciend­o” para proteger la biodiversi­dad y luchar contra el cambio climático.

El 17 y 18 de febrero la UE, la FAO y el CIRAD, con el apoyo del Ministerio de Agricultur­a, realizamos el taller “Análisis de sistemas alimentari­os en Colombia”. Participar­on activament­e también otras entidades del Gobierno, gremios, sector privado, academia y organizaci­ones de la sociedad civil. Los resultados obtenidos serán piezas fundamenta­les en nuestra estrategia de cooperació­n con Colombia para el período 2021-2027 y le permitirán a la sociedad colombiana aprovechar todas las oportunida­des que brinda el mercado agroalimen­tario europeo. Así, en conjunto, podemos construir un planeta más incluyente, sostenible y resiliente.

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/ Cortesía Pablo Neira, jefe de la Sección de Comercio de la Delegación de la Unión Europea.
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La familia Castiblanc­o es la cuidadora de las palmas de cera.
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