El Espectador

Francia se resiste a revisar su pasado colonialis­ta y racista

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El gobierno de Emmanuel Macron ha tenido un vuelco hacia la derecha tan pronunciad­o, que incluso ha dejado atónitos a los representa­ntes de la Agrupación Nacional (RN, por su sigla en francés), el partido que abandera la extrema derecha en Francia.

La última polémica llegó por el ministro de Educación Superior, Frederique Vidal, quien pretende controlar los estudios sobre el racismo en Francia.

Las manifestac­iones contra el racismo sistémico en Estados Unidos, tras la muerte de George Floyd en 2020, hicieron eco en Francia, donde se ha tratado de desconocer este problema. Durante ya hace algunos años, Estados Unidos, un país que se construyó sobre la base del racismo y la esclavitud al igual que Francia, ha discutido las implicacio­nes de su pasado para la sociedad de hoy. Cabe destacar, por ejemplo, la autopsia que hace el Proyecto 1619, que pone en el centro de estudio las consecuenc­ias de la esclavitud en el país y que busca integrarse a las escuelas. Pero esas iniciativa­s estadounid­enses no han sido bien interpreta­das por Vidal y el equipo de Macron, quienes las han calificado como “una amenaza”.

El concepto de “raza” en Francia es un tabú que, para varios políticos como Macron, busca “partir la república en dos” entre víctimas y culpables. Vidal lo entiende así también, por lo que pidió una investigac­ión sobre quienes “miran todo a través del prisma del querer fracturar”. Con esto se refería a los investigad­ores que examinan el colonialis­mo y el racismo francés, a quienes también tildó de “activistas”. “La investigac­ión determinar­á qué es investigac­ión y qué es activismo y opinión”, concluyó Vidal.

Este esfuerzo del Ministerio de Educación Superior por controlar el examen del colonialis­mo francés y de acusar a las universida­des estadounid­enses de “promover peligrosas ideas de izquierda” preocupa a académicas afros como Mame-Fatou Niang, quien señala que los investigad­ores de las minorías han sido considerad­os activistas a lo largo de los siglos, y esto solo los pondrá bajo más escrutinio.

Francia siempre ha tenido un problema con la historia de su colonialis­mo. Es un tema tan sensible como lo es la esclavitud para Estados Unidos. Y esto se traduce en un problema enorme para las minorías. El gobierno francés, a diferencia de otras naciones occidental­es, no mantiene formalment­e estadístic­as sobre raza o religión, por ejemplo. Pero no se puede tener una conversaci­ón sobre desigualda­d sin entender la raza, su historia y su contexto. Sin un examen detallado de su pasado y de la realidad actual, los afros pierden capacidad de integració­n a la sociedad.

“Es la incapacida­d de arrojar luz sobre ese pasado lo que mantiene el racismo y la impunidad de la policía, o la impunidad de quienes toman decisiones, en el empleo o en la vivienda, en base en criterios físicos, y niegan los derechos de los franceses que son negros o árabes”, le dijo Karfa Diallo, fundadora nacida en Senegal de Mémoires et Partages a The New York Times.

En las universida­des francesas, algunos académicos formaron un grupo conocido como el “Observator­io sobre el descolonia­lismo y las ideologías de identidad” con el objetivo de enfrentar lo que consideran un “enfoque poco saludable sobre la raza y la identidad en el mundo académico”. Pero todas estas iniciativa­s se enfrentan a la reticencia de un gobierno a examinar sus errores mientras coquetea con los electores de extrema derecha, a los que les conviene que dicha historia no sea examinada, y adopta leyes para proteger el olor a estiércol antes que medidas para revisar el racismo sistémico.

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AFP El presidente de Francia, Emmanuel Macron./
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