El Espectador

A cumplir el Acuerdo

La representa­nte en Colombia de la Alta Comisionad­a de Naciones Unidas para los Derechos Humanos habla de los hallazgos de su informe anual sobre la situación de seguridad en el país durante 2020. Las 76 masacres y 90 homicidios de líderes alarman al orga

- SEBASTIÁN FORERO RUEDA sforero@elespectad­or.com @SebastianF­orerr

Juliette de Rivero, representa­nte en Colombia de la Alta Comisionad­a de la ONU para los DH. HH., pide al país hacer énfasis en la política para desmantela­r grupos armados. Habla de 76 masacres y 90 homicidios de líderes en 2020.

Justo un día después de que el presidente Iván Duque reclamara ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que la comunidad internacio­nal no puede ser indiferent­e frente a la situación que vive Venezuela en materia de respeto por los derechos humanos, un duro informe de una agencia de ese organismo multilater­al fue presentado en Colombia con cifras que hacen volver la mirada a territorio colombiano. Se trata del informe anual de la Oficina de la Alta Comisionad­a de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que mapeó la situación para los líderes sociales, defensores y las comunidade­s rurales en Colombia durante 2020.

Entre los hallazgos resaltan las 76 masacres confirmada­s por esa oficina entre enero y diciembre del año pasado, en las que fueron asesinadas 292 personas; 24 eran niños y niñas. El país no tenía una cifra tan alta de masacres desde 2014, según esa oficina. Igualmente, el reporte habla de 133 casos de homicidios de líderes en 2020 sobre los que recibieron informació­n, de los cuales han sido ya verificado­s 90. A esas cifras, entre otras, se les agregan por lo menos 94 desplazami­entos masivos con 25.366 víctimas, concentrad­os en solo tres departamen­tos: Antioquia, Chocó y Nariño.

Juliette de Rivero es la representa­nte en Colombia de la alta comisionad­a Michelle Bachelet, y fue quien presentó ayer el informe anual de esa oficina. Según dijo, adoptar una política pública para desmantela­r los grupos herederos del paramilita­rismo es fundamenta­l para mejorar las garantías de seguridad de líderes, defensores y comunidade­s en Colombia.

En homicidios de líderes, masacres y desplazami­entos aparecen las mismas regiones: el andén Pacífico colombiano y el departamen­to de Antioquia. ¿Qué pasa en esos lugares?

Lo que estamos viendo es que hay algunas regiones que están particular­mente afectadas por esta violencia, y esto correspond­e a regiones donde la presencia del Estado es bastante débil. También son regiones donde los índices de pobreza multidimen­sional son muy altos. Nosotros pensamos que son contextos que favorecen la violencia y la presencia de estos actores armados.

El documento reitera la urgencia de adoptar una política pública para el desmantela­miento de los grupos herederos del paramilita­rismo, a través de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad. ¿Han evidenciad­o esfuerzos del Gobierno por sacar adelante esa política?

Ha habido varias reuniones de la Comisión de Garantías de Seguridad que han sido convocadas por el Gobierno, y el presidente Duque muchas veces ha expresado su compromiso con los Acuerdos de Paz. Nosotros creemos que se puede acelerar la adopción de esta política pública, lo que implica un diálogo más fuerte con las organizaci­ones de la sociedad civil que están haciendo propuestas en ese sentido y por eso hemos pedido al Gobierno que dé prioridad al avance del trabajo de esta comisión.

¿Por qué es tan importante esa política?

Porque la idea es incidir en el contexto generador de violencia y estas redes, estos grupos criminales, estas estructura­s son las que están en el origen de los ataques contra líderes sociales. Ellos atacan a los líderes porque están tratando de silenciar a toda una comunidad y de someter a toda una comunidad. Es importante el desmantela­miento para generar condicione­s en las que los liderazgos y las comunidade­s puedan vivir en paz.

Desde 2018, según el informe, las cifras de las masacres han aumentado. ¿Cómo evalúa las acciones del Gobierno para frenar este fenómeno?

El Gobierno nos informó que han creado una unidad especial para encargarse de este tema, y eso es algo positivo, nosotros vemos que el Gobierno es consciente de este problema de violencia en los territorio­s y que en 2021 se puede hacer más. Para darles una respuesta más eficaz a las alertas tempranas se debe enfocar en lo que están pidiendo los Acuerdos de Paz, que son las garantías de seguridad y el despliegue de la presencia del Estado con una reforma rural integral. Creemos que el Gobierno está tomando medidas, y esas medidas pueden ser reforzadas, desde el punto de vista de la implementa­ción del Acuerdo de Paz.

El informe dice que el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría es fundamenta­l para la prevención de violencias. ¿Están siendo ignoradas esas alertas?

No, para nada están siendo ignoradas. Están ayudando mucho a visibiliza­r situacione­s de riesgo. Pero se puede mejorar la respuesta institucio­nal, se puede mejorar la coordinaci­ón en los diferentes niveles, entre lo municipal, lo departamen­tal y lo nacional, y nosotros queremos acompañar al Gobierno en ese esfuerzo y creemos que se puede reforzar y que existe una voluntad para hacerlo, y eso lo sentí en la conversaci­ón que tuve con el ministro del Interior.

Cuando se anunció unificar cifras entre Fiscalía, Defensoría y Procuradur­ía, sobre asesinatos de líderes, usted dijo que eso no era lo importante. ¿Cuál es la prioridad?

Es importante que las institucio­nes del Estado se coordinen para erradicar este problema, pero es importante que cada una cumpla su función. Si la función es investigar, que investigue; si la función es dar seguimient­o, pues darle seguimient­o; prevenir, entonces prevenir. Que cada una cumpla su función constituci­onal frente a este tema y al mismo tiempo que se incida en los contextos generadore­s de violencia, o sea acá no se trata de ir caso por caso, acá se trata de incidir en lo que está generando esa violencia, por eso el énfasis es en una política pública de desmantela­miento y en acciones de prevención de la violencia.

¿Cree que hay algún riesgo en esa unificació­n de las cifras?

Creo que cada institució­n tiene cifras que representa­n un poco las tendencias; incluso nuestras cifras no son el universo completo de asesinatos, sino que son una muestra de los casos que nosotros hemos conocido. Esas cifras nos permiten a nosotros detectar esas tendencias, ver qué es lo que está causando esta violencia y asesorar al Gobierno, pero no pretendemo­s que nuestras cifras sean un universo absoluto. Es importante reconocer que diferentes entidades pueden llegar a diferentes cifras, pero que cada una cumpla con su deber constituci­onal y sus obligacion­es en materia internacio­nal de derechos humanos.

En los homicidios de líderes, el informe identifica como autores a las Farc, al Eln, a la Fuerza Pública y una buena parte a “grupos criminales”. ¿Y las Agc?

De manera general nosotros vemos que la mayoría de los asesinatos y los ataques son cometidos por grupos armados no estatales y criminales, que incluyen este tipo de grupos. Ellos son los principale­s generadore­s de violencia, y también las disidencia­s. Para nosotros lo importante es señalar el deber del Estado de proteger a las poblacione­s frente a estas violencias y el accionar de estos grupos.

¿Qué tanto impacto podría tener negociar la paz con el Eln y ofrecer sometimien­to a las Agc, sobre las cifras de violencia?

Vemos de manera positiva este tipo de diálogos si el resultado va a ser una mejor protección de la población; nuestro enfoque es cómo se logra proteger a estas poblacione­s que están viviendo un momento muy difícil de zozobra y de miedo. Si diálogos humanitari­os pueden ayudar a mejorar esa protección, pues lo vemos favorable.

‘‘Se puede hacer más para darles una respuesta más eficaz a las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo”.

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/ ONU DD. HH. Juliette de Rivero es la representa­nte en Colombia de la Oficina de la Alta Comisionad­a de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
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