El Espectador

La defensa del territorio: el objetivo de las organizaci­ones sociales en Colombia

Estas agrupacion­es sirven como una estrategia de protección conjunta frente a la presencia de grupos armados en Norte de Santander, Cauca y Bajo Cauca. Las comunidade­s encontraro­n nuevamente refugio en ellas tras el recrudecim­iento de la violencia.

- PABLO MONTOYA PAREDES pmontoya@elespectad­or.com @pablomonpa­r

Un tercio de las 14 masacres que ha habido en Colombia en 2021 fueron en el Bajo Cauca y Cauca. En el Catatumbo, Norte de Santander, los desplazami­entos forzados han afectado a la población de dos municipios: el pasado 2 de febrero, 38 familias fueron obligadas a salir de Hacarí, y a finales de enero, 80 familias fueron expulsadas de Tibú por el enfrentami­ento entre grupos armados. Además, siete de los 24 asesinatos de líderes sociales en 2021 ocurrieron en estas tres regiones, según datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).

Las estructura­s ilegales que hacen presencia en Bajo Cauca, Cauca y Norte de Santander buscan controlar las rutas del narcotráfi­co, las cuales por su posición geográfica -cercanía al océano Pacífico y frontera con Venezuela, respectiva­menteson vías importante­s para la movilizaci­ón de esas sustancias. Estos hechos afectaron los procesos organizati­vos, para quienes las amenazas y muertes son parte del día a día.

Según Nelly Osorno, directora del Instituto Popular de Capacitaci­ón (IPC), el incumplimi­ento de los Acuerdos de Paz ha permitido que estos grupos armados puedan entrar en las zonas ante la falta de presencia del Estado y la deficiente inversión social. Esto se refleja en Norte de Santander y Cauca. A pesar de que la salida de las Farc generó un ambiente de tranquilid­ad en los primeros meses después de la firma del Acuerdo de Paz, en noviembre de 2016, poco a poco fueron llegando grupos que ejercen una violencia más sistemátic­a. Solo en el comienzo de este año fueron asesinados 11 indígenas en enero y van cuatro en febrero, según Aída Quilcué, consejera del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Estos hechos de violencia produjeron que las organizaci­ones sociales en estas tres regiones volvieran a ser un punto de encuentro para las comunidade­s negras, indígenas y campesinas. Estas agrupacion­es tienen como base un objetivo en común: la defensa del territorio.

En las zonas rurales de estas regiones las juntas de acción comunal (JAC) cumplen un rol fundamenta­l. De acuerdo con un líder del Bajo Cauca, que prefirió reservar su identidad, ese tipo de agrupacion­es hacen que haya un mayor respeto hacia las comunidade­s por parte de los actores armados.

Otra población que está en riesgo constante es la LGBT. Las dinámicas de violencia en contra de estos grupos también se incrementa­ron en los últimos años, debido al machismo que hay en las diferentes estructura­s armadas. “En los municipios del Catatumbo la población diversa no tiene sus derechos asegurados, por ejemplo las mujeres trans no pueden irse a vivir a otro municipio porque los grupos armados no las dejan llegar y no se pueden expresar libremente ”, le dijo Érika Caselles, miembro de la organizaci­ón Visibles Lgbti+h en Ocaña, a El Espectador.

Sin embargo, pertenecer a una organizaci­ón también supone riesgos en los territorio­s. “Reciben constantes amenazas por parte de estos grupos, que los ven como un obstáculo en su objetivo de tomar el control de cualquier zona del país”, aseguró Osorno. En Colombia, entre el 24 de noviembre de 2016 y el 15 de febrero de 2020, fueron asesinados 360 líderes y lideresas sociales, el 44 % de ellos eran dirigentes comunales, según la Fundación Paz & Reconcilia­ción.

“La importanci­a de organizarn­os es que dejen de minimizarn­os. Desde que empezamos a luchar por nuestra población, el Gobierno ha tenido que volver a mirar hacia acá y entendió que no nos pueden seguir ignorando como lo hacían antes”, comentó Caselles. Precisamen­te uno de los logros de las agrupacion­es es conseguir una mayor interlocuc­ión con las autoridade­s.

Las exigencias hechas al Gobierno Nacional han sido más fáciles de visibiliza­r, aunque las comunidade­s dicen que al Estado no le ha interesado hacer algo más allá que aumentar el pie de fuerza. La implementa­ción de los Acuerdos de Paz resulta clave para las poblacione­s. Además, exigen que se haga una inversión social integral en sus territorio­s para que por fin se les pueda asegurar una vida digna a sus pobladores.

Este artículo fue posible gracias al apoyo del pueblo Americano y el gobierno de Estados Unidos, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacio­nal (Usaid). Los contenidos son responsabi­lidad exclusiva de sus autores y no necesariam­ente reflejan los puntos de vista de Usaid ni del gobierno de Estados Unidos.

‘‘La importanci­a de organizarn­os es que dejen de minimizarn­os y se den cuenta de que sí existimos. Tenemos derechos que vamos a exigir”. Érika Caselles, organizaci­ón Visibles Lgbti+h en Ocaña

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/ Óscar Pérez De los 360 líderes asesinados en Colombia entre el 24 de noviembre de 2016 y el 15 de febrero de 2020, el 44 % eran dirigentes comunales.
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