El Espectador

No distorsion­ar la verdad

- EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS MARIO MORALES @marioemora­les y www.mariomoral­es.info

DEBERÍAMOS ESTAR CURTIDOS. EL libreto se repite; desgastado, pero todavía le funciona al uribismo. Descalific­ar al opositor y reducir la gravedad de los señalamien­tos a un asunto de cifras: decirlo al lado de un dato numérico, más allá de su veracidad, para convencer sin esfuerzo.

Por eso se entiende el afán desmedido de la Fiscalía de manejar las estadístic­as sobre crímenes contra defensores de derechos humanos, que ahora la Consejería Presidenci­al para los Derechos Humanos reduce a 66 el año pasado, mientras que la Defensoría del Pueblo habla de 182 e Indepaz, de 310. Así nos quedamos con los números, pero sin los rostros ni las historias.

Le quitamos el foco a la gravedad de los crímenes y nos entrelazam­os en un debate abstracto de metodologí­as y pruebas que restan contundenc­ia y sensibilid­ad a la informació­n de esos asesinatos. ¿Lo ven? Funciona.

Lo mismo pasa con las 14 masacres que ya acumula este año. El problema no parece estar en la ignominia de semejante seguidilla, sino en la disputa por enumerarla­s, caracteriz­arlas y hasta por definirlas según la cifra de asesinados. El encuadre, que llamamos.

Pero cuando la cortina de humo no funciona, como acaba de suceder con las 6.402 ejecucione­s extrajudic­iales que según la JEP ocurrieron durante los gobiernos de Uribe, y no 2.228 como dice la Fiscalía, siempre queda el recurso de la calumnia y el señalamien­to para desviar la conversaci­ón pública.

Con informació­n precisa, José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, sorteó lo uno y lo otro con un reclamo que debe quedar escrito sobre mármol: “No distorsion­ar la verdad”, que aplica no solo para ejecucione­s extrajudic­iales, sino también para el exterminio de reinsertad­os, líderes sociales y masacres como formas de terror, esas cuatro patas de una mesa a la que se sienta esta sociedad de la barbarie. Harto trabajo le queda a la JEP o, en su defecto, a la Corte Penal Internacio­nal, que está próxima a venir.

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