A reivindicar las ventas informales
Tras un 2020 complicado para los vendedores informales, el Distrito avanza en varios procesos para reorganizar las ventas en espacio público y brindarles alternativas de emprendimiento.
Los vendedores informales tuvieron semanas muy difíciles el año pasado por los cierres y la limitación de espacios. El Distrito busca reivindicarse con esta población, mediante nuevos proyectos que van desde ferias temporales hasta convertirlos en emprendedores.
Si hay un gremio afectado por la pandemia son los vendedores informales, cuyos ingresos se derivan de ventas del día a día. Primero fueron los confinamientos, que los obligaron a aislarse en sus casas y a depender de ayudas, que no siempre llegaron. Luego, cuando poco a poco empezaron a salir a las calles, tuvieron que trasladarse a otras zonas, buscando las más concurridas, pues muchas empresas seguían en trabajo remoto y sus ingresos dependen de la cantidad de transeúntes. Esto les significó otro problema: las aglomeraciones que se reportaron continuamente como un riesgo de contagio para vendedores, compradores y ciudadanos.
Con la reapertura gradual vino una esperanza debido al programa “Bogotá a cielo abierto”, que ideó el Distrito para reactivar, sobre todo, restaurantes, gastrobares y otros establecimientos. Pero con la estrategia, cuya premisa era otorgar a los formales parte del espacio público para organizar mesas, sillas y retomar algunas actividades que ofrecían, poco y nulo espacio quedó para las ventas ambulantes, que se tuvieron que conformar con zonas de comercio popular.
Con la responsabilidad de sacar adelante también a los 82.453 vendedores informales identificados en la capital, varias entidades distritales diseñaron una serie de planes para mejorar las condiciones de esta población e incluirla en la repartición del espacio público, que es en este momento la estrategia más idónea para seguir mitigando la transmisión del virus. Una parte de ese compromiso es del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (Dadep), cuya misión es regular el uso y aprovechamiento de los espacios abiertos por donde transitan los capitalinos.
La nueva directora del Dadep, Alejandra Rodríguez Cortés, quien asumió el cargo a inicios de este mes, aclara que el papel de la entidad en temas de ventas informales se limita a la regulación de espacio y no son autoridad en cuanto a las ofertas puntuales para los vendedores informales. “Eso pasa por un trabajo transversal y el Instituto Para la Economía Social (IPES) tiene una tarea grande con esta población, para darles una oferta de reubicación, garantizar sus derechos y que sean ordenados en tiempos de pandemia”, explica.
En este momento el Dadep trabaja en una nueva reglamentación para el programa a cielo abierto, en el que mediante una amplia concertación esperan incluir a vendedores informales, peatones y biciusuarios, teniendo en cuenta que la primera etapa de esa estrategia limitó varios espacios para caminar y transitar en bicicleta.
El compromiso para sacar a flote a los vendedores informales es del IPES. Libardo Asprilla, director de la entidad, manifiesta que esta administración busca cambiar la visión sobre esta población en lo relacionado con el espacio público. “Se tiene la concepción de que la solución es sacarlos de las calles, y no es así. Muchos no ven que se puede hacer un aprovechamiento económico a la altura de grandes ciudades”, dice. En ese sentido, su estrategia es eliminar temas como el contrabando o los cobros gota a gota con urbanismo táctico, es decir, la gestión del espacio mediante demarcaciones, que pactan con los mismos vendedores informales e incluso con empresarios formales, y las alternativas que ofrecen para esta población.
Una de esas opciones económicas es la entrega de 3.300 locales entre semiestacionarios (triciclos), estacionarios e inmuebles en puntos críticos como los de San Andresito, Quirigua, el 20 de Julio, el 7 de Agosto y el centro (Santa Fe, Plaza España y San Victorino). De esos 3.300 ya están ocupados 2.310 y la idea a corto plazo es aumentar la ocupación a 2.970.
Para esto, el IPES se encuentra adecuando locales comerciales y adelantando un nuevo modelo de soluciones urbanísticas portátiles, en el que la estrategia reina se implementará a partir de junio, para la cual será clave el trabajo con el Dadep y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU). “Se harán ferias temporales en diferentes momentos del año, con productos y actividades según la época. Se van a rotar en diferentes zonas de aglomeración y es un modelo que se compone de locales con vitrinas, sillas y mesas portables, que permiten desarrollar la actividad de manera cómoda”, indica Asprilla.
Entretanto, el IPES busca que el trabajo en el espacio público se realice de forma organizada, por lo que adelanta una caracterización mediante códigos QR, que permiten que cualquier autoridad sepa quién es el vendedor y cuáles son las condiciones en que tiene permitido desarrollar su labor. La idea de esa caracterización es brindarles emprendimiento, formación y promoción por redes sociales.
En cuanto a nuevos negocios, la meta de este año es apoyar 800 procesos mediante impulsos económicos que van entre $400.000 y $1,5 millones para vendedores o grupos familiares que tienen inicios de empresa o fabrican algún producto, pero que no cuentan con formación empresarial. “El impulso es en maquinaria o materia prima, incluso pueden entrar en ruta de formación con validación de bachillerato o cursos específicos”, agrega el director del IPES.
A la par, la entidad está brindando cursos de manipulación de alimentos, debido a la carencia que existe en este aspecto. También sortea 118 mobiliarios (las tradicionales casetas grises), pues hay muchas que no se están utilizando. La labor final para reivindicar el trabajo de esta población y mejorar sus condiciones de trabajo es la inclusión en fondos de pensión. Hoy tienen 4.177 vendedores afiliados a Colpensiones y la meta es ingresar otros 22.000 este año. Después de esto se espera dar paso a que accedan a seguridad social.
‘‘Se tiene la concepción de que la solución es sacarlos de las calles, pero muchos no ven que se puede hacer aprovechamiento económico a la altura de grandes ciudades”.
Libardo Asprilla, director del IPES