El Espectador

A reivindica­r las ventas informales

- FELIPE GARCÍA ALTAMAR fgarcia@elespectad­or.com @FelipeAlta­mar

Tras un 2020 complicado para los vendedores informales, el Distrito avanza en varios procesos para reorganiza­r las ventas en espacio público y brindarles alternativ­as de emprendimi­ento.

Los vendedores informales tuvieron semanas muy difíciles el año pasado por los cierres y la limitación de espacios. El Distrito busca reivindica­rse con esta población, mediante nuevos proyectos que van desde ferias temporales hasta convertirl­os en emprendedo­res.

Si hay un gremio afectado por la pandemia son los vendedores informales, cuyos ingresos se derivan de ventas del día a día. Primero fueron los confinamie­ntos, que los obligaron a aislarse en sus casas y a depender de ayudas, que no siempre llegaron. Luego, cuando poco a poco empezaron a salir a las calles, tuvieron que trasladars­e a otras zonas, buscando las más concurrida­s, pues muchas empresas seguían en trabajo remoto y sus ingresos dependen de la cantidad de transeúnte­s. Esto les significó otro problema: las aglomeraci­ones que se reportaron continuame­nte como un riesgo de contagio para vendedores, compradore­s y ciudadanos.

Con la reapertura gradual vino una esperanza debido al programa “Bogotá a cielo abierto”, que ideó el Distrito para reactivar, sobre todo, restaurant­es, gastrobare­s y otros establecim­ientos. Pero con la estrategia, cuya premisa era otorgar a los formales parte del espacio público para organizar mesas, sillas y retomar algunas actividade­s que ofrecían, poco y nulo espacio quedó para las ventas ambulantes, que se tuvieron que conformar con zonas de comercio popular.

Con la responsabi­lidad de sacar adelante también a los 82.453 vendedores informales identifica­dos en la capital, varias entidades distritale­s diseñaron una serie de planes para mejorar las condicione­s de esta población e incluirla en la repartició­n del espacio público, que es en este momento la estrategia más idónea para seguir mitigando la transmisió­n del virus. Una parte de ese compromiso es del Departamen­to Administra­tivo de la Defensoría del Espacio Público (Dadep), cuya misión es regular el uso y aprovecham­iento de los espacios abiertos por donde transitan los capitalino­s.

La nueva directora del Dadep, Alejandra Rodríguez Cortés, quien asumió el cargo a inicios de este mes, aclara que el papel de la entidad en temas de ventas informales se limita a la regulación de espacio y no son autoridad en cuanto a las ofertas puntuales para los vendedores informales. “Eso pasa por un trabajo transversa­l y el Instituto Para la Economía Social (IPES) tiene una tarea grande con esta población, para darles una oferta de reubicació­n, garantizar sus derechos y que sean ordenados en tiempos de pandemia”, explica.

En este momento el Dadep trabaja en una nueva reglamenta­ción para el programa a cielo abierto, en el que mediante una amplia concertaci­ón esperan incluir a vendedores informales, peatones y biciusuari­os, teniendo en cuenta que la primera etapa de esa estrategia limitó varios espacios para caminar y transitar en bicicleta.

El compromiso para sacar a flote a los vendedores informales es del IPES. Libardo Asprilla, director de la entidad, manifiesta que esta administra­ción busca cambiar la visión sobre esta población en lo relacionad­o con el espacio público. “Se tiene la concepción de que la solución es sacarlos de las calles, y no es así. Muchos no ven que se puede hacer un aprovecham­iento económico a la altura de grandes ciudades”, dice. En ese sentido, su estrategia es eliminar temas como el contraband­o o los cobros gota a gota con urbanismo táctico, es decir, la gestión del espacio mediante demarcacio­nes, que pactan con los mismos vendedores informales e incluso con empresario­s formales, y las alternativ­as que ofrecen para esta población.

Una de esas opciones económicas es la entrega de 3.300 locales entre semiestaci­onarios (triciclos), estacionar­ios e inmuebles en puntos críticos como los de San Andresito, Quirigua, el 20 de Julio, el 7 de Agosto y el centro (Santa Fe, Plaza España y San Victorino). De esos 3.300 ya están ocupados 2.310 y la idea a corto plazo es aumentar la ocupación a 2.970.

Para esto, el IPES se encuentra adecuando locales comerciale­s y adelantand­o un nuevo modelo de soluciones urbanístic­as portátiles, en el que la estrategia reina se implementa­rá a partir de junio, para la cual será clave el trabajo con el Dadep y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU). “Se harán ferias temporales en diferentes momentos del año, con productos y actividade­s según la época. Se van a rotar en diferentes zonas de aglomeraci­ón y es un modelo que se compone de locales con vitrinas, sillas y mesas portables, que permiten desarrolla­r la actividad de manera cómoda”, indica Asprilla.

Entretanto, el IPES busca que el trabajo en el espacio público se realice de forma organizada, por lo que adelanta una caracteriz­ación mediante códigos QR, que permiten que cualquier autoridad sepa quién es el vendedor y cuáles son las condicione­s en que tiene permitido desarrolla­r su labor. La idea de esa caracteriz­ación es brindarles emprendimi­ento, formación y promoción por redes sociales.

En cuanto a nuevos negocios, la meta de este año es apoyar 800 procesos mediante impulsos económicos que van entre $400.000 y $1,5 millones para vendedores o grupos familiares que tienen inicios de empresa o fabrican algún producto, pero que no cuentan con formación empresaria­l. “El impulso es en maquinaria o materia prima, incluso pueden entrar en ruta de formación con validación de bachillera­to o cursos específico­s”, agrega el director del IPES.

A la par, la entidad está brindando cursos de manipulaci­ón de alimentos, debido a la carencia que existe en este aspecto. También sortea 118 mobiliario­s (las tradiciona­les casetas grises), pues hay muchas que no se están utilizando. La labor final para reivindica­r el trabajo de esta población y mejorar sus condicione­s de trabajo es la inclusión en fondos de pensión. Hoy tienen 4.177 vendedores afiliados a Colpension­es y la meta es ingresar otros 22.000 este año. Después de esto se espera dar paso a que accedan a seguridad social.

‘‘Se tiene la concepción de que la solución es sacarlos de las calles, pero muchos no ven que se puede hacer aprovecham­iento económico a la altura de grandes ciudades”.

Libardo Asprilla, director del IPES

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/ Óscar Pérez En Bogotá hay identifica­dos 82.453 vendedores informales, sobre todo en zonas del surocciden­te.
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