El Espectador

La pandemia y Duque causaron la caída del PIB

- MARIO ALEJANDRO VALENCIA

El 2020 quedará registrado como uno de los períodos más terribles para la humanidad en general y para Colombia en particular. Como era previsible, una pandemia global concluyó en una crisis económica, pero no igual para todos. La economía nacional perdió aproximada­mente $68 billones, que significar­on la quiebra de empresas y el despido de trabajador­es. Pero no toda la responsabi­lidad fue de la pandemia; una parte importante de la culpa recae sobre el presidente Iván Duque.

Para ser justos, la economía venía experiment­ando en las últimas décadas un paulatino proceso de desacelera­ción y orientándo­se hacia actividade­s con poco desarrollo empresaria­l y creación de empleo. Los tres sectores más dinámicos: el financiero, la minería y el comercio, que acapararon las políticas económicas de estímulo y protección, presentan caracterís­ticas propias de una economía en deterioro, con alta concentrac­ión de riqueza y poca demanda de trabajo en los dos primeros, y alta informalid­ad y bajos salarios en la tercera.

Duque recibió esta herencia después de haber sido uno de los más destacados críticos de la política económica de Santos. Lo que convierte al presidente en factor determinan­te de la crisis de 2020 es que durante un año y medio, antes de la pandemia, no hizo nada diferente a lo que tanto cuestionó. Tramitó dos reformas tributaria­s para otorgarles exenciones a las grandes empresas, aprobó el ingreso de Colombia a la OCDE, ratificó el TLC con Israel, no modificó el esquema presupuest­al, incumplió su promesa de proteger las confeccion­es y los biocombust­ibles y, aparte de discursos, no otorgó recursos adicionale­s para la ciencia, la tecnología, el emprendimi­ento y el trabajo de calidad.

Por eso la crisis es tan profunda. Duque no viró un solo grado el timón del vehículo que se dirigía al abismo, sino que le dio un empujón adicional. Junto con su ministro, Alberto Carrasquil­la, permitiero­n que se destruyera­n 5,4 millones de puestos de trabajo en los primeros meses, no apropiaron ni inyectaron los recursos suficiente­s para evitar que el 19,4 % de las empresas, según Confecámar­as, estén cerradas temporal o indefinida­mente. Según las cuentas del DANE, el gasto del Gobierno aumentó 3,7 %, mientras en 2019 había crecido 4,5 % y en 2018 en 7,4 %. En medio de la peor crisis, la indolencia del presidente y el ministro de Hacienda, que tomaron la decisión consciente de no salvar la economía, causó hambre, muerte y desesperan­za.

Que el comité de aplausos del Gobierno en el Congreso, los medios y los gremios atribuyan a la pandemia la explicació­n de la crisis es parcialmen­te equivocado, pero que además estén aprovechan­do la situación para imponer reformas laboral y tributaria es totalmente abominable.

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