#LaVictoriaEsDeTodos
LA CUENTA OFICIAL EN TWITTER DE las Fuerzas Militares cierra sus comunicados virtuales con esa etiqueta. Tras el último consejo de seguridad realizado en Tumaco, no es claro de qué victoria están hablando.
La derrota la viven unos pocos. Ante palabras vacías y lugares comunes, también perdió el lenguaje que proviene del Gobierno y sus políticas de seguridad y antidrogas.
Es tan limitado el abanico de posibilidades, que se sabe que con cada asesinato habrá anuncios de capturas, llamados a la “contundencia” en los operativos y recompensas.
La terminología empleada ha terminado por desdibujar el significado de los conceptos favoritos. Ante cada asesinato viene la referencia a una “red criminal”, una “disputa territorial”, un “enfrentamiento entre estructuras”, una “incursión armada”.
Entre los conocedores hay pasión por el entendimiento de la jerga y el dibujo de organigramas. Descifrar la telaraña, dar con el nuevo nombre clave, hacerle seguimiento al reciclado de alias esto y alias lo otro parecería crucial. El balance de fuerzas cambia con cada consejo de seguridad.
Entre observadores menos curtidos todo es confusión y generalidad. La aplicación directa del lenguaje anterior no lleva a más claridad. Persiste la idea de una “estampida de muerte”. Una “oleada” que llegó de algún lado, pasó y siguió. O se quedó. Se reinventó. Pronto aterrizamos en el temido “se registra una nueva masacre”.
¿Cuántas más? ¿Qué está pasando? Un nuevo consejo de seguridad lo investiga. Se reúnen, miran los mapas, se toman las fotos. Sale el anuncio de las recompensas, las definitivas. Vienen refuerzos. Más militares en camino. Ahora sí les llegó la hora. ¿De qué? ¿A quiénes? ¿Y qué pueden pensar los que viven la inseguridad ante este teatro del absurdo?
Que quede claro, nos dice el nuevo ventrílocuo de la Defensa, que en Nariño hay un número alto de coca, con una capacidad de producción de equis número de toneladas.
¿Vencerán?