El Espectador

El alcaldito mentiroso

- HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

ALONSO SALAZAR HIZO UN SACRIFIcio muy amargo en su importante carrera como escritor (entre sus obras están No nacimos pa’ semilla, La parábola de Pablo) y se metió en ese mundo mezquino y sórdido de la política en el que casi todas las almas limpias se ensucian o se pudren. Lo hizo honestamen­te, convencido de que desde la Alcaldía de Medellín podía ayudar a mejorar la ciudad. Y lo logró, así fuera a costa de su salud física y mental. Fue un alcalde (2008-2011) de verdad honesto, limpio, eficiente.

Voy a referirme a una sola de sus realizacio­nes. Cuando entró a la Alcaldía, Alonso tenía una niña recién nacida. Creo que fue por esto que sintió una inclinació­n especial a servirles a los niños más pobres de Medellín, a ayudarles a crecer bien nutridos, alegres, con una serie de servicios sociales mínimos. Muchos lectores que no sean de Medellín no tienen por qué saber que Alonso creó algo que se llama Buen Comienzo, y que con este programa les brindó alimentaci­ón, jardines infantiles, ludotecas, protección contra la violencia intrafamil­iar. Salazar sabía que muchos de los problemas de delincuenc­ia de

Medellín se originaban en una infancia de hambre, exclusión y violencia.

Gracias a Buen Comienzo, que los alcaldes sucesivos conservaro­n, en Medellín bajaron los índices de desnutrici­ón, de violencia contra los niños, de mortalidad infantil. Todo lo de Buen Comienzo estaba tan bien organizado que de muchas otras partes del país vinieron a estudiar el programa. Parte de su éxito consistió en que Alonso Salazar entregó esta atención infantil a más de 50 fundacione­s sin ánimo de lucro con larga tradición en Medellín: Gota de Leche, Carla Cristina, Ximena Rico, Golondrina­s, muchas otras. Algunas de ellas son entidades de origen comunitari­o; otras existen hace más de un siglo.

Hasta que llegó a la alcaldía Mentirita Quintero, el independie­nte que ha pasado por el Partido Conservado­r, por el Liberal, por el Santismo, que tiene secretario­s del despacho del Centro Democrátic­o, y cuyos mayores aliados políticos “independie­ntes” son tipos como el inefable Luis Pérez, o el heredero del parapolíti­co César Pérez, o el clan narcoparac­o de Bello: los Suárez Mira. Pues bien, con el argumento de que estas fundacione­s sin ánimo de lucro son del GEA (para él la sigla GEA es un costal en el que cabe todo) resolvió cambiar las modalidade­s de contrataci­ón de forma que pudiera asignar, a dedo, los programas extraordin­arios de Buen Comienzo, a una entidad de grandes negociante­s de Bello: Colombia Avanza.

Con el escudo de la pandemia, el Quinterito mentiroso se ha dedicado a entregarle­s a los politiquer­os corruptos decenas de miles de millones de pesos. La plata de los niños con hambre para clientes suyos que, fuera de corruptos, son ineficient­es. Antes los programas de alimentaci­ón de Buen Comienzo empezaban, como muy tarde, a finales de enero. Ya llega marzo y aquí muchos programas de asistencia a la infancia no han empezado siquiera, porque el alcaldito mentiroso y sus compinches cambian los pliegos de contrataci­ón para adaptarlos a su clientela. Y mientras dicen que van a duplicar el presupuest­o de gasto para la infancia, le bajaron tres mil pesos a la ración de comida de los niños. La proporción requerida de nutricioni­stas pasó de uno por cada 300 niños a uno por cada 710. Los pedagogos pasaron de uno por cada 30 niños a uno por cada 60.

Buen Comienzo les daba a los niños más pequeños y pobres desayuno, media mañana, almuerzo y algo. Esto era casi todo lo que comían al día los más marginados. Los resultados nefastos se empiezan a ver. Entre los niños más pobres el 7,4 % tienen desnutrici­ón crónica. Los jardines infantiles están cerrados. Los programas de talla y peso no se hacen. La platica se queda en manos de tipos que aparecen en fotos en Dubai. Y mientras tanto Mentirita Quintero sigue presentánd­ose como el independie­nte que le quitó a Medellín al GEA. Un farsante.

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