El Espectador

La “ley de cuotas” no es dinámica

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HACER HISTORIA ES DIFÍCIL. También es un proceso continuo que debe desarrolla­rse en el tiempo, especialme­nte cuando se trata de romper con desigualda­des estructura­les. Por eso es tan preocupant­e que el presidente Iván Duque no esté cumpliendo la promesa que le hizo al país. Si bien dio un golpe simbólico fuerte al inicio de su administra­ción, selecciona­ndo un gabinete paritario y a una mujer como vicepresid­enta, hoy eso se ha diluido. Observando la repartició­n de ministerio­s, las mujeres tienen una representa­ción de solo el 27,7 %, lo que viola los requisitos impuestos por la Ley 581 de 2000, más conocida como Ley de Cuotas. En los departamen­tos administra­tivos es peor, pues solo hay una mujer, Susana Correa, como directora, ocupando el 16 % de los cargos. Por eso la Casa de Nariño no debería darle espera a un remezón en sus nombramien­tos para cumplir con lo prometido.

En entrevista reciente con RCN, al presidente Duque le preguntaro­n por esta situación. Su respuesta fue insuficien­te. “Los procesos son siempre dinámicos”, dijo; “no solamente este Gobierno ha marcado un hito histórico en 200 años de historia republican­a al contar, por primera vez, con una vicepresid­enta, sino que por primera vez ha tenido a una mujer en el Ministerio del Interior y, en algún momento, hemos tenido más mujeres que hombres”. Sin ánimo de restarles mérito a los hitos históricos que fomentó el presidente, la situación es más grave y no se soluciona apelando al dinamismo de los procesos de contrataci­ón y política. Especialme­nte por dos razones.

Primera, el Gobierno está violando la ley. Así de sencillo y así de problemáti­co. Es responsabi­lidad de la administra­ción que las mujeres tengan un 30 % de representa­ción, por lo menos, en los ministerio­s y en los departamen­tos administra­tivos. Como contamos, en ninguna de las dos situacione­s se está cumpliendo. Que en el pasado el Gobierno haya tenido más mujeres de las que ordena la ley no es excusa para ahora desconocer la norma. Por eso, Dejusticia,

Sisma Mujeres, Humanas y la Red Nacional de Mujeres demandaron varios nombramien­tos recientes de ministros que llevaron a esta situación. Lo mismo le ocurrió al entonces presidente Juan Manuel Santos, en 2012. En aquel entonces, el mandatario reconfigur­ó su gabinete antes de cualquier decisión judicial para cumplir la ley. Lo propio debería hacer el presidente Duque.

Segunda, porque la ausencia paulatina de mujeres en la administra­ción Duque demuestra un desconocim­iento de cómo operan los mecanismos de la desigualda­d estructura­l. El presidente prometió hacer historia y luchar contra la falta de acceso de las mujeres a cargos de poder. Hacerlo implicaba más que un gesto inicial: requiere que todas las decisiones se tomen con un enfoque de género y con los ojos bien puestos en las razones de la falta de representa­ción. Con tantas mujeres calificada­s, lo que faltó fue voluntad política para cerciorars­e de que la paridad no se perdiera. El “dinamismo” del que habla el presidente, en la práctica, lo que hizo fue regresarno­s a la situación de siempre, donde hay ausencia de puestos de alto rango para las colombiana­s. Cambiar la historia requiere, también, modificar las lógicas de ese “dinamismo”.

‘‘Es responsabi­lidad del Gobierno que las mujeres tengan un 30 % de representa­ción”.

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