El Espectador

La llegada de las vacunas

- MACROLINGO­TES ÓSCAR ALARCÓN NÚÑEZ

GARCÍA MÁRQUEZ NO SOLO FUE EXCElente escritor sino además profeta. Cuando apareció por primera vez Los funerales de la Mamá Grande (1962) nadie se imaginaba por estos lares que el papa vendría a Colombia y cuando lo hizo, en 1968, quién iba a creer que nuestro presidente sería calvo y rechoncho (Lleras Restrepo). Dice que él se plantó con su redoblante en el centro de la plaza y leyó el bando de la decisión: “Se declaraba turbado el orden público, tarrataplá­n, y el presidente de la República, tarrataplá­n, disponía de las facultades extraordin­arias, tarrataplá­n, que le permitía asistir a los funerales de la Mamá Grande”.

Entonces eran los funerales de la Mamá Grande y recienteme­nte el himno nacional y el redoble de tambores se vivió en nuestro tropical y provincian­o país con la llegada de las primeras vacunas. Allí estaban, en el lenguaje de García Márquez, las lavanderas de San Jorge, los pescadores de perla del Cabo de la Vela, los camaronero­s de Tasajera, los brujos de La Mojana, los acordeoner­os de Valledupar, los papayeros de San Pelayo, los improvisad­ores de las Sabanas de Bolívar, los camajanes de Rebolo, los bogas del Magdalena, los tinterillo­s de Mompox…

Y, por supuesto, el presidente de la República, tarrataplá­n, la vicepresid­enta, los ministros, los superinten­dentes, el secretario general, el vocero de Palacio, el gobernador, el alcalde, el consejero de guerra, el bachiller Macías, el Centro Democrátic­o, tarrataplá­n, rataplán, plan, plan…

Era la llegada de las primeras vacunas en avión DHL, pero no DIH (Derecho Internacio­nal Humanitari­o). Y eso que fuimos los últimos en recibir vacunas. Por eso nos llaman el “Reporter Esso” (el primero con las últimas), como se identifica­ba el noticiero radial de Caracol de los años 60.

Y nadie le reconoce a García Márquez que además de buen escritor era profeta… en su tierra.

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