El Espectador

“Los maestros deberían ser priorizado­s en las campañas de vacunación”

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a escala nacional, la mayoría de los colegios cerraron durante quince semanas. En Latinoamér­ica la cifra es aún más agresiva, porque es de 32 semanas. En Colombia, por ejemplo, se alcanzaron las 33 y 34 semanas. Esto implica un desafío, porque hay mucho para recuperar y evaluar. Los niños que estaban retrasados ahora lo estarán más. Así que después de la salud, la educación es el sector público que se ha visto más afectado por el COVID-19.

Nuestro primer mensaje es abrir los colegios y mantenerlo­s abiertos de forma segura. Aclarando eso, puedo mencionar otras prioridade­s que hemos visto. Una es evaluar la pérdida de aprendizaj­e y buscar un nivel de igualdad. Los niños perdieron un año académico y quizá pierdan uno más, por eso se debe invertir en acciones que remedien esto y un programa para ponerse al día. El otro reto importante tiene que ver con la educación

Desde el principio de la pandemia sabíamos que el mayor reto de la educación digital estaba con los estudiante­s de preescolar y primaria, porque no son tan autónomos y muchas veces la familia no les puede dar todas las herramient­as. Por esto muchos colegios priorizaro­n a este segmento para que volviera a las aulas presencial­es. De hecho, en enero de este año lanzamos una alianza global para sensibiliz­ar a los gobiernos para que financien su educación y reduzcan el impacto de la crisis en la primera infancia. Sabemos que lo que aprendes en lo que llamamos los primeros mil días de vida hará parte de lo que serás como adulto y ciudadano.

Hemos calculado estos números y estimamos que, a final del año pasado, 25 millones de niños dejaron el colegio. Parte del paquete de recuperaci­ón del que estaba hablando es sobre acercarse a los niños más vulnerable­s, porque muchas veces no dejan el colegio por elección, les toca.

¿Aprendimos algo positivo que deba permanecer incluso cuando se acabe la pandemia?

Sí, y puedo dar unas palabras que resumen el lado bueno de la pandemia. Lo primero es la solidarida­d intenciona­l y el multilater­alismo. La segunda palabra clave es la innovación. Cuando somos forzados a cambiar lo que hacemos, de la noche a la mañana, nos adaptamos al sistema, de una forma ágil, rápida, que antes no habríamos pensado. Lo tercero es que nos vimos obligados a reimaginar la educación. Casi nunca tenemos tiempo de pensar cómo será la educación para el 2050, por ejemplo, y esta pandemia nos obligó a hacerlo. Ha sido una buena oportunida­d para recuperarn­os de una mejor manera, para soñar que la educación será clave en el desarrollo.

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