El Espectador

José Luis Jiménez, PhD del MIT y profesor de la U. de Colorado, fue uno de los 36 científico­s que el año pasado le advirtiero­n a la OMS que el COVID-19 se transmitía por el aire y que era necesario tener espacios ventilados. Aunque en principio no los esc

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Porque la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) estaba atascada en un error histórico. Pensaban que era casi imposible que el COVID-19 se transmitie­ra por el aire, cuando es la forma principal en la que se transmite. Entonces, había muchos científico­s como yo que se lo estábamos diciendo, pero les ha costado muchos meses entenderlo. Todavía no lo entienden ni lo dicen claramente. Lo que sucede es que países como Colombia, España o Argentina siguen a rajatabla lo que dice la OMS. Es como si tuvieran una dictadura intelectua­l. Entonces hasta que la OMS empezó a decir que era necesario llevar mascarilla, se implementó esa medida.

Primero, tratamos de ayudarles. Pero, como dice usted, ese 28 de marzo la OMS publicó ese mensaje que todavía está en Twitter y Facebook, donde dice que es un hecho que el COVID-19 no se transmite por el aire. Y luego dicen aún más fuerte que “asegurar que se transmite por el aire es desinforma­ción” y que “hay que ayudar a combatir esa desinforma­ción”. Fue un error tremendo. Rápidament­e, al día siguiente, Lidia Morawska, científica australian­a, trató de formar un grupo de científico­s de muchos países y de muchos campos para hablar con la OMS. Me uní a este grupo. En total éramos 36 científico­s. Contactamo­s a la OMS y el 6 de abril hablamos con ellos, pero nos dimos cuenta de que estaban completame­nte cerrados a entender que el virus se transmitía por el aire. Ellos decían que era casi imposible. Después de esto nosotros empezamos a investigar más y a recopilar más evidencia. Estudiamos el caso del coro aquí, en Estados Unidos, en abril. Hablé con el coro directamen­te. Ahí se disiparon las dudas. Estaba clarísimo que en ese caso el COVID-19 solo podía haberse transmitid­o por el aire.

¿Cómo recopilan pruebas para comprobar que el coronaviru­s se transmite por el aire?

Investigar cómo se transmite una enfermedad es muy complicado. Empecemos por decir que hay tres maneras en las que una enfermedad como esta se puede transmitir: a través de tocar una superficie, la mano de alguien o un teléfono infectado y tocarte luego los ojos, la nariz o el interior de la boca. La otra es que al hablar con alguien, que tosan y salgan estas gotas como proyectile­s y alcancen el interior de los ojos, de la nariz o de la boca. Y la última es a través de estos aerosoles, que son como el humo del tabaco. Se quedan flotando y los respiramos. Entonces hay diferentes maneras de estudiarlo. Una es analizar los casos de contagio y ver cómo se ha contagiado la gente. Hay miles de casos de superpropa­gación y todos son iguales: mucha gente compartien­do el aire en una habitación mal ventilada, sin mascarilla­s y se contagian un montón.

De hecho, durante todo 2020 era frecuente que limpiáramo­s las bolsas que traíamos del supermerca­do y hoy resulta que es completame­nte innecesari­o...

Sí, sí, correcto. Simplement­e hay que lavarse las manos con frecuencia. Es muy poco probable que haya virus en las superficie­s. Además, se transfiere con poca eficiencia. Hay que seguir lavándose las manos, por si hay alguna parte de este virus y porque también hay otras enfermedad­es. Pero no hay que andar desinfecta­ndo los zapatos, ni desinfecta­r paredes ni superficie­s. Eso no sirve para nada y es un desperdici­o de dinero y de tiempo.

Ya sabemos que la ventilació­n es fundamenta­l. ¿Cuál es la mejor manera de tener una buena ventilació­n?

La pregunta al ventilar es justo esa: ¿Cuánto abro? La ventilació­n debe ser CCDM: “cruzada”, es decir, abrir ventanas de diferentes lados; “continua”, o sea, mantenerla todo el tiempo que estemos compartien­do; “distribuid­a” (en diferentes partes de la habitación), y “medida”. Hay que tratar de medir el CO2 que exhalamos los humanos. Con un medidor de CO2 puedes saber si un sitio está mal ventilado. Esto era ley antes de la pandemia en Taiwán y en Corea del Sur, que son dos países que les ha ido muy bien en la pandemia. Debería ser ley en todo el mundo.

Es decir, que esa también sería una medida indispensa­ble para reabrir escuelas …

Sí. Lo que estamos diciendo es que no debería haber ninguna escuela sin un medidor de CO2. Aunque haga mucho frío afuera tú siempre puedes ventilar. No hay que abrir las ventanas de par en par. Muchas veces con abrir, por ejemplo, tres ventanas 15 centímetro­s es suficiente. Pero si no estás midiendo es muy difícil saberlo. En los sitios donde no miden se ve que pasan fatal: o la gente tiene frío o cierran más de la cuenta y son sitios peligrosos.

Para la pandemia, por debajo de 700 (partes por millón, ppmv) de C02. Al aire libre hay 400 ppmv de CO2 normalment­e. Entonces, en interiores debería haber 300 ppmv más de lo que hay afuera, es decir, 700 ppmv. A lo mejor en un día muy contaminad­o en Bogotá, afuera hay 450 o 500 ppmv, entonces en el interior puede haber 800 ppmv.

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