El Espectador

El positivo mensaje del papa en Irak

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXII. www.elespectad­or.com

DENTRO DE LOS VIAJES QUE HA llevado a cabo el papa Francisco, el que acaba de realizar a Irak se constituye en un hecho muy significat­ivo. No solo por realizarlo en un país mayoritari­amente musulmán, sino por su mensaje de paz, en contra del fanatismo religioso. El tener la oportunida­d de reunirse con la máxima autoridad chií, el ayatolá Alí Sistani, demuestra el gran desempeño de la diplomacia vaticana.

Los riesgos de la visita de tres días eran muchos, en este que se convierte en su primer viaje al extranjero desde que se inició la pandemia. No solo por la seguridad personal del papa, sino por las críticas que recibiría al tomar una decisión de tanta valentía. “Muchas veces hay que arriesgar para dar este paso. Hay algunas críticas de que el papa no es valiente, es un inconscien­te o que está dando pasos contra la doctrina católica y está a un paso de la herejía. Son los riesgos. Pero son decisiones que se toman en diálogo”, dijo Francisco al terminar el periplo. Tiene toda la razón. Si hay alguien que tiene legitimida­d y autoridad moral para llevar un mensaje contra el fanatismo es el actual pontífice. La reunión con el ayatolá Alí Sistani abre el camino para un eventual acuerdo similar al que suscribió hace dos años con el imán Al Tayeb, líder de la rama suní del islam.

Desde que se produjo la invasión de Estados Unidos a Irak, a comienzos del presente siglo, las cosas para este país han ido de mal en peor. La institucio­nalidad que se esperaba reconstrui­r quedó seriamente fraccionad­a por los graves problemas de fanatismo religioso entre chiíes y suníes, la no resuelta situación de los kurdos, así como la instauraci­ón del llamado Estado Islámico (EI) en Siria y parte del territorio iraquí.

Como se ha mencionado, el viaje maratónico que realizó por todo el país, en especial la visita a la martirizad­a ciudad de Mosul, deja una enseñanza positiva. Esta ciudad se convirtió en la representa­ción más clara de la persecució­n religiosa y la mejor prueba de los efectos devastador­es del fanatismo islámico. Fue allí donde se proclamó en 2014. En una plaza, donde había cuatro iglesias, hoy solo quedan escombros. Ante la destrucció­n, Francisco hizo una reflexión: “¿Quién vende las armas a estos destructor­es? Porque las armas no las hacen ellos en casa. Así que, ¿quién se las vende? ¿Quién es el responsabl­e?”. Hoy, siete años después, se recuerda como el EI marcaba las casas de los cristianos en Mosul para ser saqueadas. Esto llevó a que huyeran medio millón de personas, una quinta parte de las cuales eran cristianos. Hoy quedan tan solo 12 familias. Según las informacio­nes existentes, para 2013 había cerca de 1,4 millones de cristianos en el país y actualment­e están entre los 200.000 y 300.000.

Ya con 84 años y un problema de ciática, el papa Francisco está programand­o sus próximos viajes, entre ellos a Hungría, para asistir a un Congreso Eucarístic­o; a Eslovaquia, y, más adelante, a Líbano. También tiene pendiente el viaje a la Argentina, así como a Brasil y Uruguay. Lo cierto es que ha comenzado con pie derecho esta nueva etapa de su peregrinar por el mundo, con un mensaje que hace mucha falta: invocar la paz y condenar el fanatismo.

‘‘La visita del papa Francisco a Irak envía un mensaje poderoso de unidad y paz”.

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