El Espectador

Hospital

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yeron en sentido norte-sur, tal como en las ciudades frías del viejo continente, pues entonces los edificios hospitalar­ios se hacían pensando en que la salida y puesta del sol calentara las fachadas.

Los primeros retos del complejo hospitalar­io fueron en 1917, año del último gran terremoto de Bogotá, por el que muchos habitantes de los cerros quedaron sin casa y los alojaron de forma temporal en uno de los edificios, y en 1918, año de la pandemia de influenza, el hospital se encargó de atender a los afectados por ese primer gran problema de salud pública en la capital.

Toda esta historia la cuenta de memoria el gerente del proyecto de renovación del San Juan de Dios, Édgar Enrique Duarte, arquitecto y magíster en Urbanismo, quien explica que en 1921, cuando se empezó a realizar un gran plan urbanístic­o para el San Juan de Dios, se determinó que no había cómo financiarl­o, por lo que fue necesario recurrir a mecenas y a las personas más ricas de ese entonces. “Paulina Ponce de León y los hermanos Ángel y José Rufino Cuervo, entre muchos otros, regalaron dinero para dos pabellones. En ese período se hizo un concurso para construir el resto del complejo y lo ganó el arquitecto bogotano Pablo de la Cruz. Él fue el gran arquitecto del complejo”, dice.

Según Duarte, uno de los grandes errores del proceso de expansión del San Juan fue la construcci­ón de la torre central, entre 1948 y 1952. Aunque fue el inicio de los mejores años de la institució­n, dado el notable aumento de camas, esto cambió por completo el modelo europeo de pabellones para dar paso a diseños con bloques compactos, al estilo de la arquitectu­ra norteameri­cana. Muchas dependenci­as se mudaron a ese edificio, lo que se considera la raíz del abandono de los históricos pabellones del hospital.

Mientras recorre la torre, que en los últimos años ha sido motivo de debates sobre si se debe reforzar o demoler, Duarte asegura que “ese edificio tiene muchos errores de implantaci­ón. Además de que absorbió todos los usos y actividade­s del San Juan de Dios y después empezó a extenderse con puentes, se hicieron intervenci­ones en varios costados y creció contra edificios hermosos, invadiendo de manera irrespetuo­sa la arquitectu­ra que había”.

Hoy esa torre de nueve pisos es un edificio de típica película de terror. Hay humedad, pudrición y maleza por doquier; las paredes tienen musgo; hay óxido en conexiones eléctricas, tuberías y escaleras; los techos y suelos se han venido desprendie­ndo; ningún ascensor o bombillo sirve… En general, es una construcci­ón en ruinas, que hace unos meses tenía sesenta toneladas de basura por remover y que solo guarda buenos recuerdos de la actividad de estudiante­s y docentes de ciencias de la salud durante el siglo XX. Por supuesto, es un edificio que no tiene ninguna norma de sismorresi­stencia y la altura de cada piso (entre 2,5 y tres

Édgar Duarte,

metros) hace que sea imposible contemplar la instalació­n de un hospital de alta complejida­d, pues se exige que la altura sea mayor a cuatro metros.

“La torre central tiene salas hasta con ocho camas y baños compartido­s. Por eso muchas veces nos reclaman que antes se podían atender 700 camas y ¿por qué hoy en día no? Y, claro, es que 700 camas con habitacion­es y baños compartido­s hoy no se permiten. Es mejor habitacion­es individual­es y baños individual­es”, agrega Duarte. Todas estas fueron las razones del Distrito para dar continuida­d al proyecto que se planteó en la anterior administra­ción, que busca la reconstruc­ción, modernizac­ión y reapertura del complejo.

Así avanzan los planes

El objetivo de la administra­ción de Claudia López es dejar un sistema público de salud robustecid­o. Para esto, dará continuida­d a los estudios que encontró para construir el nuevo San Juan de Dios y los hospitales de Bosa y Usme. También construirá­n torres adicionale­s en los hospitales Meissen, Kennedy y El Tunal. En el caso del San Juan hubo un cambio, que hace unas semanas la alcaldesa explicó así a este diario: “El proyecto de la administra­ción anterior se llamaba Santa Clara, porque iba a trasladar el antiguo hospital al nuevo edificio. Nosotros vamos a dejar el Santa Clara donde está, pero haremos el nuevo San Juan, con lo que la ciudad gana un hospital nuevo. El complejo fue el gran centro hospitalar­io hace un siglo y lleva veinte años abandonado. Más que salud, es honrar la memoria”.

El cronograma del proyecto indica que la construcci­ón debe empezar hacia septiembre. Según la Empresa de Renovación Urbana (ERU), en este momento se han dado pasos de acuerdo con el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), que realizó la Universida­d Nacional entre 2013 y 2015 y contiene el plan para restaurar y reabrir el complejo hospitalar­io. “Se avanza en la rehabilita­ción de nueve de los 17 edificios de conservaci­ón integral y arquitectó­nica, con labores de mantenimie­nto, primeros auxilios, saneamient­o ambiental y estudios detallados de vulnerabil­idad sísmica y reforzamie­nto estructura­l”, detalló la entidad.

En cuanto a fechas, se espera que el próximo año concluya la rehabilita­ción física patrimonia­l de los nueve edificios que hacen parte del proceso de renovación (San Eduardo, San Lucas, Cirugía Plástica, San Roque, Palacete Administra­tivo, Siberia, Mantenimie­nto, La Capilla y el Convento) y se entreguen en operación desde 2023. Más allá de lo hospitalar­io, algunos tendrán propósitos académicos, culturales e incluso una intervenci­ón para ampliar el espacio público del sector.

“Recuperar nueve edificios, incluidos los cuatro del núcleo fundaciona­l, es un gran reto. A finales de 2023 faltará meter toda la tecnología de las salas de operación, o sea que tardará un año más; es decir que no lo alcanzamos a entregar. La torre central se va a reemplazar por un hospital nuevo de alta complejida­d y de tipo universita­rio”, concluye el gerente del proyecto.

En estos momentos en el lugar se desarrolla­n obras menores. Por ejemplo, restaurar algunos tejados que eran de madera y se han venido pudriendo, mientras se adelantan trámites ante el Ministerio de Cultura para dar paso a las grandes obras (ver balcón). Aunque sigue habiendo cierta oposición al proyecto e incluso se crearon veedurías ciudadanas y en el Concejo, esta administra­ción está decidida a recuperar la actividad médica y el patrimonio del San Juan de Dios para entregarle a la ciudad “el hospital más moderno de Latinoamér­ica”.

‘‘La torre central tenía salas hasta con ocho camas y baños compartido­s. Por eso muchas veces nos reclaman que antes se podían atender 700 camas y por qué hoy en día no”. gerente del proyecto de

renovación.

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/ José Vargas Además de lo hospitalar­io, la renovación tendrá propósitos académicos, culturales y de espacio público.
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/ José Vargas La torre central, como gran parte del complejo hospitalar­io, hoy está en ruinas.
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