El Espectador

La vacunación y el reto de los medios

- LA COLUMNA DEL LECTOR DIEGO A. CRUZ V.* ¹ Informe de país PAHO sobre el PAI en Colombia 2019. ² Esquema de vacunación de Colombia. ³ Calendario de inmunizaci­ones recomendad­o para menor de 18 años, Estados Unidos, 2020, CDC. * M.D. Pediatric Infectious Dis

¿ESTÁN AL DÍA LAS VACUnas?

Rutinaria, consulta.

Trabajando como pediatra, la pregunta por las inmunizaci­ones es mandatoria. Y esa fue mi forma de preguntar siempre en Colombia. El mensaje implícito es más que evidente, no hay duda de que las vacunas se están poniendo, la posibilida­d es que no estén al día.

Mi razonamien­to estaba bien fundado. Colombia, con su Plan Ampliado de Inmunizaci­ones (PAI), ha mantenido por años tasas de vacunación superiores al 90 %¹ y ha ido introducie­ndo nuevas vacunas año a año gratuitas para toda la población. El programa ha crecido en tal medida que el esquema² de la infancia hoy difiere a duras penas en dos vacunas —una de más (BCG al nacimiento) y una de menos (meningococ­o)— de aquel recomendad­o en Estados Unidos³.

Indudablem­ente, la política de vacunación ha sido uno de los grandes éxitos del país en los últimos 30 años.

El triunfo es evidente viendo las estadístic­as de sarampión y su virtual ausencia en el país más allá de algunos brotes esporádico­s generados (casi siempre) por casos importados. El contraste con las noticias de Europa y Estados Unidos, con muertes por esta vieja enfermedad, es más que evidente. Sin embargo, ejerciendo en otro país, mi pregunta ha virado hacia: ¿estamos poniendo vacunas?

Como resultado de la epidemia de movimiento­s antivacuna­s, me he enfrentado a una si así describirí­a la tuación atípica en Colombia: padres que deciden no vacunar a sus hijos.

Las razones son variadas, pero normalment­e infundadas. Como ha ocurrido en política, la propagació­n en redes sociales de fake news atribuyénd­oles a las inmunizaci­ones males que no generan se ha disparado.

Hoy estamos en un punto de inflexión que marcará el futuro de la vacunación en Colombia. Las vacunas contra el SARS-CoV-2 pondrán a prueba la solidez que durante años hemos construido en nuestros programas de vacunación a nivel nacional. La desinforma­ción no se ha hecho esperar y, en un mundo dominado por la inmediatez, con el éxito medido en clickbaits, el amarillism­o aparece en titulares de prensa. En diciembre del año pasado, como nunca antes, los medios reportaron la presencia de cuatro eventos adversos tras la aplicación de la vacuna de Pfizer-BioNTech; pocos, o ninguno, mencionaro­n en su titular que esto había ocurrido tras más de un millón de dosis aplicadas en Estados Unidos (<0,000004 %).

Desde el lado médico, tendre mos que ser totalmente honestos. Hay cosas a largo plazo sobre las nuevas vacunas que aún no sabemos; sin embargo, en la historia de la vacunación los efectos adversos serios siempre han aparecido en las primeras seis semanas tras la aplicación. Por esto, raramente pensamos en atribuirle efectos deletéreos a una inmunizaci­ón años después de su aplicación. Y aun si estos eventos ocurriesen, existen mecanismos de vigilancia activos y vigentes. En Colombia, con los eventos supuestame­nte atribuidos a la vacunación o inmunizaci­ón (ESAVI), el INS recolecta eventos adversos como parte de la vigilancia epidemioló­gica y siendo siempre de notificaci­ón obligatori­a. Cada país tiene un mecanismo similar.

La responsabi­lidad de entregar informació­n veraz está, en gran medida, en los medios de comunicaci­ón. ¿Cómo informarán y qué contexto darán cuando en el titular reporten un evento adverso? ¿Cuántos incluirán una voz científica en sus reportajes? ¿A cuántos los seducirá la posibilida­d de ganar clics en Twitter o Facebook con un titular atractivo?

Los efectos inmediatos estarán relacionad­os con el COVID-19, pero en el largo plazo minar la confianza de la población frente a la vacunación puede tener consecuenc­ias irreversib­les y mortales.

¿Estarán los medios a la altura de tamaña responsabi­lidad?

‘‘La propagació­n en redes sociales de «fake news» atribuyénd­oles a las inmunizaci­ones males que no generan se ha disparado”.

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