La populista estrategia de desacreditar a la prensa
POR QUÉ LOS FUNCIONARIOS DEL GObierno se sienten tan cómodos atacando a la prensa con las mismas estrategias que utilizan los populistas y los líderes autoritarios? Si algo deja el escándalo en torno a un supuesto libro autobiográfico de la primera dama, María Juliana Ruiz, es que desde la Casa de Nariño y el Archivo General de la Nación hay un profundo desdén por el ejercicio de la prensa libre. Más allá del debate sobre la existencia o no del proyecto de libro y su contenido, lo que queda es una agresividad peligrosa que no debería provenir de personas que, en teoría, trabajan para todos los colombianos. ¿Se siente cómodo el presidente Iván Duque con la forma en que lo representan sus subalternos?
Empecemos por lo menos trascendental . ¿Le pidió la primera dama al Archivo General de la Nación que hiciera un libro sobre su labor? Ella dice que no. Lo mismo dice Enrique Serrano, director del Archivo, aunque una captura de Whatsapp publicada por Noticias Uno muestra al mismo Serrano aceptando que hubo una conversación en ese sentido e incluso especulando sobre la fecha de la posible publicación de la obra. Sobre eso solo agregamos una consideración: sería insólito que se destinen recursos de la nación, en medio de una pandemia que se ha traducido en hambre y en vísperas de una reforma tributaria, en proyectos de este tipo. En buena hora salió la primera dama Ruiz a desmentirlo. Es lo mínimo.
Dicho eso, lo verdaderamente preocupante es la reacción del aparato estatal ante una publicación periodística. Cuando Noticias Uno informó sobre una primera reunión entre la primera dama y el Archivo General, el Gobierno respondió con toda su artillería. Lo peor es que utilizó el mismo lenguaje popularizado por Donald Trump y otros líderes autoritarios. Hassan Nassar, consejero para las Comunicaciones de la Presidencia, escribió en su cuenta de Twitter: “El Archivo General de la Nación desmintiendo las #FakeNews”.
El lenguaje es diciente. En vez de comportarse como un funcionario que representa a todos los colombianos, el consejero adopta una actitud combativa y utiliza la etiqueta de “noticias falsas”. No se trata de un ataque ingenuo o menor. Acusar de “noticias falsas” a un medio es la táctica empleada para posicionar la idea de que la prensa es enemiga del Estado y del pueblo. Es una estrategia que da réditos populistas: si se ataca la confianza en la prensa, quienes están en el Gobierno pueden hacer lo que deseen. Eso quería Trump. Eso buscan los líderes autoritarios de Polonia y Venezuela. ¿Eso quiere también el asesor del presidente?
El asunto empeora ahora que sabemos que no era falsa la noticia. El director Serrano sale ahora a decir que su mensaje de Whatsapp fue “sacado de contexto”. Insinúa que Noticias Uno manipuló la información. Al hacerlo, sigue promoviendo la idea de que la prensa es la enemiga del pueblo. Peor aún: está mintiendo. El mensaje de la periodista es claro: le pregunta de manera directa por “un libro autobiográfico sobre el papel de la primera dama”. Y Serrano contesta, sin lugar a equívocos, que dicha conversación existió. ¿Dónde está la confusión? ¿A qué “aristas” en la pregunta se refiere? Si dio información falsa, por despiste o cualquier otra razón, ¿por qué en lugar de reconocer su error prefiere enlodar la labor periodística?
Tanta hostilidad es innecesaria. Peor aún, deja la sensación de que no es accidental. El punto es precisamente ese: pese a que el error provino de un funcionario del Estado, quieren hacer parecer como que hay una conspiración de la prensa en su contra. ¿Quién gana con esa actitud desde el Gobierno?
‘‘Más allá del debate sobre el proyecto de libro, lo que queda es una agresividad peligrosa que no debería provenir de personas que, en teoría, trabajan para todos los colombianos”.