Tres países y un destino
ASÍ ESTAMOS, EN ESOS TRES PAÍSES que queremos hacer parecer como si fueran uno solo. El país que busca hacer de la vida un destino, si el destino son ellos mismos; el que vive su vida como si fuera destino, y el que no le importan ni destino ni país o no sabe que existen.
Pertenecen al primero unos pocos disparatados o que quieren parecerlo, algunos megalómanos de oficio que se sienten elegidos desde y para siempre, y unos cuantos oportunistas que van y vienen según la marea, como lo demuestra el estrépito de proyectos y medidas que tratan de refundarlo todo a la medida, como si fueran sastres.
Archivada, por ahora, la extensión de períodos, aparentarán conformarse con partes: el proyecto que busca, otra vez, regular redes sociales para cercenar la libertad de expresión; la injusta e inoportuna reforma tributaria que atemorizó con quedarse con el impuesto de renta de casi todos, para asegurarse el de su población objetivo y tapar los huecos de su imprevisión; la sumisión de la información de grandes medios con migajas disfrazadas de apoyos estatales, y, el broche, la instauración de la verdad oficial con la toma de medios públicos, repentinamente necesarios, con noticieros innecesarios, salvo para pañetar la imagen de este Gobierno remendero y chapucero. Y habrá más, para convencernos de que están predestinados a